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Archive for octubre 2009

todo el invierno cabe en un día

Todo el invierno cabe en un día,
el tragaluz arrítmico lo sigo con los dedos,
vuelto frazada nada es aun.
Espero a que sea.
Retrocedo en el sueño.
Era una rubia y le pegaba una patada en el hocico.
No recuerdo bien.
Contra la almohada los dedos
van llevando un ritmo:
en todo arbitrarios dedos
que deducen y siguen ritmos
desde la materia informe.
Al principio era el ver volver al verbo
con el hombre entre las piernas.
Espero inmóvil el carácter del día,
el material que me niegue bien,
lo suficiente como
para poder subrayar unas cuántas horas,
guardarlas lo que se pueda
no es pedir mucho,
toda fe es un otro
en la coincidencia de nuestras pequeñas muertes diarias
cuando la forma del cielo cae garganta abajo
sólo está el otro y su demora.
Perdí el ritmo del agua,
tuvieron conciencia los dedos,
el ruido de la cocina le remplaza en su lejanía amable,
la suma de olores invita,
hay veces en que los días entran de espalda por la puerta,
o llegan como un bloque de horas amarradas por pasos,
a ver si hoy no se sueltan los nudos
y cubrimos todas las bases.
Aunque se nos diga eres llovizna o garuga
o tierra seca
se ofrece uno como ventanal de tren
sin promesa de paisaje ni clima ni vacas pastando
la pura ranura,
una ranura que mira por otra ranura
un forado con manillas,
estar a la mano,
llevar el esqueleto invernal
hacia cualquiera que adivine
este clima desprovisto de mundo
este clima desprovisto de objetos
no podía levantarme era sólo un clima nulo
un cielo de frazadas lentas no podía,
pero finalmente he salido a caminar con el imposible prójimo
que mojado queda más cerca.
No tanto, pero algo, algo del desamparo se intersecta.
El invierno cabe todo en este día,
el pichi es borrado de las esquinas,
y llevado con el jugo de ciudad por las alcantarillas.
Me gustan las barbas mojadas que les cuelgan a los perros,
un trote certero no importa hacia qué,
o las señoras que corren y cubren inútilmente sus peinados
con pequeñas carteras aun más inútiles.
Si escurriera no seria la sal,
ni el azúcar,
sólo una nota más dentro
del leve azote de todo en todo.

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“En todos los países del mundo sin ninguna excepción,
se concede tanto espacio a la criminalidad
como si se tratara de una novedad cada nuevo día”
(Michel Foucault)

¿De que nos sirve enterarnos de los pormenores de cierto accidente de transito, o de que un león se escapo de un zoológico, o saber el nombre de un tipo al cual lo han estafado 100 veces? Las noticias podrían perfectamente ser un compendio de datos duros bien distribuidos al servicio de la población y no una selectiva y cuidada producción espectacular de imágenes y formatos novedosos para incrementar el rating. La imposibilidad de que la ciudadanía se vea efectivamente reflejada a sí misma y genere reflexiones inéditas estriba precisamente en esta lógica televisiva de la información que se da en todo tipo de ámbitos y que consiste en quedarse de sobremanera en lo local, en el intimismo del detalle que se vuelve universal mostrando todos los ángulos posibles en una especie de imaginario estético-ilustrado en el cual conocer algo es hacerse de todos sus escorzos, como si las cosas fueran en sí mismas lo que son y bastara, para aprehenderlas, con establecer un promedio de todas las perspectivas. Eso es complicar y no complejizar. Y toda esta cuestión se hace pasar por servicio a la comunidad siendo que nunca nadie ha establecido ese contrato social: si a alguien de mi familia le pasa algo no me interesa que la TV este ahí para contármelo, en serio, prefiero que usen ese tiempo en hablar sobre la muerte, que pasen un corto, o que se queden callados mirándose los pies. Y es que el control de la información pasa por la apariencia de diversidad que generan los medios, y no notamos que, si no fuera por la necesidad (creada) de simpatizar con el televidente (o sea la necesidad estructural de considerarlo un consumidor de imágenes), quedaría bastante espacio para poner en juego esos datos duros y discutir, de modo que las relaciones mismas entre los datos pudieran irse volviendo, a su vez y progresivamente, datos, aportando así a la lucidez que se necesita para comprender las redes del poder, es decir, posibilitando que el ciudadano común y corriente incremente su capacidad de relacionar todos los ámbitos que se han naturalizado como separados para volverse un sujeto crítico que ya no padezca a la historia. Seria razonable que dejaran de mostrarnos las imágenes de los distintos accidentes de transito, de los distintos accidentes aéreos, de las infinitas formas de asaltar a alguien, de las distintas formas de vacacionar, de las distintas formas de amar, y que en vez de eso se nos diera una estadística al día con los lugares y los muertos, o mejor aun, que eso estuviera en una base de datos accesible a todos. Pero no, los medios se vuelven fin en sí mismo, en las artes el diagnostico general dice que los recursos representacionales son el nuevo insumo, y lo mismo sucede con la literatura (Vila.Matas, por ejemplo con sus novelas metaliterarias). Es el momento estético de la época, de manera que esta petición ética que le hacemos a los medios debería inscribirse en una pregunta mayor ¿Son responsables los medios de su estética y sólo les queda sumarse al estado representacional del mundo o estamos en posición de demandar legítimamente que corten su gueveo espectacular ? Oimos el llanto desconsolado de una madre ante el cuerpo de su hijo se vuelve una noticia, la cámara hace un zoom, comienza una penosa música, el periodista le pregunta cómo se siente –sacodegueas- ¿Era necesario? ¿Qué se creen estos ingeniosillos? ¿Qué argumentos los respaldan? Esta bien condimentar la vida, sí, pero para eso uno escoge su propia literatura, su propio pedazo de cultura y arte, estoy en mi pieza y si me da la gana el soundtrack es Toe o Coltrane, de manera que lo mínimo que se le pide a las instituciones (a la tele, en este caso) es que la corten con lo de la objetividad, pues es todo lo contrario: les pedimos su apuesta, que si van a hacerlo, por lo menos nos digan porqué, o sea, ¿Por qué deberíamos saber qué tendencias vienen en la moda?, ¿Tengo que saber que tal o cual futbolista tiene un hermano que vende drogas? ¿Tenemos que informarnos necesariamente de que tres adolescentes mataron a golpes a otro tipo?, ¿Tiene que durar tanto cada noticia? El tiempo que se pierde en la intimización del hecho podría usarse en la universalización que se conseguiría poniendo en circulación esa información y ligándola rápidamente con otros hechos, pero no, no funciona así porque al ciudadano se le toma por alguien que debe ser continuamente sensibilizado y, en consecuencia, moralizado y socializado en pos de conseguir ciudadanos confiables y productivos, ciudadanos infantiles al cuidado de la biopolítica que ellos mismo producen y conservan. Esto explicaría de algún modo el “cómo se puede obedecer al poder y encontrar en el hecho de la obediencia placer, que no es masoquista necesariamente” . O si no veamos como goza el niño que recién esta incorporándose en la ley, recordemos cómo le recuerda a los adultos faltas menores como decir un garabato, o equivocarse en una palabra, sintiéndose allí en una comunión con algo mayor: La Ley. Esto mismo se repite en el escueto modo en que la gente en su casa se queja de lo malo que esta el mundo que se ve en la TV a través de las noticias. Y para qué decir lo interesante que seria ligar esta reflexión a algo bastante obvio que nos comenta Foucault sobre la delincuencia y su utilidad: “la delincuencia tiene una cierta utilidad económico-política en las sociedades que conocemos (…) cuanto más miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial”. O en otras palabras: la policía no tiene una finalidad, no pretende acabar con la delincuencia, sino que pretende estar siempre acabando con la delincuencia, del mismo modo que la política no plantea su fin sino que se mantiene como la administración de la sociedad y sus leyes. Sin embargo, incluso suspendiendo esta aporía constituyente, la inutilidad de las imágenes y el esfuerzo cuantitativo de los noticieros sigue en evidencia si optamos por una perspectiva crítica en vez de la implícita infantilización de los ciudadanos.

(colaboración para la revista artecurico, gracias bruno.)

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“Por las noches, en un cuarto oscuro, con una pequeña y dura cama arrimada a la pared, sin lámpara para leer, iluminado por algún resplandor lunar que se filtraba a través de la exangüe claraboya, me metía el índice en la nariz, fabricaba pildoritas y las pegaba en la pared empapelada de celeste. Durante ese mes, poco a poco, con mis mocos, fui dibujando un elefante. No se dieron cuenta porque nunca entraron a asear o a hacerme la cama. Al cabo de un mes, el paquidermo estaba casi listo.”

“Frente a mi se sentaba una anciana con la espalda en forma de gancho, que había perdido todos los dientes menos uno colmillo de la mandíbula inferior. Cada vez que le servían la sopa, escarbaba en su bolso sarnoso, con disimulo extraía un huevo y, con gesto tembloroso, lo quebraba contra su diente huérfano para vaciarlo desde lo alto en el liquido insípido, salpicando el mantel y mi libro. Yo imaginaba a la vieja acuclillada en su cuarto, como una enorme gallina desplumada, poniendo cada día un huevo en lugar de defecar. Asi como había aprendido a vencer el dolor tuve que aprender a dominar el asco. Al final del almuerzo y la cena, se despedía de mí besándome las mejillas. Yo obligaba a mi boca a sonreír.”

“A los diez año ya pude comprender que para mi la familia era una trampa de la que debía librarme o morir.”

“Un digno notario, desde las seis de la tarde, emborrachándose en los bares, se hacia llamar El terrible tetas negras. Mucho se celebraba la manera que tuvo de abordar a una parroquiana: “Señora, yo también he sido mujer: hablemos de vaca a vaca”.”

“No sé por qué divina inspiración a Lihn se le ocurrió ponerse a ladrar con más ferocidad que los canes, mientras galopaba a cuatro patas. El terror le otorgo un volumen de voz descomunal. No tarde en imitarlo. En un instante, de perseguidos, pasamos a formar parte del grupo perseguidor. Los canes, desconcertados, no intentaron mordernos.”

“En una reunión de la academia literaria, Lihn y yo comenzamos, dando gritos de horror, a sacarnos de todos los bolsillos carne picada para bombardear a los asistentes. (…) Frente a una terraza de un café, vestidos de mendigos, sacamos un violín y una guitarra como si fuéramos a tocar. Rompimos los instrumentos musicales dándoles contra la acera. Le dimos una moneda a cada parroquiano y nos fuimos (…) En la conferencia de un profesor de literatura, en el salón central de la universidad de Chile, con trajes de explorador, nos acercamos gateando a la mesa del orador y, con melodramáticos quejidos de sed, nos peleamos por beber el agua de la clásica botella (…) Disfrazados de ciegos y llorando hicimos cola para entrar a un cine.”

“El acto poético debe ser bello, impregnado de una cualidad onírica, prescindir de toda justificación, crear otra realidad en el seno mismo de la realidad ordinaria (…) el acto poético debe buscar la construcción y no la destrucción.”

“Si el arte no sana no es verdadero.”

“triunfar en Paris es muy fácil, sólo los primeros cincuenta años son difíciles” (Roberto Matta)

“El sueño lucido nos enseña que en ningún momento estamos sólos, que la acción individual es ilusoria.”

“Llegué a la conclusión de que debía inducir a la gente a actuar en medio de aquello que concebían como su realidad.”

“No se puede eliminar una angustia, un miedo irracional, tratando de razonar con el consultante para demostrarle que aquello que teme nunca le puede suceder. Lo que hay que hacer es empujarlo hacia la angustia para que realice, metafóricamente, lo que tanto teme.”

“El problema del perfeccionamiento se cura aceptando mostrarse, ante quienes lo exigen, más imperfecto de lo que se es.”

“El inconciente toma los símbolos por realidades.”

“Desprenderse del condicionamiento fetal, luego el familiar, luego el social.”

“Para que nazca un pollo, la gallina debe picar la cáscara del huevo desde fuera, mientras que el pequeño la pica desde dentro.”

“La certeza imitada debe ser total.”

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amores caca

«Pienso en los tipos de amor. Mientras voy en el metro y miro, pienso en todos los tipos de amor que tengo frente a mí. Ella tiene un niño tomado de la mano y de la otra mano del niño sale una mano que será de él. Ella lo mira con cara de mira imbécil como me tenís, me hiciste un hijo, estoy fea, gorda y vieja y por tu culpa y por culpa del crío. No tengo vida, ni amantes, ni diversión. Te tengo a ti mi huacho que me hacís rabiar pero tengo que quererte porque no me queda otra. El la mira con cara de puta que estai fea y desgastá y puta que me molesta estar contigo pero (al igual que a ti) tampoco me queda otra. Y se bajan en la estación que sigue y pueden fingir de uno u otro modo, que son medianamente, felices. En otro rincón tengo a los típicos jipis culiaos que se aman con su amor jipi de paz y amor y dibujan corazones en el cielo, donde claramente, no hay corazones. Están otros que se aman y de eso no cabe duda alguna, pero se aman feo, se aman poco estético, se aman melosamente, se aman besuqueadoramente, y tampoco, es un amor que me interese mucho. Menos mirarlo. Viendo las lenguas. Los abrazos a toda hora. El gordito y mi chanchita. Otros, a lo lejos se miran nada más. Ella le abraza tiernamente, sin improvisar demasiado. Sonrío. Casi lloro. El se deja abrazar»

(M. N.)

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a falta de matinales

Echo de menos la tele. El ruido de la tele. A todos los odiados los hecho de menos. Despierto a las once y quiero matinales que acompañen el desayuno. Los odio pero necesito ese ruido familiar. Mirar a la Tonka Tomicic hablar gueas. Algún reportaje idiota filantrópico de sacar de las drogas a algún infeliz y el conductor lo moraliza amablemente en pantalla, sintiéndose el mejor gueón del mundo. O los irritantes móviles en la calle. Esa personalidad de periodista-aborda-gente. O los concursos y las dueñas de casa que llaman. Tomo desayuno sólo en esta casa. Lo primero siempre es abrir las ventanas. Me siento unos segundos en la mesa pero me paro. Pongo una película que arrendamos ayer, una de Steve Carrell, una comedia romántica a las 11 de la mañana, con dos cafés al hilo, pone buenas caras este tipo, pero la película no es tan chistosa ni tan nada.

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Curicó Unido vs Ñublense

Llegamos dos horas antes para tener buenas posiciones. Leo unos relatos cortos de Lamborghini y mi hermano lee unos cuentos tontos para niños. Él me lo ha hecho saber así. Y que bueno que las moralejas dejen de tener sentido, incluso para un niño. La cancha se ve perfecta desde arriba, como una mesa de pool. Es bueno cuando todavía no ponen las cumbias y regetones y se oye el puro murmullo de la gente. Ni a mi ni a los viejos de tribuna nos gusta el regetón tan alto. “Ya pusieron sus cagas” grita un viejo de yoqui al lado mío. Apruebo con un movimiento de cabeza. Ya pusieron sus cagás. Ni siquiera hace tanto sol y este viejo lleva yoqui. Hay gente que usa yoqui, o cualquier cosa, porque ya lo hizo durante mucho tiempo no más. Y todavía ponen esas canción de los paralamas “una partida de fuchibol” o como se llame, como si Bersuit Vergarabat no existiera, como si no hubiera otra música futbolera. Como antes, cuando estábamos en segunda, y al salir el equipo a la cancha ponian esa canción futbolera de Los Miserables “sueños de niñez, pichangas de barrio, caras sucias, sudor y barro, sudor y barro”. Era bonito eso. Como que pegaba.

Cuando falta poco más de una hora un hombre de –según él mismo- 79 años se nos acerca a todos hablando en voz alta. Entre las manos lleva una tabla con un sujetador del que cuelgan un montón de papeles. Nos dice que tenemos que alentar al equipo, que el hace cincuenta años casi hizo caerse el estadio, que le decían el Canilla. Entonces se pone a cantar, nos alienta a que empecemos a cantar y el partido aun ni empieza. Nadie lo sigue. De su tablita que pareciera ser de un entrenador profesional saca una hojita. La mano le tiembla más que la chucha. Me pasa la hojita en la que está el canto escrito. Es una hoja de cuaderno en la que está tres veces el mismo párrafo escrito con lápiz escripto, con la típica letra de abuelito. La doblo en tres, le paso saliva, corto tres pedazos, paso dos y me quedo con uno. La cuestión dice:

Vamos mis 11 leones en la cancha tenemos que ganar.
En la banca con L. Marcoleta,
En la casa los tres puntos tienen que quedar.

Así que ahí está parado frente a nosotros cantando esta cuestión cuando, en algún momento, se pasa de la contemplación al gueveo general dentro del cual está permitido, quizá para salir del paso, que se le pida al octogenario que se bese con la señora que vende los números de la rifa quien, por cierto, es quien empieza el “¡el beso!, ¡el beso!, ¡el beso!”. Cuando llega mi papá le pregunto por el Canilla y efectivamente existió, lo conoció, y es un veterano que siempre acompañó al equipo.

Ñublense trae barra. Unos nueve buses. Hacemos el primer gol a los tres minutos y toda las graderías de enfrente son cubiertas por una sola bandera así de 80×15 metros. Acto seguido sacan una bandera robada a los cabros de Ñublense hace ya varios años y la ponen al revés. “Ñuuuuble, conchetumaaaadreee, la bandera, la tiene tu papaaaa” y así. El partido termina tres a cero. Entremedio una lluvia de piedras, conatos varios, los pacos aplacando y al final, desde los de Ñublense, una bengala en horizontal, un misilazo hacia los Marginales, con un sonido perfecto trazando la cancha por arriba de los jugadores. Al rato pedían una ambulancia, supongo que por eso. Al final todo se pone raro, le llega un pelotazo a una carabinera, el partido se para, están los 22 jugadores apelotonados al centro de la cancha, echan a uno de Ñublense, los pacos echan lentamente a los chillanejos a sus buses, los perros corren bordeando la reja y ladrando, como si comprendieran que hay que meter ruido no más, piden calma por altoparlante, es gracioso que alguien con voz serena pida calma por altoparlantes mientras en tribuna estamos todos gritando porque sí y porque no y hasta por si acaso, total ya ganamos. Pitazo final y bajamos, quedamos en el pasillo que se forma para palmotear y felicitar a los jugadores saliendo de la cancha, mi hermano les da la mano a todos y se ve feliz. Esperamos que abran las puertas y salimos, mi papá camina hacia la farmacia y nosotros hacia nuestra casa, ahora al lado del estadio.

(Domingo 18 de Octubre)

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Atrasado y deficiente en lo poco y nada que hay de universidad. Son misteriosos los caminos de la pereza y la evasión. Es como si nunca fuera necesario hacer lo que hay que hacer, se abren los Word pero se pasa a otra cosa, se termina haciendo otra cosa, leyendo otra cosa, escribiendo otra cosa (esto, por ejemplo), y uno queda esperando el impulso que no se sabe de dónde debería venir.

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me cambié de casa

A las 11 llega el camión. Ven mi camiseta de Curicó y me preguntan cómo nos va mañana. Traemos muebles y cajas y ellos hacen el tetris. Son dos viejos de pura fibra vestidos como leñadores. Y se nota quien manda a quien. Al mediodía ya está todo descargado acá en el Boldo. Hay pasajes y niños y árboles y todas esas cosas. La misma calle de hace años cuando vivíamos al frente en una casa más grande. Los mismos amigos que antes tenía mi hermano ahora lo pasan a buscar pero este gueón pone excusas y no sale: sólo conoce a un par, o han pasado muchos años, no sé. Al tercer intento, cuando su amigo pasa sólo, salen con unas raquetas. Mientras tanto ordenamos, armamos las camas, barremos, todo eso. El Pedro, el pololo de mi mamá, arregla todos los enchufes malos, que son todos, compra el terminal del gas y se raja con unas pizzas para almorzar. Si no lo viniera recién conociendo lo abrazaría –y creo que, después de almuerzo, cuando llegó con ampolletas, cables, cortinas de baño, y un montón de gueas que faltaban, dije esto mismo en voz alta, sin asomo de vergüenza-. Entonces lentamente las piezas van tomando forma. Mi pieza da a la calle y entra el sol. Finalmente una pieza con harta luz. El play queda en la pieza de mi hermano. El computador en la mía, junto a la ventana. Por el momento no tendremos ni tv cable ni Internet. Tampoco tenemos microondas ni lavadora ni hervidor ni etc. Pero dado el espíritu, no importa. Cuelgo mi camiseta de Curicó en la ventana y pongo a la Mala Rodríguez mientras vacío cajas. Después barro el antejardín. De vuela a la tierra el polvo. Colgamos la bandera de Curicó Unido en la ventana y mi mamá dice que se ve rasca. Acordamos en que sólo los domingos la pondremos. En el almacén de al lado compramos una bolsita de lavalozas a 200 pesos. La misma señora que ya había borrado de mi mente es actualizada en tres segundos y me comporto como si antes hubiésemos tenido algún tipo de relación importante. “Nos cambiamos al frente ahora”, le digo alegremente -el cinismo moderado no daña a nadie-. Vuelvo y me doy cuenta de que no lavaba loza en Curicó hace años. Tampoco tenemos el cuestión de secar la loza. En el patio hay envoltorios de frugele, de papas fritas, tapas de cerveza, pedazos de tablas, hasta me imagino la cara y el modo de vida de los antiguos habitantes, los veo sentados en el patio en calzoncillos comiendo y tomando y botando la basura al pasto que, según ellos, a medida que crece, tapa. Hay que querer bien poco un lugar para echar basura en el patio, me digo mientras voy echando en una bolsa las basuritas. Estoy hediondo y cansado. Tomo una ducha helada no más porque aun no ensamblan no sé qué cosa del gas. Y esto ya parece una casa. Ningún mueble tiene que ver con otro, pero es simbólicamente concreto y viceversa.

En la noche vemos la era del hielo 3 con mi hermano. La misma manada disfuncional de las otras dos películas sólo que ahora se le suma la elefanta ésta que está embarazada y las dos zarigüeyas, todos unidos en la búsqueda de Sid. Los chistes eran mejores en la 1, o sea Sid era realmente tonto. P se queda dormido a la mitad pero igual termino de verla. Es raro estar sin tele ni internet ni ningún ruido o representación del mundo en una pieza que aun no me calza. A las once ya están durmiendo aquí, la pieza de mi mamá es alumbrada por una vela que hace que todo esté en movimiento, escucharía la radio, si estuviera en Santiago eso sí, porque las radios de acá si que dan pena.

(Sábado 17 de Octubre)

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Cotita_xih@hotmail.com
si eres feo
agregame

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para escribir menos

Me tomé una pastilla pa dormir. Miro a la Ellen Page en Mouth to mouth, ni siquiera con que sea bonita se arregla la pelicula, puros jipis libertarios, una secta, unos furgones llenos de rebeldes pelolais americanos, el reverso penca de la tierra de las oportunidades, y la niña bonita engatuzada por ser adolescente incomprendida, arrastra incluso a la mamá y obvio que termina arrancándose. Fome. Esta pantalla ya no sirve para ver peliculas. Pensé que no debia escribir sino hasta que sucedieran un par de cosas, porque ya todo nuevamente se está pareciendo, cuando no escribo en general tiende a ser eso: seria ya sacarle mucho jugo a la mismidad en vez de hacer algo concreto. Le dije a la Betania que yo ponia no más los escritos penosos que uno tiene, pero después le dije que era mentira, que en realidad lo impresentable quedaba en los muros del guor no más, o en los meils con la Eileen. Tengo las anotaciones del congreso de filosofia para traspasarlas, pero me da paja, o sea a quién le importa. Y lo mismo con un montón de citas de entrevistas a Lihn. O unos pedazos de poemas de Maiakowsky. O poemas a medias. Cuando me hice el blog lo pensé como un soporte de inclusividad de todo lo que escribo. Para tener citas a mano. Los trabajos de la u. Los poemas. Todo. Como si fuese a llegar un momento de reseteo en el que necesitara saber quién soy o acordarme de alguna época en particular. O decir, bueno, esto soy, más o menos. O morir y dejar como herencia un blog. En términos futboleros, si el campeonato acabara aqui, seria lo único que podria dejar, y de algún modo seria un orgulloso equipo de segunda que ni baja ni sube. Quiza tenga que ver con que nunca he tenido camara fotográfica -asimismo como nunca tuve consolas de videojuegos y en cambio me dediqué a la creatividad infantil de la cual ya no hay rastros-. La pastilla comienza a ablandar por dentro y soltar unos pelillos en los ojos. Escribo directo aqui en la cuestiòn de crear entrada asi que no cuenta como dilatación o evasión de lo real. Escribir ya no es detenerse y sacar conclusiones favorables. Tendré que escribir menos no más, hasta que me lleve por delante, como Bukowski decia que debia ser.

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mujer cabeza de perro

Soñé con una mujer con cabeza de perro. Me invitaba a acercarme, hacia esos movimientos tiernos que hacen los perros con la cabeza, el resto de ella estaba bastante bien, entonces me acercaba y al besarla mi cabeza también se volvía de perro y nos escruceábamos.

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poesia militar

Soñé que me ganaba el concurso de poesía del Mercurio pero me rechazaban por no haber hecho el servicio militar.

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un Teillier cualquiera

Mientras almorzamos derrumban las dos casas de enfrente. Estacionamientos para el Unimarc, y por añadidura un poco más de cielo. Comemos y miramos por la ventana, quizá porque ahora, con el robo legal de VTR, hay una sola tele con cable. Los tractores se pasean recogiendo los últimos restos, amontonándolos. En la tarde pasamos con Bruno cruzando en diagonal por el rectángulo de tierra. Queda todavía papel mural. Me cuenta como ha terminado su ultima relación y yo le cuento cómo termino incluso antes de empezar. “En la tarde pesco la bici y me voy a la plaza. Me quedo ahí una hora, con los jubilados” me cuenta. Pienso en Teillier. Bruno se está convirtiendo, poco a poco, en un Teillier cualquiera. ¿Qué es lo que crece acá y qué es lo que crece allá en Santiago? Escoger la familia o la cultura, seria el problema inmediato. Pero todavía no hay nada que escoger. Toda decisión ya está tomada y al momento de tomarla sólo ponemos palabras encima de lo que ya está andando. Lo que sé, mientras tanto, es que no se trata de la ciudad y sus soportes. Andar en metro o en liebre, el silencio o el ruido, ver pankis añejos en la plaza de provincia o jóvenes disfrazados de directores de cine paseando en Lastarria, es casi lo mismo, y si no es lo mismo pueden matizarse.

(03.10.09)

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buscaca

No deberían tocarme cuando duermo. Menos en un bus. Menos el pico empantalonado de un viejo de mierda que no consigue pasar de frente por el pasillo. El sueño es sagrado. Se debe despertar desde dentro hacia fuera. Pero acá los roces. Y gratis. De los cuerpos que a cuestas llevan. A esa señora le cuelga el culo como un bolso. Este otro trae a la vista la billetera. No sé cómo todavía no está de moda robar en el buses. Seria un arte menor. Prefiero que me roben a que me toquen cuando duermo. No mentira. Igual no es lo mismo el ruido que el roce. El ruido me da lo mismo. Ocurre desde afuera hacia adentro y es homogéneo, como la lluvia, de la cual nadie debería quejarse. Aunque insisto que las películas que pasan deberían ir con el audio por los audífonos. Así que despierto de golpe. El asiento de nuevo a su perpendicular. De golpe también. Para que quien me roza se corra como un caballo espantado.

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De Noticias de Babilonia

No se ha perdido nada de la muerte
Ni del primer contacto peligroso,
con todo lo que fuimos a vivirnos,
a pesar del rosario y por su culpa.

De Mester de juglaria

Ocio increíble del que somos capaces, perdónennos
los trabajadores de este mundo y del otro
pero es tan necesario vegetar.
Dormir, especialmente, absorber como por una pajilla delirante
en que todos los sabores de la infelicidad se mixturan.
Trabajadores del mundo, uníos en otra parte
yo os alcanzo, me lo he prometido una y mil veces,
sólo que no es este el lugar digno de la historia.
(…)
El estilo que por cierto no es el hombre
sino la suma de sus incertidumbres.
(…)
Que otros, por favor, vivan de la retorica
nosotros estamos, simplemente, ligados a la historia
pero no somos el trueno ni manejamos el relámpago.

De Revolución

No toco la trompeta ni subo a la tribuna.
De la revolución prefiero la necesidad de conversar entre amigos
aunque sea por las razones más débiles
hasta dilatando: y soy, como se ve,
un pequeño burgués no vergonzante.

De Alma Bella

Invocación tú que eres como el amor un lugar
común tan difícil para mi de intercalar
en mi vida que ahora mismo no sé qué hacer contigo
quizas destruir este poema estoy sinceramente vacío
no gano nada con emocionarme.
(…)
Por las palabras empieza mi termor por ellas
de las que me he servido demasiado tiempo
para orillar este silencio al que me siento
ligado como un loco a los tormentos del mar,
en los malecones.

De A Franci

Te quiero, qué comienzo,
peor es tragar saliva
y peor aun este nudo en la garganta que
toma los contornos del mundo o
la forma de un grano de ripio
pegado a la planta de los pies.

De Gotera

¿A qué viene esto de hablar asi como se suda?

De Desenlace

Pensar –cuando hago el amor- en platos
sucios, en un baile al que no
pude ir, quién sabe cuándo.

De Silbido casi tango

Una falta profunda de suicidio.

De Esto no quiere ser lo que se es

Vida en la exacta acepción de la palabra como algo puesto
al fuego lento del sol.

De Rimbaud

Cuánta palabra en cada cosa
qué exceso de retórica hasta en la ultima hormiga

De El escupitajo en la escudilla

No es raro que haya elegido esta profesión, escribiente. Bajo el peso del mundo me desgrano, asi parezco soportarlo mejor. Me escribo con minúscula, a renglón seguido, cada palabra es un obstáculo, etc. Casi todo lo que soy está por hacer. La vejez pudo sorprenderme en la cuna. Y no nací, como Lao Tse, a los ochenta años.

De Porque escribí

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
no me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hise desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lave ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta
porque escribí porque escribí estoy vivo.

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«Haz que quiera
que hagas
lo que quieras.»

(Armando Uribe)

Invitaría a dormir a cualquiera, o sea a cualquiera de los pocos que hay, aqui conmigo o en el colchón de abajo, dependiendo la confianza, pero no tengo ni plata para un teléfono público, es raro que no haya nadie en el depto, me acuerdo cuando vivia sólo, invitaría a cualquiera a estar no más, a ver tele, a tener hambre y salir por una italiano a las dos de la mañana y nadie en la calle, no sé, prendo todas las luces, dejo las bolsas del super en la mesa, le he pedido plata a la Natalia todos los dias, hace frío pero abro las ventanas igual, miro al negro pasillo abajo clientes entrando y saliendo. ¿Estarán mejor que uno asi recién salidos de sus cachitas pagadas? Uno acaba de salir en direcciòn contraria y se encontrò con el final del pasillo ¿Están equivocados? Estoy en lo correcto y sólo. Esta pequeña razón. La intermitente falta. Y parece que mientras pasa el tiempo me aferro a eso. Me veo creciendo aquí en esta pieza y en las que vienen como una enredadera maligna a veces. Pero todo mal está referido. ¿Necesito acaso mi referencia constante, estar referido y volverme asimismo referencia también? Ya no me pienso junto a alguien, eso es lo único cierto: las mujeres en la calle, las mujeres en las películas, las mujeres en la mente, ninguna tiene que ver con esto al final (al principio a veces, pero al final nunca). A veces miro una mujer en la calle y por su cara sé que escribe con faltas de ortografía y le da lo mismo. Se ve, bastantes veces, en sus cinturones, en el color de los cinturones, en el porte de los cinturones, en sus aros, en las zapatillas, se ve lo que quieren. O quizá uno esté absolutamente equivocado no más. Sin embargo, prefiero no acercarme a mujeres con grandes cinturones blancos: ellas quieren bailar los Sábados, verse lindas en las fotos y no tienen intereses que las trasciendan. No tienen problemas con el ámbito de la representación en general. El arte les parece bonito. Gozan con la actual producción cultural. A veces las miro y veo sólo entusiasmo inmediato. Y uno suele tener problemas con la argumentación del entusiasmo. Como esa escena de Slacker en que están echados y ella quiere salir al parque y él no. Lo que no quiere decir que uno nunca quiera salir al parque. Así que cuando me preguntan digo que en realidad me aburrí de gueveos y lo próximo es una relación seria. Pero una relación seria con esa x que queda cuando saco lo que me molesta, con esa cosa en sí inaccesible, kantiana, es mal idealismo, lo sé. Habria entonces que partir de la totalidad, y construir algo, siendo ambos sujeto y objeto a la vez, y que la relación produjera los términos, sin pensar en estas categorias como la naturaleza que determina y en cambio darle infinitud a la mujer, y a uno mismo, tomando a la naturaleza (o sea la fealdad historica de los gustos) como la historia de la determinabilidad no más, o sea como todo eso que querriamos destruir juntos.
(28.09.09)

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yo te llamo

Habíamos quedado para almorzar hace una hora, “yo te llamo”, me dijo. Me bañé y todo y heme aquí sentado en la cama como Moe Sislak esa vez que Homero lo dejó plantado para su cumpleaños. Se me dio vuelta un vaso de agua hasta adentro del cajón y lo agarro y lo tiro al suelo como si tuviera la culpa de ser un cajón tonto y mojado y las cosas dentro papeles, libretas, hasta pinches, mojados también. Pongo diarios. Pongo música y hago la cama. Almuerzo desayuno. Veo las noticias. Últimamente no sé qué chucha hacer con este tiempo. ¿Echo de menos al Julio? Tengo pena de no sé qué, ahora mismo, un dejamiento, un perímetro de libros y desconfianza en el prójimo de carne y hueso. Pero dura lo que dura y no ser vital para nadie se vuelve una contingencia entre otras.

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