“En el fútbol no hay goles. El gol se anula apenas el guardavallas se levanta o el juego se reanuda. El fútbol es la comedia del gol. El guardavallas está ahí para decirnos filosóficamente: el gol marcado fue apariencia y no realidad. Y el guardavallas quiere poder desear que al menos una vez en la vida le marquen un gol, desea querer desear poder ser vencido, desea querer desear poder ser vencido, desea poder querer poder decirle adiós a la tumba que guarda (…) En el fútbol más allá del aparente triunfo –y contra la opinión ingenua- se trata siempre de perder. Por esto las amables reflexiones de un guardavallas vencido son las amargas reflexiones de un guardavallas invencible: se originan ellas al constatar éste su absoluta invencibilidad, su completa virginidad, esto es, su imposibilidad de escapar a su rol de guardián de la tumba materna. El arquero desea el gol, pues sabe que éste constituye su salvación, pero las invisibles manos maternas están siempre ahí, listas para levantar sus brazos y su cuerpo y realizar la gran atajada o para anular el gol aparentemente logrado (…) En vano soñamos con realizar el más deliciosamente perverso de nuestros actos: un autogol de arquero, lo que sería casi un verdadero gol. No nos atrevemos, siempre es tarde, el partido ya ha finalizado. El fútbol es una pasión inútil.”
(Patricio Marchant, Escritura y temblor)
¿Un gol que acabase con el fútbol o una palabra que acabara con el lenguaje o un acto singular que acabase con la historia?
18 diciembre, 2009 por Rodrigo Fernández
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Marchant, pollo po!
No te pongai posderri, porfa. Está bien, es la moda, pero acuérdate que no nos gusta la moda.
Si hubiera más información en la narración , me pareció que prometía más . =(
saludos.