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Archive for enero 2009

una carta

A esta hora me aburro. Dura unos minutos hasta que decido hacer algo. Es curioso tomar decisiones sólo. No se discute nada y uno termina escribiendo o leyendo o poniendo otra película más. Acabo de ver Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen y me di cuenta de que, definivitavemente, y quizá para siempre, Scarlett Johansson me hará acordarme de ti. Y lo mejor: sólo me hará recordar la parte buena, el momento en que lo que se quiere del otro no es lo que el otro quiere que quieran sino una cuestión más extraña que hace que todo sea perfecto y fugaz. Pero nadie se queda en lo perfecto y fugaz: por definición, nadie podría quedarse (la película esta lo confirma). Yo por el momento no he encontrado el modo. Tampoco me esfuerzo en buscar mucho porque asumo que esta modalidad requiere de la ley del mínimo esfuerzo en sentido subjetivo. Cuando estábamos juntos yo te decía, ahora lo recuerdo bien, te decía que, de algún modo, yo aspiraba a eso perfecto y fugaz y envidiaba de ti esa potencialidad. Ahora no se si aspire a algo en general. Sigo creyendo que enamorarse es una enfermedad de a dos que se pasa con el tiempo. ¿O no creia lo mismo antes? Como sea, lo seguro es que está ocurriendo a mí alrededor, en todas partes el amor que se cansa, en todas partes la resignación a veces feliz de saberse sólo nuevamente, y me parece hasta bonito. Me parece de lo mejor que xxxxxxxxxx tenga una amante. Me parece de lo mejor que mi mama recién en un pub, según me dijo, haya despachado a un tipo que se le acerco a coquetearle con argumentos horriblemente clásicos. Me alegran las crisis en general. Me parece bueno todo esto porque no hecho de menos contingentemente a nadie. Deseo hacer desear cosas sin darme cuenta. Y saber a veces de qué se trata.

Sigue, también, atrayéndome la idea de pasarlo bien contigo en el novedoso desconocimiento de ahora que quizá tenga que ver con un vergonzoso misterio o nó. Siempre me pareció raro que no escribierai, que no dibujarai, que no crearai objetos, que no fuerai fanática en general (porque yo creia que habriai sido buena en cualquiera de estas cosas) y que en cambio, tuvierai toda tu fuerza volcada en vivir bien, en viajar, en independizarte, en rodearte de la gente justa y necesaria. ¿Te acordai cómo hablábamos de lo que queríamos de la vida? Bueno, en esta película que te digo uno mira a la Scarlett y no se sabe qué cresta está pensando. En esta película, que tenis que ver, justamente se trata de que sólo sabe lo que no quiere y se mete en unas relaciones bien raras. Una cuestión bien trillada –la frase misma: solo sé lo que no quiero, por ejemplo- que en las películas queda bien.

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Me dijo que soñó que me iba pisando los talones, haciéndome zancadillas, y yo me tropezaba y no me enojaba y a ella le encantaba que yo no me enojara y, por lo mismo, seguía y no se si era en una playa pero seria bueno que hubiera sido en una playa en la orilla del mar corriendo como un videoclip cebolla pero mucho más absurdo.

(Enero 2005)

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El movimiento de rechazar es difícil y raro porque hay que rechazar no sólo lo peor, sino una apariencia razonable, una solución que se diría feliz
(Maurice Blanchot)

En general, tanto en Freud como en Marcuse y Reich, podemos entender al erotismo como esa especie de excedente que queda luego del traspaso de la perversidad polimorfa (o erotismo generalizado, informe) a la sexualidad genital socializada de la civilización. Las distinciones, como veremos, ocurren en los distintos niveles de aceptación del ingreso o la posible coincidencia de la eroticidad generalizada con la práctica sexual. En Freud el inconciente nos estaría constantemente recordando molestosamente este traspaso traumático y configurando simbólicamente nuestra vida psíquica en relación a esta tragedia mas bien estructural la cual, llegado el momento, tampoco era tan terrible, pues Freud sostenía que finalmente cierto nivel de represión en la vida era algo inevitable. El punto con Freud, como se ha venido diciendo, es que hay una enorme diferencia entre lo que sucedía de hecho en sus terapias con lo que aparece en sus especulaciones mas filosóficas, es decir, en la metapsicología. En esta última es en donde Freud se volvía mas critico de la represión que significa la cultura. Y es desde aquí de donde se agarra Marcuse historizando las condiciones de la represión. Pero vayamos por parte. Sucede en Freud que hay poca energía sexual de manera que la sublimación equivale a la represión, es decir, sucede que incluso si tenemos el suficiente sexo, incluso si andamos teniendo orgasmos reichianos, la sublimación que el principio de realidad ejerce en nosotros mediante el trabajo funciona de manera represiva. En Reich en cambio la energía sexual es declarada abundante de manera que la sublimación no es represiva. Uno podría perfectamente compatibilizar el trabajo con el placer (Reich incluso creía que la gente satisfecha sexualmente era mas creativa) si se supiera bien como obtenerlo y si estuvieran las condiciones materiales propicias. Vimos ya que Reich sentó las condiciones objetivas del orgasmo: he ahí el aspecto positivo de cómo obtener concretamente el placer, el orgasmo. Sobre las condiciones materiales propicias para la sexualidad tenemos a Marcuse quien se preocupo más de llevar al extremo la crítica de la metapsicología freudiana y desarrolló la profunda deserotización que llevo a cabo la civilización para volver productiva a la sublimación. Para Marcuse “las perversiones expresan la rebelión contra la subyugación de la sexualidad al orden de la procreación y contra las instituciones que garantizan este orden”[1]. Acusaría aquí el intento de interrumpir la aparición del padre introyectado y multiplicado en el mito de la horda, es decir, Marcuse, como Reich, estaría de acuerdo, por lo menos formalmente, en que la sexualidad es intrínsecamente perversa polimorfa. Sin embargo, vimos como Reich va más allá de esta formalidad y concibe prácticamente una vida en que las zonas eróticas puedan ser liberadas. Freud, por ejemplo, creía que la amistad requería cierta dosis de represión. Reich en cambio creía que la amistad requería actividad sexual. Marcuse, en un tono quizá mas mesurado, creía que había que tratar de ser amigos antes de tener sexo.

Si en Freud la desublimación (traer de vuelta energía sexual de objetos no sexuales) equivale al placer en Marcuse en cambio esta puede ser represiva. Ocurre específicamente que vivimos en una sociedad que promueve el agrado frustrante mediante una sexualidad deserotizada. La represión funciona como el ofrecimiento masivo de una sexualidad precaria y precarizante. Y nadie se queja. O peor aun: sólo se quejan los reaccionarios que consideran extrema esta liberalización. O más peor todavía: los que dicen liberar la sexualidad son más bien unos liberales que aumentan la desublimación represiva. Las partes sexuales han sido deserotizadas y se les adjunta a las distintas mercancías: asi se cumple el doble objetivo de establecer psíquicamente un campo de consumo a la vez que se promueve la sexualidad genital productiva, escondiéndola, mostrándola en su imposibilidad, en el borde, el típico borde, la típica imagen borrosa o rápida del culito o la tetita, la típica experiencia del tipo que se toma una cerveza y se le cuelgan tres mujeres al cuello, formula análogamente aplicable a desodorantes, aguas minerales, jeans, autos, etc. Ocurre, en el ingenioso mundo de la publicidad, que cualquiera de estas cosas podría acercarnos a una relación sexual. Hay que lavarse los dientes no por una cuestión de higiene sino para que brillen bajo las luces de la discoteca. Con estos argumentos uno podría querellarse contra los publicistas, claro, si es que el derecho consistiera en un debate de argumentos y no en la legitimación de la violencia de estado. Se administra mediante el agrado de unos cuantos objetos sexualizados que uno desublima represivamente justamente porque uno nunca puso nada ahí. Las noticias son amables y nos muestran los bikinis que se vienen para el verano. La expectativa del placer se ha confundido con la realidad del agrado. La periodista de turno, en su empatico feminismo fascista, agrega al terminar la nota: “¿Y para nosotras nada?, nosotras también queremos ver hombres en traje de baño”. Y ríe. La muy.


[1] Herbert Marcuse, Eros y Civilización, Ed. Sarpe, p. 50.

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(…) para mí, debo admitirlo francamente, la virginidad no tiene ninguna importancia (yo mismo, sin ir más lejos, soy virgen. A menos que considere la fellatio interrumpida de Brígida como un desvirgamiento. ¿Pero eso es hacer el amor con una mujer? ¿No tendría simultáneamente que haberle lamido el sexo para considerar que en efecto hicimos el amor? ¿Para que un hombre deje de ser virgen debe introducir su verga en la vagina de una mujer y no en su boca o en su culo o en su axila? ¿Para considerar que de verdad he hecho el amor debo previamente eyacular? Todo esto es complicado).

Sus dedos recorrieron mi cara, desde la barbilla hasta los ojos, cerrándolos, como invitándome a dormir, su mano, una mano huesuda, me bajó la cremallera de los pantalones y buscó mi verga; no sé por qué, tal vez debido a lo nervioso que estaba, afirmé que no tenía sueño. Ya lo sé, dijo María, yo tampoco. Luego todo se convirtió en una sucesión de hechos concretos o de nombres propios o de verbos, o de capítulos de un manual de anatomía deshojado como una flor, interrelacionados caóticamente entre sí. Exploré el cuerpo desnudo de María, el glorioso cuerpo desnudo de María en un silencio contenido, aunque de buena gana hubiera gritado, celebrando cada rincón, cada espacio terso e interminable que encontraba. María, menos recatada que yo, al cabo de poco comenzó a gemir y sus maniobras, inicialmente tímidas o mesuradas, fueron haciéndose más abiertas (no encuentro de momento otra palabra), guiando mi mano hacia los lugares que ésta, por ignorancia o por despreocupación, no llegaba. Así fue como supe, en menos de diez minutos, dónde estaba el clítoris de una mujer y cómo había que masajearlo o mimarlo o presionarlo, siempre, eso sí, dentro de los límites de la dulzura, límites que María, por otra parte, transgredía constantemente, pues mi verga, bien tratada en los primeros envites, pronto comenzó a ser martirizada entre sus manos; manos que en algunos momentos me supieron en la oscuridad y entre el revoltijo de sábanas a garras de halcón o halcona tironeando con tanta fuerza que temí quisiera arrancármela de cuajo y en otros momentos a enanos chinos (¡los dedos eran los pinches chinos!) investigando y midiendo los espacios y los conductos que comunicaban mis testículos con la verga y entre sí.

La ingestión de alimentos, comí como un lobo mientras la señora Font y Bárbara Patterson hablaban de museos y familias mexicanas, me había producido una ligera soñolencia y había despertado al mismo tiempo el deseo de volver a coger con María (a quien durante el desayuno evité mirar y cuando lo hice procuré adaptar mi mirada al concepto de amor fraterno o de desinteresada camaradería que supuse reconocería su padre, quien por cierto no mostró el más mínimo asombro al encontrarme en horas tan tempranas instalado en su mesa),

Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas

Crucé la calle tomando o haciendo ver que tomaba unas precauciones inútiles (pues en ese momento no circulaba ningún vehículo por Revillagigedo), tal vez para dilatar en unos segundos mi encuentro con el padre de María.

Todo el día deprimido, pero escribiendo y leyendo como una locomotora.

¿Pero a quién amo? Ayer llovió toda la noche. Los pasillos de la vecindad parecían las cataratas del Niágara. Hice el amor llevando la cuenta. Rosario estuvo fantástica, pero por mor al éxito del experimento preferí no advertírselo. Se vino quince veces. Las primeras le tenía que tapar la boca para que no despertara a los vecinos. Las últimas temí que le fuera a dar un ataque al corazón. A veces parecía desmayarse entre mis brazos y otras veces se arqueaba como si un fantasma estuviera jugando con su columna vertebral. Yo me vine tres veces. Luego salimos los dos al pasillo y nos bañamos con la lluvia que caía del pasillo de arriba. Es extraño: mi sudor es caliente y el sudor de Rosario es frío, reptiliano, y tiene un sabor agridulce (el mío es claramente salado). En total estuvimos cuatro horas cogiendo. Después Rosario me secó, se secó, arregló el cuarto en un santiamén (es increíble lo hacendosa y práctica que es esta mujer) y se puso a dormir pues al día siguiente tenía que trabajar. Yo me acomodé en la mesa y escribí un poema que titulé «15/3». Después me puse a leer a William Burroughs hasta que amaneció.

Hoy he cogido con Rosario de doce de la noche a cuatro y media de la mañana y he vuelto a cronometrarla. Se vino diez veces, yo dos. Sin embargo el tiempo empleado en hacer el amor fue mayor que el de ayer. Entre poema y poema (mientras Rosario dormía) hice algunos cálculos matemáticos. Si en cuatro horas te corres quince veces, en cuatro horas y media te deberías correr dieciocho veces, y en modo alguno diez. Lo mismo vale para mí. ¿Es posible que la rutina ya comience a afectarnos?

Laura Jáuregui, Tlalpan, México DF, mayo de 1976. ¿Ha visto usted alguna vez un documental de esos pájaros que construyen jardines, torres, zonas limpias de arbustos en donde ejecutan su danza de seducción? ¿Sabía que sólo se aparean los que construyen el mejor jardín, la mejor torre, la mejor pista, los que ejecutan la más elaborada de las danzas? ¿No ha visto usted nunca a esos pájaros ridículos que bailan hasta la extenuación para conquistar a la hembra?
Así era Arturo Belano, un pavorreal presumido y tonto. Y el realismo visceral, su agotadora danza de amor hacia mí. Pero el problema era que yo ya no lo amaba. Se puede conquistar a una muchacha con un poema, pero no se la puede retener con un poema. Vaya, ni siquiera con un movimiento poético.
¿Por qué seguí frecuentando durante algún tiempo a la gente que él frecuentaba? Bueno, también eran mis amigos, todavía eran mis amigos, aunque no tardaron, ellos también, en cansarme. Permítame que le diga algo. La universidad era real, la Facultad de Biología era real, mis profesores eran reales, mis compañeros eran reales, quiero decir tangibles, con objetivos más o menos claros, con planes más o menos claros. Ellos no. El gran poeta Alí Chumacero (que supongo no tiene ninguna culpa de llamarse así) era real, ¿me entiende?, sus huellas eran reales. Las de ellos, en cambio, no eran reales. Pobres ratoncitos hipnotizados por Ulises y llevados al matadero por Arturo. Trataré de resumir y ser concisa: el mayor problema era que casi todos tenían más de veinte años y se comportaban como si no hubieran cumplido los quince. ¿Se da cuenta?

Rafael Barrios, café Quito, calle Bucareli, México DF, mayo de 1977. Qué hicimos los real visceralistas cuando se marcharon Ulises Lima y Arturo Belano: escritura automática, cadáveres exquisitos, performances de una sola persona y sin espectadores, contraintes, escritura a dos manos, a tres manos, escritura masturbatoria (con la derecha escribimos, con la izquierda nos masturbamos, o al revés si eres zurdo), madrigales, poemas-novela, sonetos cuya última palabra siempre es la misma, mensajes de sólo tres palabras escritos en las paredes («No puedo más», «Laura, te amo», etc.), diarios desmesurados, mail-poetry, projective verse, poesía conversacional, antipoesía, poesía concreta brasileña (escrita en portugués de diccionario), poemas en prosa policíacos (se cuenta con extrema economía una historia policial, la última frase la dilucida o no), parábolas, fábulas, teatro del absurdo, pop-art, haikús, epigramas (en realidad imitaciones o variaciones de Catulo, casi todas de Moctezuma Rodríguez), poesía-desperada (baladas del Oeste), poesía georgiana, poesía de la experiencia, poesía beat, apócrifos de bp—Nichol, de John Giorno, de John Cage (A Yearfrom Monday), de Ted Berrigan, del hermano Antoninus, de Armand Schwerner (The Tablets), poesía letrista, caligramas, poesía eléctrica (Bulteau, Messagier), poesía sanguinaria (tres muertos como mínimo), poesía pornográfica (variantes heterosexual, homosexual y bisexual, independientemente de la inclinación particular del poeta), poemas apócrifos de los nadaístas colombianos, horazerianos del Perú, catalépticos de Uruguay, tzantzicos de Ecuador, caníbales brasileños, teatro Nó proletario… Incluso sacamos una revista… Nos movimos… Nos movimos… Hicimos todo lo que pudimos… Pero nada salió bien.

Joaquín Font, Clínica de Salud Mental £1 Reposo, camino del Desierto de los Leones, en las afueras de México DF, marzo de 1977. A veces me acuerdo de Laura Damián. No mucho, unas cuatro o cinco veces por día. Unas ocho o dieciséis veces si no consigo dormir, lo cual es lógico pues un día de veinticuatro horas da para muchos recuerdos. Pero normalmente sólo me acuerdo de ella cuatro o cinco veces y cada recuerdo, cada cápsula de recuerdo tiene una duración aproximada de dos minutos, aunque no lo puedo decir con certeza porque hace poco me robaron el reloj y cronometrar a ojo es riesgoso.

Era un tipo curioso. Escribía en los márgenes de los libros. Por suerte yo nunca le presté uno. ¿Por qué? Porque no me gusta que escriban sobre mis libros. Y hacía algo todavía más chocante que escribir en los márgenes. Probablemente no me lo crean, pero se duchaba con un libro. Lo juro. Leía en la ducha. ¿Que cómo lo sé? Es muy fácil. Casi todos sus libros estaban mojados. Al principio yo pensaba que era por la lluvia, Ulises era un andariego, raras veces tomaba el metro, recorría París de una punta a la otra caminando y cuando llovía se mojaba entero porque no se detenía nunca a esperar a que escampara. Así que sus libros, al menos los que él más leía, estaban siempre un poco doblados, como acartonados y yo pensaba que era por la lluvia. Pero un día me fijé que entraba al baño con un libro seco y que al salir el libro estaba mojado. Ese día mi curiosidad fue más tuerte que mi discreción. Me acerqué a él y le arrebaté el libro. No sólo las tapas estaban mojadas, algunas hojas también, y las anotaciones en el margen, con la tinta desleída por el agua, algunas tal vez escritas bajo el agua, y entonces le dije por Dios, no me lo puedo creer, ¡lees en la ducha!, ¿te has vuelto loco?, y él dijo que no lo podía evitar, que además sólo leía poesía, no entendí el motivo por el que él precisaba que sólo leía poesía, no lo entendí en aquel momento, ahora sí lo entiendo, quería decir que sólo leía una o dos o tres páginas, no un libro entero, y entonces yo me puse a reír, me tiré en el sofá y me retorcí de risa, y él también se puso a reír, nos reímos los dos, durante mucho rato, ya no recuerdo cuánto.

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En la noche el malestar estomacal se mezcló en mi actividad y en vez de despertarme indujo un sueño acerca de ciertas piedras preciosas que yo tenia en el estomago y que ciertas agencias especializadas andaban buscando y que yo, quizá por efectos prácticos, me rehusaba a excretar. Una buena manera de hacer pasar un enfriamiento real por sensación de piedras en el estomago. Despierto con diarrea. Almuerzo arroz con zanahorias. Estamos como zombis con mi mamá. Nos reímos. Chupete Suazo está jugando por el Monterrey. Vuelvo aquí y la araña que anoche vi tratando de meterse adentro del enchufe sigue donde mismo, un poco más arrugada, un poco como aburrida, un poco más muerta quizá. No sé qué es lo que no le haya resultado, pero se ve fatal. Si pudiera realmente preocuparme por ella lo haría. La muevo con un lápiz y nada. Quizá tiene el sueño profundo. Ojala no le haya dado la corriente.

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Por la mañana ha venido un tipo del SAG ha informar de una plaga de polillas que hará que el próximo lunes él mismo con otros tipos vengan a podar el parrón sin costos para nosotros. He sido muy amable con él porque he adivinado en su rostro acalorado el pésimo trato que le han dado las odiosas señoras de la cuadra que creen que todos son ladrones y que, por supuesto, no le han creído nada y le han pedido infinidad de papeles que ni siquiera entienden. Hizo el amague de mostrarme sus identificaciones y papeles y yo le dije que no se preocupara, que de todos modos nadie distingue entre papeles legales e ilegales y finalmente lo que se juzga es la conducta y el vocabulario de quién se tiene en frente. Hemos estado hablando unos 10 minutos y hasta me he apoyado en el quicio de la puerta, muy campechanamente, a decirle que lo hablare con mi mamá y que seguramente el lunes lo recibiremos sin ningún problema.

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El ejercicio hace bien. Es mejor que trabajar. A la gente deberían pagarle por trotar, jugar a la pelota o al deporte que quiera. Siempre con Feli hemos dicho “a la gente deberían pagarle por” y rellenamos con cualquier cosa. Este año no he parado de sudar. Primero fue la bici fija y luego el basquet. Primero sólo y ahora ya encontré unos viejos amigos de cuando jugaba cuando joven. Es raro decir “cuando joven”. Es raro, en general, en vez de decir una cosa y luego pasar a otra, decir algo y luego quedarse en la forma de lo dicho, avanzando por dentro de las palabras. Es algo que produce risa, saber o silencios. Y creo que en provincias más que en la capital ocurre lo último. Feli me corroborará(s). Mariela me corroborará(s).

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Cuando llegué mi papa estaba revisando las boletas, comparando con un listado en la pantalla del pc. Me hablaba bajito. Las boletas de compra databan del 29 de diciembre del 2008 y eran de Mario Lecaros el estafador que hace poco se suicidó o lo mataron nadie sabe. El caso es que el tipo, el reciente y contingente finado, había comprado en la farmacia el día antes de matar a este empresario mediante el truco de hacer como que le iba a vender una moto pero en vez de eso mejor matarlo. Lo importante de esto es que el tipo había comprado algunas cosas en la farmacia de mi papa un día antes de matar a alguien. Eso. Así que ahí estaba mi papa entretenidísimo sintiéndose una especie de Grissom curicano. Por eso apenas llegué nos pusimos a especular sobre los posibles usos de las distintas cosas que había comprado el tipo. Cargó también unos celulares ese día. Le dije a mi papa que podía ser información importante aquella. No se porqué le dije que podría sacar beneficios de todo esto. Después nos pusimos a hablar del curi. Y luego lo de siempre: los problemas económicos, la soga al cuello, los bancos de mierda, que no tengo vacaciones hace muchos años. Pero ni siquiera quejándose y con un ánimo más bien de constatación, un estoicismo sin gloria. Uno se demora en irse de la farmacia. En esos momentos da un poco de rabia porque estaba mirando a mi papa hablar con un tipo cosas de bancos y cuentas y ejecutivos y cuando mi papa atendía a un cliente este caballero que al parecer me conocía desde chico me miraba y me preguntaba que qué estaba estudiando pero al hacer esto giraba la cara rápidamente –cosa que quizá yo mismo hago, no tengo idea- y miraba la farmacia y la calle y yo le decía filosofía y luego el volteaba y me decía con especialización en qué y en ese momento dijo un montón de lugares comunes (no dijo epistemología, lógica, fenomenología, sino que dijo autoayuda, la mente, la historia) pero no tuve siquiera que hacerle ver que las categorias eran otras porque volvieron a la conversación de fondo que ahora trataba de porque mi papá nunca tomaba vacaciones y ahí me interesé y estuvimos hablando un rato y mientras hablábamos pensé que aquella era la primera vez que yo estaba con alguien hablando de mi papa con él presente. Al final de la conversación este señor lo dejó invitado a su piscina y yo lo deje invitado a Tutuquén. Nunca te he imaginado en una piscina, o tomando una bebida en una mesa con los pies estirados, le dije a mi papá. ¿Sabrá que ahí lo que le estoy diciendo es que me sentiría feliz de verlo descansar  y que a veces me entristece no poder hacer nada? Uno se demora en salir de la farmacia y está bien porque cuando me voy le doy una palmadita en la guata y el hace asi el gesto asi como de ay hijo mio si supieras

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despierto almorzando

Sirena de bomberos. Puré con huevo que llama. Caca y Pichi que llaman. Pichi comida caca en ese orden. Engullir procesar devolver. Vista nublada aun de despertar. Despierto almorzando.

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hip hop

Ando escuchando hip hop con más frecuencia que antes. Descarto de plano las balas y las conversaciones así de niger que vienen entremedio de los track y las volás violentas de aquí te las traigo papá pero en versión gringa, es decir, el 85% del hip hop. De lo que resta, suelen ser rescatables dos o tres temas por disco. Jurassic Five es por el momento lo mejor que he oído, trae buenos coros y fraseos con harto cambio de ritmo, no homogéneos y cansadores, con temas como de 8 minutos, como los Violadores del verso. Aparte, y como me comentara R. Candia hace ya muchos años, la voz del tipo rudo es bastante atractiva, como de un Barry White en anfetaminas. Y si a esto le agrego que no entiendo nada de lo que dicen, no tengo ni siquiera que preocuparme en si acaso estoy o no de acuerdo. Parece que a eso le llaman música comercial pero a mi me importa un carajo. También me gusta la Mala Rodríguez. Gah podrá explicarme si es que acaso allá en España ésta es considerada una especie de Anita Tijoux o qué. Y bien, lo que quiero decir es que todo versa acerca de lo bacán que es el emsí de turno en comparación de lo pencas que son los otros (igualito a los cánticos del futbol, pero mas atractivos de oír en algunos casos) y en base a esto se elaboran defensas del estilo que al final son todas la misma guevada (siempre escribía guea, pero ahora que escribo “guevada” Word me lo corrige con “Guevara”, ¿estará Bill Gates tras esto?). Por si fuera poco, todos tienen esta especie de veneración a la posición del orador que saca ideas que riman desde la nada, aunque lo que se diga sea algo asi como guau guau guau yipi you yipi yei. Y todo esto condimentado con unos cuantos tópicos de crítica social. Cada rapero se vanagloria de su labia y de haberse ganado su puesto siendo quién es. Así sin más, siendo quien es. Como el tipo de Violadores del verso, o el de Tote King, a los cuales, pese a todo esto, escucho con gusto porque a ratos salen con temas ingeniosos y tienen ese tono de voz que, no sé si por ser españoles, no suena ni exagerado ni agresivo, como si estuvieran contando algo rápidamente.

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Mi mama llega del gimnasio. Yo llegué del basquet y estoy bañándome. Esto se está dando varias veces por semana. Por la ventana del baño le grito:  «¡Vaaaamos que se puede!», asi como cuando los tenistas se gritan a sí mismos.

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Hoy día llegó a jugar conmigo un tipo bien raro. Vestía jeans, polera ajustada y zapatos de cuero. Pero tenía una mirada inocente que contrarrestaba su ropa. Lanzaba al aro como Philip Seymour Hoffman en Mi novia Polly. Todas rebotaban en el tablero groseramente mientras él me contaba de su vida y yo de la mía.

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Siempre que voy a comprar dvds y de estas cajitas de colores con forma de concha (como la de la Shell, no como vaginas, a no ser que las ponga horizontalmente) me atiende el mismo tipo y yo le digo démelas variadas no más, las cajas, que me las de de colores variados le digo y, una y otra vez, el insiste en apartar las de color rosado fuerte que me gustan tanto y entregarme verdes, transparentes y amarillas. Así que el otro día fui y le dije deme mil pesos en cajas rosadas por favor. Es que me gusta el rosado, agregué, sin saber qué otra cosa decir.

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Menciono estos pequeños detalles porque sin ellos la escena norteamericana es incompleta. Por todas partes hay borrachera y vómitos, o roturas de ventanas y fracturas de cabezas. Recientemente, en dos ocasiones me he salvado por poco de que me partiesen el cráneo. La gente anda por las calles de noche achispada y buscando bronca. Se te aparecen inesperadamente y te invitan a pelear… sólo por el divertido hecho de pelear. Debe ser el clima… y la máquina. Las máquinas los están enloqueciendo. Ya nada se hace a mano. Hasta las puertas se abren mágicamente: al acercarte, pisas un pedal y la puerta se abre para que pases. Es alucinante. Están además los específicos. Laxantes para el estreñimiento (todo el mundo está estreñido) y Alka-Seltzer para disipar los vapores de las borracheras. Todos se despiertan con dolor de cabeza. Para el desayuno se toma un Bromo-Seltzer, con jugo de naranja y panecillos de maíz tostado, por supuesto. Para empezar bien el día tienes que alkalizarte. Esto se lee en todos los trenes del subte. Conversaciones a toda presión, acción rápida, dinero al contado, vivir hipotecados hasta los ojos, la prosperidad al doblar la esquina (¡está siempre al doblar la esquina!), no te preocupes, sigue sonriendo, créelo querido, etc., etc. Las canciones son maravillosas, sobre todo las letras. Delatan la incurable melancolía y optimismo de la raza norteamericana. Desearía ser extranjero y recibir todos estos mensajes sin estar preparado en absoluto. Hay una canción excelente que dice: “The Object of my Affection is to change my Complexion…” (El propósito de mi cariño es cambiarme la complexión …). También la llevaré.

De acuerdo con Mademoiselle Bohy, la cual estoy de acuerdo en que tiene un trasero de caballo, ya no hay aquí más demanda de literatura francesa. Dice que los norteamericanos están desplazando a los franceses. La verdad es que ella se siente avergonzada de su propio país y procura convertirse en una norteamericana consumada. Me dijo: “Estados Unidos es país maravilloso para una mujer”. Sí, pensé yo; para una vaca como tú que ya no tiene sex-appeal… Este es el paraíso terrenal de los derechos de la mujer. Este es un matriarcado. Un matriarcado de matronas gordas y viejas que tienen bigotes en las barbillas, un matriarcado de narices azules y vaquillonas lisas como tablas. Las mujeres están mejor en países donde se las supone mal tratadas.

Estoy buscando en mi vida un ojo de buey que corra paralelamente a mí y se hunda despacio, como una goleta de cuatro palos en un vendaval. Dejaré que cada uno diga lo que desee y tarde lo que le dé la gana. Espero comer y dormir en el libro, y cuando quiera mear lo haré en el libro mismo. Todo lo pensé una noche caminando arriba y abajo por Broadway en medio de la multitud. Era tan grande el gentío que se arremolinaba a mi alrededor, que de pronto me di cuenta de que estaba completamente solo y me agradó sentirme rozado por codos extraños, empujado, pisado, escupido, etc., etc.

Caminando por Broadway advertí lo apestada que estaba de putas la calle. No las viejas trotonas del 1908 o 1910, sino jóvenes que no llevaban medias y eran delgadas, esmirriadas, pizpiretas, con tiras de piel de mono o de zorrino en torno a los cuellos. Salen andando a saltitos de las calles transversales, con un cigarrillo entre los labios, y se quedan un momento mirando aturdidas la Vía Apia en los dos sentidos. Te contemplan fijamente, no simpáticamente ni invitándote con insinuaciones sexuales o sensuales, sino con esa mirada taladrante e impertinente de los faroles de acetileno que se ven en las vías de noche. Las mujeres norteamericanas tienen una única manera de mirar, sean prostitutas o duquesas. Las europeas tienen mil. La de las norteamericanas es siempre la misma: la luz de un proyector buscahuellas que te rocía la espina dorsal y no da calor. Que habla de dinero contante, velocidad y condiciones sanitarias. Borracha o no borracha es igual. No es el sexo; es la luz de un potente aparato oculto en el lóbulo posterior del cerebro, un poco apenas por encima de la médula oblonga. Es como una caja de música que funciona metiendo una moneda, como un aparato de ranura que automáticamente entrega goma de mascar, como un medidor de gas, londinense. Sueltas la moneda, el mecanismo se pone en marcha, se producen una pequeña sacudida y algunos movimientos, un ronroneo y se enciende la luz; ésta permanece encendida el tiempo necesario para que leas lo que allí está escrito, y se apaga de nuevo. No pienses que se te acercan y te piden que vayas con ellas. ¡Oh, no! Están ahí de pie en la penumbra de la salida de artistas de un teatro y de pronto, apenas te divisan, saltan hacia delante, caminan con tu mismo paso, se te aproximan poco a poco, siempre en sentido paralelo y delante de ti, hasta que las tocan tus brazos y luego tus caderas, y cuando los dos se han frotado bien, como dos gatos en una calleja perdida, dejan que abras la boca y ofrezcas un precio, todo sin dejar de caminar, todo como si no pasara nada, con caras de hastiadas, indiferentes, frías como el cemento, andando sobre sus tacos de goma con firme paso norteamericano como si algún día tuviesen que llegar a algún lugar, y por qué no me invitas a tomar algo ahí al doblar la esquina, ¿no?, bueno adiós y que te pudras.

Larsen es de esos tipos que todo lo ven en términos científicos. Si vamos a un restaurante alemán, demuestra su tacto hablando de todo el cianuro que cabe en un bolsillo, y explicando que con esa cantidad había suficiente para matar a Hitler y toda su camada. Cosas como ésta son las que hacen que el mozo nos vea con buenos ojos.

Toda la tarde estuvo quejándose porque yo no me vuelvo loco en vida, sino sólo en mis escritos

Detesto todos los libros que exponen las cosas cronológicamente, que empiezan con la cuna y terminan con la sepultura. Ni aun la vida procede así, por mucho que la gente lo crea. La vida sólo empieza en la hora del nacimiento espiritual, que puede ser a los diez y ocho o a los cuarenta y siete años. Y la muerte jamás es la finalidad… ¡sino la vida! ¡más vida!

No necesitamos novelas genealógicas ni la historia del continente norteamericano vista a través de los ojos de la familia suiza de los Robinson. Alguien tiene que tirar una llave inglesa en la maquinaria. Yo creo, Joey, que soy el tipo capaz de hacer que los ríos corran cuesta arriba. Se lo debo al búfalo norteamericano, al piel roja, a las sombras de Moctezuma y Quetzalcoatl. A fin de cumplir esta tarea, ya me he cortado la cabeza. Voy a caminar calle abajo, preferiblemente Broadway, con la cabeza en una mano y todas las cañerías principales del gas eructando un hedor dulce

Acabo de recibir una carta de Julieta, quien pregunta: “¿Por qué no nos buscaste antes? ¿Por qué vives permanentemente en París? ¿Por qué tienes que salir el 14 de julio? ¿Por qué sigues expatriado? Tengo ganas de contestar esa carta aquí mismo y ahora mismo. Y ahí va, Joey…

Querida Julieta:

Si antes no te busqué fue porque te tenía completamente olvidada. Apenas la otra noche, en momento en que, estando un poco borracho, pedí un cigarro caro, al mirar la etiqueta del cigarro me acordé de que estabas viva y coleando, y tenías un hijo. Resido permanentemente en París porque soy millonario y puedo permitirme el lujo de tener casa donde se me antoja. El hecho de que parta el 14 de julio se debe a que un día más que me quedase aquí me enloquecería; de haberme escrito unos días antes, me hubiese ahorrado la molestia de escribir esta carta, pues te habría mandado una copia de las páginas precedentes, donde todo se explica. Dices que las cosas son tan emocionantes en Estados Unidos que te resulta difícil concebirte sentando tus reales en cualquier otro lugar. Me parece muy bien que lo digas, ya que eres tan sólo una madre y esposa del director de un pasquín de tercera categoría. Vives en el plano económico-social. Yo vivo en un plano astronómico al que tú sólo podrías llegar si tuvieses un par de alas. Dices que lees mis libros “no sin interés”, lo cual es una curiosa manera negativa de expresarlo; ¿pero qué me cuentas de tu marido, el director, a quien le envié un ejemplar para que lo comentase a mis expensas? ¿Por qué ese cretino no ha publicado una crítica? Unos renglones por lo menos. ¿No hay en él suficiente sociología para su periodicucho infame? Mi próximo libro tratará de los hábitos funcionales de trabajo de la cucaracha durante la guerra de secesión, lo que presumo estará de acuerdo con sus cánones. Describiré el sistema endocrino con y sin alimento, demostrando la relación entre los cambios de clima y los períodos de desocupación. Tendrá una tapa sosa, como las encuadernaciones de los tratados del gobierno, y tipo de cuerpo menor, además de una fe de erratas al final. Es una pena que yo nunca haya leído versos de tu marido. Todo lo que sé de él proviene de Joe Gould. Joe Gould dijo que se mearía en él un día, convirtiéndolo en un hombre. ¿Es cierto eso? Como quiera que sea, es lo que me dicen. Ahora permite que te hable del nene; de la manera debida de criarlo. Cuando le das su avena, vierte siempre en la masa un poco de pis de caballo tibio. Esto le dará firmeza y con el tiempo, cuando sea director de una publicación, no necesitará que le mee encima un escritor norteamericano olvidado para hacer de él un hombre. Si quieres que se convierta en erudito, léele la traducción que hizo Kenneth Burke de The City Man; es una excelente canción para dormirse. ¿Y por qué insistes en lavar los pañales del nene? Usa Kotex. No cuesta más y es sanitario. Pide hoy una caja al Instituto Smithsoniano. Tal como aconseja el comisionado policial Valentine: “Mediante cuidado, cortesía y sentido común, usted y los suyos pueden vivir mucho tiempo y con felicidad.” Haz el favor de recordarlo. Hasta la vista, Julieta… Siempre fuiste un buen cigarro… pero bastante caro.

Firmado: Henry Valentine Miller.

¿Te ha gustado, Joey? A lo mejor se te ocurren algunas otras individuas a las cuales podamos escribir. No hace falta que ellas me escriban. Basta con que manden los nombres y las direcciones. Esta es la temporada adecuada para cartas. Si tuviese dinero, no escribiría ni un renglón más. Entraría en un bar y pediría un sándwich y un vaso de cerveza (…)”

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Al parecer estoy empezando a escribir una novela. A duras penas. Me cuesta salirme de la primera persona, del trajín de la interioridad, de la reflexión a pito de nada y de las frases como estas. Cortas. Que se siguen unas de otras. Así. De puntos seguidos. Demasiado seguidos. Cuestión que nos lleva a un ritmo atroz que rara vez se ve interrumpido por una frase larga como esta que, si lo ven bien, esta agregada de puro gusto.

Caigo en cuenta de que escribir aquí sobre mi dificultad de escribir una novela es una cuestión mucho mas holgada, muchos más rápida y grata y menos trabajada que el acto mismo de escribir una de estas cosas que se llaman novelas. Estoy cien por ciento seguro que si le contara a mi mama ella pensaría que estoy escribiendo un guión de teleserie. Hay algo malo con la palabra novela. Pero a lo que iba, yo antes creía que había entendido el sentido de la frase “escribir sobre la imposibilidad de escribir también es escribir”, pero ahora noto que la subrayé porque sonaba enredada y vagamente dialéctica. En estos instantes, en cambio, le hayo sentido y a la vez comprendo porqué Vila-Matas publica tanto. Creo que la cita es de Walser y sale en Bartlebly y compañía. Lo curioso, en todo caso, es que este es el tipo de frases que, cuando me salen en textos filosóficos, se ganan todo mi odio. Y está bien, supongo, si tomamos en cuenta que sacarle rendimientos a la imposibilidad (escribir que no se puede escribir, relatar con absoluta resolución el nerviosismo, evocar los engranajes del silencio, extenderse amenamente sobre la dificultad de comunicarnos, etc.) es un ámbito privilegiado para la literatura, un ámbito que eventualmente podría cruzarse con la filosofía cuya labor es más bien la de asaltar los fundamentos anquilosados como naturalidad del mundo y argumentar allí cuestiones, al parecer, mucho más edificantes y universales.
La filosofía no acepta la imposibilidad en tanto retrata (o rebusca) el horizonte en que los conceptos coinciden con nuestros deseos.
La literatura usa la imposibilidad como anecdotario de nuestra irónica manera de seguir vivos, es decir, de nuestras maneras.

Y de vuelta a mi imposibilidad.
Para escribir diálogos debo apoyarme en los libros que tengo aquí y de los cuales sólo puedo sacar la estructura general. En cuanto a la atingencia todo se complica pues vacilo enormemente sobre dónde y con qué regularidad meter diálogos. Cuando los releo me parecen falsos e idiotas, como si uno no pudiera nunca retratar cómo es que la gente habla realmente. Probablemente el problema este en la modalidad de la relectura. Debería releerme como si estuviese ante un autor de renombre y no ante mí mismo. O deberían devolverme luego el borrador con las correcciones a quienes se los he enviado.

Todo esto me ha hecho pensar que ser inseguro para escribir es una cosa que no suele tomarse en cuenta, no por lo menos en relación a la obra terminada. Esto, claro, a no ser que escribamos con total desplante el hecho de que uno a veces es un poco inseguro al momento de escribir (no el momento en que escribimos que somos inseguros (que es el momento de mayor resolución), sino el resto de los momentos en que no estamos diciendo que somos inseguros) y el lector deba reparar en ello e imaginar al escritor traspirando frente a la pantalla o con la mente en blanco y con las manos en el teclado o borrando y adecuando frases como si todo el mundo estuviese encima.

Se me había ocurrido que podría escribir como Raymond Carver. No lo he leído tanto como para querer imitarlo a la manera de alguien que ama a otra persona porque ya la conoció completamente, en todas sus facetas, y ahora está seguro de que esa persona no puede cambiar y puede fusionarse allí con tranquilidad, sin confundirse totalmente porque el otro no deviene. Quizá estoy diciendo solamente que quería escribir como Carver, o por lo menos partir de ahí, de la absorbente simpleza, de los relatos en que aparentemente no sucede nada y, como en Catedral, finiquitar con la extraña intimidad entre el exnovio ciego de la esposa que se ha ido a acostar luego de la cena y que ha quedado con el anfitrión, el esposo de ésta, quien le explica unas cosas que están pasando en la tele. O quizá el ciego le dibuja algo en un papel. No lo recuerdo ahora. Más fresco tengo el primer relato de Si me necesitas llámame, que se titula Leña, en el que se cuenta la fugaz estadía de un tipo en la casa de una pareja que decide dar en arriendo una pieza. El tipo se queda unos cuantos días. Se mantiene en el anonimato, no comenta nada de su trabajo ni de su familia. Un día antes de irse se ofrece para cortar leña. Y eso. Así resumido queda bastante fome. Y en no resumido también lo es pero la gracia que tiene es que uno no alcanza a notarlo. O eso me ocurrió a mí que espere en todo momento que se mataran a hachazos o que la arrendadora se le insinuara al inquilino o que éste, en medio del almuerzo, en un ataque de sinceridad, no aguantara más y les dijera que acababa de violar a su hijo y está arrancando o que acaba de escapar de la cárcel o que es gay y dejo a su familia o, en el mejor de los casos, que es el hijo que ellos, la pareja de arrendatarios, dio en adopción a muy temprana edad por falta de recursos. Quizá por eso creí que podía escribir como Raymond Carver: para finiquitar a mi manera los escenarios apacibles. Usarlos como una tela blanca sobre la cual tirar unas tres manchas, contrarrestando así un poco la ya citada reflexividad a pito de nada.

Pero todo esto es irrelevante y sólo constata mi imposibilidad de escribir como Raymond Carver. Debería leer más. Soy un pésimo lector. Aunque Salgado me diga que cada uno tiene su ritmo. No creo que me lo haya dicho así. Pero por ahí iba la cosa.

Mejor vuelvo de nuevo a esta relajante y minuciosa descripción de mi imposibilidad de escribir una novela.
Sucede que no me atrevo a inventar nada y término escribiendo las mismas cosas que escribo aquí pero de forma más cuidada y extendida y levemente retocada y, por supuesto, sin tantas i griegas (Salgado me retaría, pero necesito exponer aquí mi absoluta inseguridad acerca de cómo se escribe la letra i griega: ¿y griega, i griega, ygryega, igriega, “i” griega, “y” griega?) ¿Exagerar la inseguridad hasta el absurdo exime de cualquier concreción de la inseguridad. O nó? No me atrevo a inventar nada, digo, en el estricto sentido de que mi personaje es, hasta el momento, un estudiante que le teme al trabajo y no consigue relaciones estables. Baste con decir que en la primera página ya estaba escribiendo sobre mi mama. Pero lo borré de inmediato.
Si no hubiera querido escribir como Carver no habría tenido este problema de escribir como yo mismo.
Que ni escribiendo pueda escaparse uno de uno nó.
El otro problema son los lugares, yo con suerte me sé las calles de Curicó y algunas de Santiago. Entonces, ¿cómo escribo sobre alguien que viaja? ¿Cómo me sitúo en otra ciudad? Ya sé que existe Google, ya se que existe Facebook y gente de lugares inimaginables. Lo sé pero también tengo la extraña intuición de que no se puede sino partir con lo que se tenga a mano. La novela empieza en Valdivia. Empieza, con el personaje (sin nombre aun) en una pensión y sin dinero para pagarla (como Pregúntale al polvo, como Crimen y castigo, como cualquier cuento de Bukowski). Se supone que en unos días más viajo para Valdivia, me invitaron antes de que se me ocurriera que la novela partiría allá. En realidad podía partir en cualquier parte que no fuese Curicó o Santiago, para evitarme a mi mismo por lo menos regionalmente, así que elegí el único lugar que visitaré estas vacaciones.

Vive como pretendes escribir, dice una de las muchas citas de Paris no se acaba nunca, quizá para expulsar a la imposibilidad de la vida misma.

Última visita por mi reciente imposibilidad.
Para hacerme las cosas mas fáciles he tomado prestado el formato de los Detectives salvajes (libro que acabo de terminar) más que nada por la comodidad de no tener que hilar un párrafo con otro y en vez de eso saltarse de días o de semanas. Es una cuestión que ayuda bastante. Pero no es suficiente. Abuso del “entonces” y del “así que”. Coloco frases cuyas conexiones con el párrafo que las reclama no llega. Y se me viene encima la dolorosa idea de que no sé escribir una cosa grande y consistente. Tengo la impresión de que, específicamente en esta novela que trato de comenzar, todo se demora una enormidad y funciona como un parto, una y otra vez, un hijo tras otro, hijos que uno muele y corta y pega y hace un hijo mas grande o dos hijos tomados de la mano pero muertos o vivos pero solo en la relación. Como sea, vuelvo una y otra vez sobre las frases que quedan chuecas o rebalsadas o repetidas. Y cuando termino un párrafo es como un bloque de cemento que abrazo y le pego una palmadita en el hombro.

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ya pos marrrrrrrriela

Despierto. Escuchan música de isla de pascua allá adentro. Demasiados niños deambulando. Sudor helado. Espero la normalización de la cara. Apenas salgo de la cama agarran el play. Como ratones a la basura recién tirada. Igual que yo. Prendo esto. Escribo esto. Le digo a la Mariela por msn que acá tampoco tengo muchos amigos y que por las tardes me voy a jugar basket. Sustituyo las relaciones por ocupaciones y lo que resta se lo dejo a msn o a la posibilidad media unidireccional de conversar con una novela. O a las cartas que también se llaman meils. Mis ánimos de pandilla también están incompletos. La diferencia está en que yo soy un poco más egoísta. Pero esto último no se lo digo. Soy más egoísta pero al final, cuando ya se han gastado los recursos de andar saltando de una cosa en otra, me siento igual de solo que ella.

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1
Ojala no llevemos nada de música ni desfases de algarabía artificial, juegos de mesa sí, es mi opinión nada mas, mi opinión humilde de chilenito, y los jugos que no sean rojos los chuchesumadres. Parece que es muy complicado hacer que este lleve esto y este otro lleve esto otro, pero solo yo soy este y este otro a la vez así que ustedes háganlo así y yo llevo cualquier cosa, si se repiten no importa, el excedente queda allá.

2

Incrementando nuestro silencio beberemos el semen divino de la montaña. Seamos el ruido que no necesita corroboración ni ritmo demostrable.

3

Allá el copete es caro, que feo decir copete, pero lleven, yo una sola vez no mas me cure allá y andaba en el barro echo un desparpajo. Desparpajo es una palabra que aprendí hoy.

4

Bruno puede el domingo si es que tiene plata, quizá yo hago un harakiri y lo espero y me voy con el si mi bet no se enoja y si nico no se enoja y si yo no me enojo por decidir tal cosa.

Bruno es el Henry Miller curicano y se baña empelota en su piscina sin importar si hay visitas o no. También cocina.

5

Falta el ámbito de humos y demaces, seguramente una mariguana normal nos mereceremos; las revelaciones mediante la naturaleza deben sucedernos, no pagarlas, lo digo para contentarme y no pensar en hongos y sopas maravillosas, la mariguana ya no es revelación así que es comprable. Sopas, claro, si llevan sopas que sean así como crema de zapallo o crema de mariscos o de arvejas con tocino, esas he probado y me gustan y supongo que les gustan.

6

Massu está jugando ahora, por si acaso.

7

Velas ya dijeron. No hagan tal de llevar todos linternas, hay luz de luna que basta o debería bastarnos bastardos.

8

A mi me pasa que siempre hace falta galletas y cosas de llenar un poco de hambre nada mas. Tarros de exquisiteces o que se yo como a eso de las tres de la mañana cuando no hay ganas de hacer nada y tragar algo para dormir. Cosas congeladas, si, es la clave.

9

Recuerden eso si estas determinaciones básicas:

-no hay electricidad, se guarda la comida en algo con agua, no  puede                 guardarse tanta mierda, no lleven un cordero entero

-no hagan tal de llevar frazadas, basta con un saco: allá hay ropaje.

-puede lavarse a mano perfectamente. no lleven tanta ropa

-traje de baño para las termas naturales baratísimas

-bloqueador solar

-tacos de pool, hay una mesa normal en una casucha pero un solo taco, si consiguen lleven

-talco para bañarse de talco a la luz de la luna cantando interiormente

-si temen de antas y arañas malignas lleven dispensador con agua y cloro y ventilamos.

-allá los caballos corren y juegan como perros

-4 lucas ida y vuelta sale el pasaje

(Enero 2006)


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Cada hombre piensa que ha dilucidado el carácter de su época. Cada época se ve a sí misma como próxima a un salto que le asegurará la posibilidad de revisarse y reposar. Nadie es tan arrojado como para revisarse y botarse en vida. Sin embargo, el cura de Pan en tu camino me dice que se trata de “morirnos y resucitar en nosotros mismos”. Cioran agrega que “nada significa hablar de liberación a partir de una humanidad apresurada que ha olvidado que no se podría reconquistar la vida ni gozar de ella sin haberla antes abolido”. Por otro lado, mi mama al teléfono me dice “si tú estai bien yo estoy bien”. Y yo creo que todos tienen razón.

(marzo, 2006)

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Soñé que mi papa me llamaba por teléfono desde un lugar que yo no sé cómo adivinaba que era un lugar de vacaciones y eso me ponía muy feliz. También soñé que un antiguo dios nos habría una pirámide. Mediante una serie de movimientos y frases se habría un pasadizo y, desde allí, nos podía hacer llegar hasta un cementerio con nombre chileno, pero por debajo, a unos caminos que conectaban las tumbas. Yo me atrevía a ir con un acompañante x más que nada porque intuía que estaba soñando y que podría despertar a voluntad. Y también soñé que había una fiesta de proporciones. La organizaba Jamón en la casa del Arturo, un compañero del colegio que en el sueño ni se veía, solo su casa que ahora era una especie de mansión. Estábamos los de siempre pero de pronto empezaba a colarse gente y yo me ponía en la puerta a interponer el paso pero seguían pasando y finalmente me daba por rendido. Entonces Feli llegaba corriendo desesperado y me decía “acabo de matar dos caballos amigo, y no me arrepiento”.

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Lean a Ivan Rojo

He estado mirando otros blogs, todos sumamente aburridos (eximo, por cierto, a mis gloriosos links). Veo al azar o por temas en la página inicial de wordpress y nada. Las fotos suelen verse mal con los textos. Los textos suelen verse mal por sí mismos. La profundidad que uno se encuentra es terrible. Es como púrpura y delicada. Es individual y tediosa. Y es asombroso. Encontrar constantes en las distintas maneras de expresarse textualmente es asombroso pero en un sentido que no lo hace a uno seguir leyendo sino, cuando mucho, decir aquí, y en ninguna otra parte, quizá porque a nadie le interesa, que es asombroso y nada más. Aunque quizá ni aquí interese. Y da igual. No he encontrado nada que valga la pena salvo http://ivanrojo.wordpress.com (haber puesto solo Iván Rojo quedaba mejor, lo sé, pero no tengo idea cómo se hace para hacer que un nombre sea link y si alguien sabe me lo postea aquí). Son unos parrafazos. No se de qué otro modo decirlo. Uno no sabe si el tipo ha sonreído alguna vez en la vida, pero eso no es un tope para leer esta especie de diario de vida de un ácido oficinista que juega a dos bandos, por un lado poniendo la cara institucional, escuchando al jefe que le habla de la muerte de su mascota, y por otro elaborando estas notas marginales que serian motivo de despido en cualquier empresa. Sé que decir “ácido oficinista” suena como a presentación de una serie de televisión así de HBO, sin embargo, y como decía denante, estoy hablando comparativamente, dentro del universo de los blogs, y este me parece notable. Recomiendo entonces ese blog. Yo lo metí a Word y en marzo lo imprimo gratis y queda como lectura de baño. Pueden hacer lo mismo.

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