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Archive for marzo 2013

febrero

Se piensa distinto arriba de la bicicleta, a la hora en que la ciudad ya se acabó. Una extraña o material sensación de tranquilidad, de que la jornada ya terminó. Los runners, los paseadores de perros, las señoras regando, la ausencia de autos, la temperatura exacta. Disponer de la totalidad de las calles. Llegamos hasta Pocuro con F que andaba jugando a la pelota. Lo dejé en plaza italia y seguí dando vueltas, improvisando calles. Al menos ya no me pierdo tan catastróficamente como antes, o también: perderse en bicicleta es algo menos notorio que perderse a pie. Escuché dos veces el Impulse de Coltrane: ida y vuelta. Vi un accidente de vuelta: la moto en el suelo, echa mierda, y el momento en que echan la camilla con el tipo a la ambulancia. Seguí andando con más cuidado, durante unos minutos pensé que podría haber sido yo. Después seguí pensando en cualquier cosa.

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John and Mary (Peter Yates, 1969)1

John and Mary, Peter Yates, 1969. Lo mejor que he visto últimamente. Todo parte con un Dustin Hoffman que se hace el dormido mientras Mia Farrow recoge su ropa, sus cosas, y husmea la casa que, como se intuye, le es totalmente extraña. John (Dustin) la ve levantarse, husmear, y cuando Mary (Mia) se da vuelta, John vuelve a hacerse el dormido. Él desea verla de verdad y por eso trata, kantianamente, de omitir el efecto de su mirada; ella, un espíritu libre, simplemente se levanta desnuda, pasea y eventualmente se pone una bata. Él calcula pero desea el asombro; ella se deja llevar pero quiere alguna permanencia. La historia que sigue, sin ser aburrida, es clásica: ni Mary ni John quieren parecer desesperados por tener una relación seria, pero tampoco quieren resaltar el carácter transitorio de una aventura, porque quizá realmente se gustan, o se van a gustar, cosa que aún no saben bien, entonces todo se les va enredando, hasta que al final se desenreda. Ahora, lo que deja de ser clásico, lo realmente bello de esta película (aparte de las actuaciones y todo), son los recursos, cómo se cuenta lo que se cuenta (la máxima hegeliana de “la forma da forma y contenido” se aplica totalmente en este caso). Y se trata de una simple voz en off, un subtitulo que va mostrándonos todo lo que no dicen los personajes y que tensiona y contextualiza cada frase y cada gesto de los amantes. Por debajo de la película oficial, avanza otra película. La independencia de Mary y una relación reciente de John (de la cual aun guarda vestigios la casa de éste) van horadando poco a poco la imagen que cada uno se hace del otro, y todo ese contenido, al no poder salir en el momento correspondiente, se va distorsionando. Y eso es el amor: lo que va hilando el recorrido de la distorsión, del desfase. Todo lo no dicho se les va amontonando, pero no es un caos, no para uno, el espectador, que asiste, línea a línea, cuadro a cuadro, a la distancia especifica entre lo no dicho y lo dicho. Y eso, ese pequeño recurso, ese explicitar el desfase que es el sujeto, lo empapa todo de una complejidad que, según entiendo, no era muy popular en los romances sesenteros (pero creo que esta película es hermosa más allá de este dato cuantitativo).

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“Ahora nada me da miedo: si no me dan trabajo, viviré en el pueblo; criaré cerdos, ocas, cuidaré el huerto y ¡los mandaría a todos al diablo!” (Andréi Tarkovski, Martirologio, Diarios 1970-1986)

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“¿Puedes concentrar tu fuerza vital y lograr como el niño el más alto grado de debilidad?” (El Tao de la gracia, Lao-Tzu)

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“Era la primera vez que me apuntaban con una pistola, y me maravillé de lo cómodo que me sentía y con qué naturalidad aceptaba las posibilidades del momento. Un movimiento en falso, una palabra equivoca, y podía morir sin motivo alguno. Esa idea tendría que haberme aterrorizado. Debería haberme impulsado a salir corriendo, pero no sentí deseos de hacerlo, ninguna inclinación de interrumpir el flujo de los acontecimientos. Una inmensa y horripilante belleza se había abierto ante mí, y lo único que quería era contemplarla”.
(Paul Auster, El libro de las ilusiones)

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Isabelle Huppert curándose con Soju en una película coreana. Anoto en un cuaderno: “embriagarse con soju alguna vez”.

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Curicó Unido vs Barnechea FC. Primer partido oficial del año. Me encuentro con un amigo de Curicó que no veía hace ¿10 años? También viene mi papá en los buses de la hinchada. En el camino van sumándose conocidos y también desconocidos con la camiseta de Curicó. El chofer del transantiago que nos deja en san Carlos de Apoquindo ha saludado y se ha despedido correcta y lentamente de cada persona que ha bajado y subido a su transporte. Otro mundo. Nos deja en la puerta misma del estadio. Con uno menos durante casi todo el partido, ganamos 2 a 1. Ni Curicó ni Barnechea son lo que eran el año pasado.

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Tres partidos ganados y un empate. Este año Curicó sube a primera sí o sí.

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Sueño: sigo a un guardia que se lleva a alguien por estar robando en el supermercado. Van en un ascensor y me subo. Los dos deben tener la misma edad. Sus rasgos no son muy distintos. Parece que me he subido a propósito al ascensor, el hurtador lo sabe, el guardia lo sabe, y parece que también sabe que voy pensando que los supermercados merecen ser robados, porque lo siguiente, y lo único, que me dice antes de que me baje del ascensor es: “¿Entonces dime, ¿cuál es la represión correcta?”. Me bajé del ascensor y me escabullí por unas escaleras interminables, sin poder contestarle nada.

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El otro día, Ignacio Agüero, 2012. Pillo este documental gratis al frente del MAC. Voy sin ninguna expectativa, sin siquiera recordar que es el mismo que hizo el Diario de Agustín, lo único que, ya hace años, vi de él. La cámara se queda en la casa, en los gatos, en los pájaros, en el patio, en las fotos familiares. A veces hay relato, a veces no. Suena el timbre, Agüero deja la cámara filmando, conversa con el visitante de turno (cartero, vagabundo, etc.). «Bueno, usted vino a mi casa, yo mañana iré a la suya», le dice al primer visitante, y allá parte con su cámara. Un poco como Herzog, que va dejando escurrir el documental, yendo hacia el obstáculo en vez de sortearlo, pero solo un poco, porque aquí el azar está determinado.

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Que la realidad entre, se cuele. Que la letra o el sonido o la imagen se deje también capturar. Escribir sin que el lápiz toque la hoja. Para después poder escribir encima de un objeto firme. Tomar en vez de crear. Tomar y devolver. Atestiguar. Reordenar. No crear nada. No crear conciencia. Devolver, sí, pero nunca devolver lo mismo que se ha tomado. O crear solo embudos. Llenar de citas y narración. Narrar siempre la posibilidad por encima de lo dado. Literalmente por encima. Ej.: subvertir la lógica de los noticiarios, cambiando solo el texto. Lo mismo con la publicidad. Rayar ya no los muros sino la forma misma. El miserable estado representacional del mundo pide a gritos que ejerzamos el milenario derecho a escribir por encima de la escritura ya muerta. El genio no es necesario, el diploma menos. ¿A quién podría interesarle formar parte de una vanguardia, cuando está la oportunidad de hacer algo concreto y útil, que puede o no ser arte? “El mundo ya está filmado, ahora se trata de cambiarlo”.
Sueño con que hagamos un (mini)documental, querido S.

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”La dureza y la fuerza son satélites de la muerte. La flexibilidad y la debilidad expresan la lozanía de la existencia”. (Zerkalo, Tarkovski)

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No esquivo la blasfemia, ni el veneno.
La muerte no existe,
inmortales son todos. Todo es inmortal.
No hay que temer a la muerte ni a los diecisiete,
ni a los setenta. Solo hay luz y realidad.
No hay oscuridad ni muerte en este mundo.
Ya estamos todos en la costa del mar
y soy de los que recogen las redes
cuando en cardumen viaja la inmortalidad.
Llamaré a cualquiera de los siglos,
entraré en él y en él construiré mi hogar.
Vivid en la casa y la casa existirá.
(Arseni Tarkovsky)

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The Walking Dead, S03E11. Andrea podría haberse fabricado un escudo de zombies en 360 grados e ir escondida en medio. Podría habérsele zafado un zombie-guardián, empiezan a entrarle zombies, pero lo arregla. Ideas como esta se le ocurren a uno porque ya le están poniendo mucho color con que la amenaza ahora son los humanos. Ya se entendió el punto, ahora podrían volver a compensar. Falta el toque clásico de Romero, la distensión, la comedia. Podrían mezclar ambas amenazas (zombies, humanos). Por ejemplo, este episodio: al darse cuenta que, ante un ataque del Gobernador, están en desventaja numérica, se les ocurriera esperarlos con trampas a base de zombies, en los arboles, bajo tierra, camuflados… ¡por último una catapulta que tire zombies! Así este capítulo podría haber terminado con alguna frase para el bronce del tipo: «no solo somos 10 tipos encerrados en una cárcel, somos cientos», y ahí una toma aérea de la cárcel y sus alrededor repletos de zombies.

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