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Archive for May 2009

insomnio

Ni siquiera sé dormir. Tratando de ordenar los horarios me dormí a las once de la noche, con mucho sueño, con un día que había empezado a una hora que a los ciudadanos respetables no les asombraría pero que dado mi historial es una hazaña, me dormí, como debería ser, cansado, luego de un día integral. Pero desperté a las tres de la mañana, sin sueño, listo para algo imposible de saber. Entonces combos a la almohada. Nudos de sabanas. Esa rabia contra las decisiones del cuerpo. Rápidos giros que botan el cobertor. Mentalizando un apagamiento de todas las funciones motoras que no llega justamente porque es absolutamente necesario. Cada media hora mirando la hora en el celular, maldiciendo, ni seguro de estar despierto o a punto de dormirse. O también: llegado el punto culmine para empezar a quedarse dormido, una picazón, una pestaña, el cuello, la necesidad de moverse, de girarse para el otro lado, de rascarse la pierna, sabiendo que ese movimiento lo arruinará todo y habrá que recomenzar desde cero la compleja cadena de pensamientos inconexos que estaban a punto de hacerme dormir. Y asi hasta las seis de la mañana para ver a Chile perder cuatro a cero con Japón y luego pasar donde N, su mano por la ventana que indica dame un poco de tiempo más y luego a la vega, el día empieza muy helado, caminamos por el forestal, quizás sean las nueve de la mañana, hay un pésimo hilamiento de las frases, un retardo de todo tipo, pastosidad de la boca, dificultad para escoger el momento oportuno para cruzar la calle. Un perro con un polar plomo muy bonito nos sigue.

(martes 26)

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Despierto a las seis y cuarto de la mañana. La tele sigue prendida. En algún momento me tapé y boté las cosas al suelo. Me dormí encima de la cama como a la una viendo una animación japonesa en el Cinemax sobre unos científicos que inventaban una psicoterapia basada en un dispositivo que permitía entrar en los sueños propios y de los otros pero se les iba de las manos y todos comenzaban a entrar a un mismo sueño colectivo comandado por un tal Hiromi. Hace mucho que no me dormía sin querer. Asi que estoy despierto a la hora que ayer me estaba acostando con una grata sensación. Repaso el sueño despierto a ojos cerrados oyendo las noticias de la mañana. Pienso en ir a trotar pero aun no amanece del todo.

Salgo a trotar como a las 730 am, llego hasta Irarrazaval y vuelvo con la garganta adolorida, seca, picosa. Ya bañado noto que son recién las 830. El Chavito en la mañana del trece está en un paradero de gran avenida entrevistando gente, ¿se está mojando mucho?, ¿de donde viene?, ¿porqué es rosado su paragua?, entonces se le acerca un viejo y haciéndose el enojado le dice “oye y hasta que hora va a llover gueon”, como si la tele tuviera la culpa. Decido ir al supermercado para matar tiempo y también porque está lloviznando. Queda mucha mañana.

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el resto pico

Me dormí todo el bus. Ya no me importa que pongan las películas a todo chancho. Desperté en el terminal con la visión homogénea y porosa y asi me vine en el metro mirando con descaro fisiológico a una niña muy bonita. Uno se aprovecha de sus propios estados soporiferos. Al llegar veo una cuenta de Falabella: estoy en dicom. También noto que la puerta del ropero esta sacada de cuajo. El sillón que debo pagar está ahí con su herida de cigarro a la vista. Pico, me digo, pico con todas las mundanidades. Voy a existir en lo que hago, en lo que puedo hacer, y el resto pico .

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D V D  17  a l   3 4

Tuve algo en el pecho todo el fin de semana. Y todavía. Esa típica puntada que se sana estirándose de golpe en la cama. Pero tengo 16 películas recién bajadas respaldadas en devedés que son causa y a la vez síntoma de las puntadas yo creo. Parece que estoy como al principio del ladrón de orquídeas. Parece que no sé hilar nada. Me rehúso a acostarme. Ojala estuviera lloviendo. Tener 17 años y estar escuchando por vez primera The get up kids. Y ya no quiero hilar son las cuatro cuarenta de la mañana. Leche cultivada extra calcio sabor piña coco. El Esamisol que da un sueño terrible. La feliz pobreza. Se me quedaron las zapatillas en Santiago. Los malos poemas armados como si estuvieran hechos para comérselos a solas antes de dormir. Pretencioso y rumiado bolo alimenticio. Ridículos triunfos situados. Llevo los cheques para matricularme recién. Mi papa es cruz verde pero no es un cerdo capitalista. Mi mama es telefónica y le hablo de terrorismo poético. Necesito más calcetines de hilo. Y zapatillas. Reposar la cabeza en otra cabeza. Pedacitos de luz inversa que convidar con inseguridad altanera. Pedacitos de puntadas que convidar para siempre. Necesito un maus. Y mejor pulso. Benedetti a muerto y Pérez se lee unos poemas antes de Hegel. Instado por eso leo sus haikus en el baño y ya no me parecen tan simplones porque claro está muerto y los muertos están completos. Tirita la cuchara en el aire con las cucharadas de azúcar. ¿Para qué tantos tés? Ya no fumé cigarro. Mi mamá cacha que cuando salgo a darme una vuelta con bruno nos fumamos un pito caminando por la alameda para venirnos a jugar play. Y en el megavisión todavía dicen “flagelo” y “alucinógeno” y que es el primer peldaño de la escalera a la cocaína y robar cosas de la casa. Pobres culiaos del Mega y Chilevisión. Pobres programas culiaos de policías y ratis culiaos buscando plantaciones de mariguana como si fueran Rambo los sacos de gueas incluso ponen músicas ad-hoc y uno se los imagina después sentados en sus livinges a los chanchos culiaos jactándose con sus familias de velar por el bien público con el recorte en el velador. Y pasan piolita los jales legales de policía y los jales legales de abogado y los jales legales de senador de la republica. Televisión reculiada con su biencito publico. Cultura de tetitas y culitos y uno que otro bailecito. Y los sapos culiaos del derecho de autor cuidando el mercado de la gente simple saqueando institucionalmente el comercio ambulante y la música y las películas pirateadas. Artistas culiaos también sin imaginación para reinventarse a través de nuevos soportes. Chuchas que me puse serio. Es que todos quisiéramos que un gorila se culiara al inspector Vallejos. ¿O no? Y como decía. Ya no compré nunca una cajetilla de cigarros. En eso estaba. Yo no fumo cigarros. Eventualmente fumo mariguana. No la compro. Y nadie de mi familia se va a interesar en leer hasta aquí para luego en alguna reunión hacerme la pregunta de rigor así que la suelto no más. Es que si supieran tendría que desmegavisionarlos y yo no tengo tantos efectos especiales ni culitos ni tetitas ni inspectores vallejos para explicarles que me basta con las sinapsis que tengo total ni siquiera tomo como toman los jovenzuelos de hoy en día y ya dije que no fumo cigarro. Punto aparte con eso. Ahora el corazaun. Ya no lo dije con grandes palabras. Me gustó tanto tanto durante dos o tres días. Y le dije. Sin el “tanto tanto” eso si. Por el principio de realidad como un mazazo en la nuca ¿Se creerá la raja? No creo. Tuve ese sueño. Alguna vez que me toque el no. Y entretanto la puntada. Trago esta leche cultivada rarísima de coco como pegándole un tsunami a la puntada de mierda. A mi abuelita no le gustó esta leche y me la dio. Pobre abuela. Se quiere morir. Qué le va a decir uno. ¿Qué se vea una de Kim Ki-Duk?, ¿Qué se fume un pito? Yo moriré así creo: postrado viendo película tras película, o leyendo si todavía puedo, o maldiciendo, o pegándole patadas a los gatos de una esposa que va a haber muerto de. No, no hay esposa. Sí hay películas. Y así como voy me espera una entretenida muerte consumiendo cine. Julio Mariela Natalia Feli llevo más películas que la cresta. Pero Feli nunca lee aquí ni va a ver peliculitas con los chicos del barrio. Feli culiao. Feli piernecitas de mujer. Feli chupalaquecuelga. Feli te quiero. Feli nunca va a leer aquí. Te amo Feli amigito.

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sábado curicó

Por la tarde conseguí zafarme de las maquinitas y me planté en el patio a leer una penosa fotocopia sobre la identidad en Latinoamérica. Que la diferencia, que la especificidad creadora, que la esplendida visita a Chile de Ortega y Gasset en los años 30. Una nulidad. Mejor estirar los brazos bostezar y gritar un poco. Otra nulidad. Y en eso descubrir el cielo perfectamente blanco sobre el parrón: luego de pasarse horas frente a la pantalla buscando subtítulos la realidad cobra fuerza y el más modesto patio se aparece como algo contemplable. Las hojas secas ni siquiera se mecen sino que tiritan de vez en cuando como si un viento indetectable les pegara chirlitos. El cielo está denso y cremoso y me quedo con la cabeza inclinada hacia atrás rascándome mis partes e inflando la guata lo más posible imaginándome así en 10 años más. En su pieza mi mamá ríe a carcajadas con una película. Esta acostada, media enferma, y yo diría que hasta feliz de estar en cama un sábado por la tarde viendo películas idiotas. Su risa hace que me eche en la cama del lado. Ya la vi, le digo, es esa en que guil smit le ayuda con las citas a los perdedores. Si, me dice.

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si sé

Soñé que participaba en una ominosa cena en las afueras de una mansión con largas mesas con aperitivos primero bandejas con muchas carnes y quesos una señora de edad me quería follar y yo me arrancaba algo tenia que ver con x todo este evento pero ella no aparecía por ninguna parte –apareció una vez para irse arguyendo que estaba cansada de tanto hacer cosas y me decía que había tenido que disfrazarse de pelota momentos antes- y yo después de eso recorría la mansión buscándola en las infinitas puertas con cierta vergüenza porque era su casa y los papas meneaban la cabeza al verme preguntando por ella y la hermana me miraba sin siquiera contestarme y finalmente su voz me respondía desde el otro lado de una puerta estaba en el baño “¡estoy haciendo caquira!” me gritaba y yo me quedaba afuera y cuando salía la abrazaba con tantas ganas como si tuviera que perdonarme de no sé qué y ella se quedaba tiesa como un gato pero no me importaba y la soltaba y ella me decía “está bien, si sé; pero sé y nada más” y ahí terminaba el sueño.

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Jorge Teillier

De Los trenes de la noche

Recuerdo la Estación Central

en el atardecer de un día de diciembre.

Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza

despeinado, sediento, inmóvil,

mientras parte el tren en donde viaja una muchacha

que se ha ido diciendo que nunca me querrá,

que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,

que ni siquiera me escribirá una carta.

Es en la Estación Central

un sofocante atardecer

de un día de Diciembre.

(…)

Los pueblos flotan en mi cabeza

que he inundado de vino en este largo viaje

como flotan los viejos troncos

en los rios en crecida.

Inundo de vino mi cabeza

para olvidar la cancioncilla senil

que tararea el carro de tercera,

para olvidar a los torpes campesinos con sus

canastos con quesos o gallinas,

y a los viajantes que ofrecen naipes y peinetas.

Cierro los ojos

y afirmo mi frente enhollinada

en los vidrios de la ventanilla

mientras la noche hunde en los ríos

su frente arrugada por los peces.

(…)

Quizas debiera quedarme en este pueblo

como en una tediosa sala de espera.

En este pueblo o en cualquier pueblo

de esos cuyos nombres ya no se pueden leer en el retorcido

letrero indicador.

Quedarme

escribiendo largos poemas deshilvanados

en el reverso de calendarios inservibles

sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea

o conversando con amigos aburridores

sobre política, fútbol o viajes por el espacio

mientras tictiquean las goteras en el bar.

.

.

De Crónica del Forastero

(…)

Me amo a mi mismo tanto como a mi prójimo

Pero estoy dispuesto a desaparecer junto a todo mi prójimo.

Puedo rezar sin creer en Dios,

a las noticias del día

suelo preferir leer memorias de oscuros personajes de otras épocas

o contemplar los gorriones picoteando las maravillas

(…)

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surcos unos de otros

Si la soledad está hecha a mano
los dedos sólo pueden recorrer los surcos
como un ciego que acaricia
un animal imposible.

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puré de cabecitas solas

Tonto en su espalda estirado como lámina
rasco la cabecita cima de qué
si los calendarios gritan escupen fechas que me niego
para gastarme y gustarme en lo precario pero cierto
sin tener que escuchar pensando en cualquier cosa.
la gracia es esta fatalidad ya acontecida que cierra
puertas de casas incesantes que nos volvemos inhabitables
sin living sin capacidad de velador ni de perro ni nada que se quede
o crezca como una horrible planta de salón,
por lo menos está la seguridad de no tener que salir corriendo y tropezarse
ni extrañarse en el agustiniano omnia animalia tristia post coitum* .

Asi que tonta mi mano en su mano que ella ni quería:
es un puré de cabecitas solas
que han quedado surcadas
y agueonadas de desternura.
que rascando más pica o nada pica y se calla todo se calla
excepto los cuerpos en su razón inmanente
que revuelve el puré
y los brazos se hunden
agua sobada en agua
sin soltarse nunca del todo
trazados por un a medias absoluto
con tonto signo tierno.

(*Todo hombre decae después del coito)

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No sé qué pasa cuando uno pega los poemas aqui y los espacios que a veces uno quiere dejar son imposibles de ser dejados y aunque uno edite la cosa no funciona y queda todo puesto indiscriminadamente hacia abajo.

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domingo de encierro

1
Acá donde la naturaleza no da manotazos
y los árboles no llevan nombres,
a lo más un sillón se quema con cigarro
y uno encoge los hombros asustado.
Acá se lee a Teilleir en el baño
con su derecho orgánico a decir vino
y ferrocarriles y una variedad de árboles
que uno nunca.

Dan ganas de ser Teilleir.
por un año.

2
Miramos a las gordas palomas
en reducidos bordes de ventanas
hinchado el pecho
estáticas y haciendo caca todo el día.

Son unos pájaros bien miserables.

3
Vasos que se rompen a lo lejos
a las 10 am del domingo.
Espío como una vieja helándome junto a  la ventana semiabierta:
un inyectado hombre con ojos de perro
se pasea o más bien rebota como bola de pin ball
en el patio de abajo.
Llegaran los pacos y las putas se van
una por una pasan
en actitud de oficinistas.

4
Pasa el día y
las cosas del desayuno quedan,
las fotocopias quedan
y una bufanda y un ajedrez
y los brazos mismos quedan y
se vuelven maleza de mesa
y somos exploradores
que se abren paso subrayando,
comiendo,
abrigándose,
desabrigándose,
estirando los brazos,
bostezando a gritos,
y lavando
mal
la loza.

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era algol

Meando en las plantas como cada noche
avisto una estrella de colores
como que se mueve
y en eso
se me mean los calcetines.

(Curicó, Verano 2009)

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Cada semana uno se propone más o menos las mismas cosas. Nunca deseamos nada tan nuevo para nosotros mismos, variamos algunos porcentajes e intensidades pero los datos duros permanecen y nos proponemos, por ejemplo, leer menos en el baño y más en la mesa, o leche semidescremada en vez de entera, o comportarse diligentemente con todos y no ser selectivo, o ver un capitulo de CSI por noche no más, y no tres… de manera que no decidimos nada que ya no estemos siendo. Todavía no me pasa que de la noche a la mañana decido estudiar acupuntura, escalar montañas, o, en el caso extremo, ponerme a trabajar. Es algo que va a pasar, me digo, por lo de trabajar. La mujer del tarot le dijo a mi mamá que tan mal no me iba a ir en la vida profesional, y era el día de la madre así que hay que creer. También le dijo que yo estaba en un periodo de destrucción constructiva, o por lo menos así quise terminar entendiéndolo. La repartición de los tiempos se idealiza medio idiota-cuantitativamente desde el domingo en la noche hasta llegar a Santiago y la semana se convierte, al final, en algo comentable como si fuera una unidad, una jugada de ajedrez pero consistente en una serie de movimientos a la vez, movimientos en que la pieza y la mano son a la vez y uno a posteriori le pone la voluntad para ponerse en alguna parte distinta de la relación, el movimiento y la negatividad, que, por cierto, son unos lugares medios inestables para concebirse. Y ahí es cuando queda el despelote y a uno le arrasan la defensa mientras ataca cegado por la cualidad particular de la jugadita que estamos siendo en ese momento en que decidimos, que sé yo, tomar leche entera porque nos lo merecemos por estar despiertos un lunes a las ocho treinta de la mañana sintiéndonos alumnos ejemplares, o como el otro día faltar a Marx obedeciendo el intempestivo llamado de Salgado. Contradecirse así confunde al hipotético adversario que en la negación quedamos expuestos. Y allí queda revelado que fracasamos y fracasamos en el aspecto cuantitativo de expectativas, parapetados en la posibilidad de una gran movidita que nos deje en jaque y nos obligue a botar el rey. Porque siempre que cubrimos un par de datos duros aparecen los otros como un mal infinito que no nos llama la atención. Y el 80% de lo que antes era lo que nos potenciaba queda revelado como cosas por hacer que en rigor ya están hechas, que no pueden sino hacerse de ese modo que ya traen inserto, esto no en el sentido existencialista llorón de que todo el ser está obrado de antemano sino más bien como gratitud ante esa holgura innegable de poder perder siempre en esas cosas que están echas sólo para poder perder o ganar, una especie de estoicismo sin consecuencias escépticas. Entonces en ese preciso instante puede que sea prudente tener el superyó en estado de complejidad y no de complicación no más: para no quedarse en el mero estoicismo y romper los modos mismos de las relaciones, digo yo, porque está a la vista que uno no ataca casi nada y las piezas van restándose una a una con una naturalidad a veces atroz que no se parece en nada a la vertiginosidad que debería tener un partido de ajedrez. Porque el juego se naturaliza y uno se queda con la metáfora clavada viviendo de a turnos: no cualquier manotazo bota todas las piezas con el caos adecuado a la próxima configuración del juego.

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Estuve media hora esperando en el galpón de los colectivos a Tutuquén con un perro que miraba otros perros de la calle del frente que se paseaban como flaites. Si pudieran haber escupido al suelo mientras se miraban no dudo que lo hubieran echo. Me bajo y altiro me sirven paella y coca cola que no tomaba hace tanto tiempo. Los choros son difíciles de abrir. Las longanizas me limpian de la comida en el templo Krishna. Como lento porque soy el único que come. Ya todos almorzaron y solo queda la mitad de la familia reunida en la mesa con tazas de café agüitas galletas etc. Me gustan las sobremesas lentas y el ventanal y la chimenea. Y los silencios de los grandes. Todavía son ellos los grandes. Es curioso eso. Hay una tía que siempre me pregunta cosas como si yo fuera el ilustrado de la mesa que, paradójicamente, todavía no se convierte en grande-grande. En este caso me preguntan cosas de la gripe porcina. Y después ella misma es la que lee una carta para mi abuela por el día de la madre y algunas lloran habiendo unos momentos antes reído con una parte de la carta que contaba anécdotas de infancia. Ninguno de los hombres presentes llora. Después le regalan una foto enmarcada a mi abuela, de esas como en tonos cafés antiguos con disfraces de época, esas fotos que se sacan en los malls con un escenario mínimo detrás, y cuando la vemos mi mamá lo primero que dice es que le da susto y otra tía dice que se parece a la francesa que nos cagó con lo de los quesitos hace años. Termino de comer y en mi sobremesa personal mi tía que siempre agarra cualquier libro que ando leyendo toma mi Bertoni y se lee este poema en voz alta:

HOY DIA ES JUEVES
Hicimos el amor el martes
y todavía te huelo
en mi pichula
cuando meo.

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viajar es normal

Dan ganas de teletransportarse a Santiago, y es raro porque a veces uno le toma el gusto a viajar, aunque sean los mismos árboles, el mismo Chimbarongo con los mimbres, los mismos puentes, los mismos pasteles secos y con poco manjar del pobre vendedor que en el fondo sabe que se está cagando con el manjar, pasa unas contadas veces que la música escogida coincide con algo de afuera de la ventana y se exagera la sensación de estar en tránsito. Pasa pocas veces porque en general se duerme no más, además es muy poco rato, los colores de los cielos son casi siempre fomes, y tanto el punto de partida como el de destino no revisten ninguna novedad. En general viajar de Curicó a Santiago es bien normal o normalmente normal.

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Me cae bien el monky que es el pololo de la Consuelo que es mi prima. Hoy día me dijo que le cuesta mucho quedarse dormido y que en la noche se sienta en el borde de la cama con el piyama al lado y se queda hasta tarde ahí sin ponérselo cambiando la tele con la mano. Tiene el control remoto malo igual que yo.

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No sé si porque estoy sólo es que de algún modo me conforta teóricamente ver que las parejas no funcionan del todo. Por el momento lo único que triunfa es lo que está en el margen.  Se habla de las relaciones de pareja como si fueran ceros y unos: claramente hay crisis de software pero se discute a nivel de hardware. Y los problemas son de tiempo y de no coincidencia de intereses. Siempre es parecido. Alguien deja de ceder y hasta ahí llegamos. Ceros y unos. Hoyos y no hoyos.

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todo echo de cama

Soñé que despertaba acá en Curicó pero no podía bajarme de la cama porque toda la pieza estaba echa de cama y por eso no podía abrir la puerta entonces salía por la ventana siguiendo un ruido de cocina de risotadas prealmuerzo familiar pero me perdía en el patio que había crecido era como querida encogí a los niños sólo que en este formato todos sabían y a diferencia de mi les parecía de lo mas normal.

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CPD: Como no somos periodistas ni nos interesa serlo no nos hemos informado en absoluto del porqué de su paso por Chile. Y precisamente esa podría ser la primera pregunta, si le parece, algo asi como la motivación de su visita o su opinión general sobre el panorama cultural chileno. Ante lo intempestivo de su visita hemos optado por concertar esta entrevista basados sólo en wikipedia y, para ser un poco profesionales, en la lectura de algunos de sus libros. Debo decirle que entre todos los integrantes de la revista los hemos leído casi todos. Entonces, cuéntenos, qué lo trae por aquí.

EP: En realidad no lo sé muy bien. Me agrada la sinceridad de la pregunta en cualquier caso. Me anima, por ejemplo, a decirles que Chile es un lugar extraño para mí, he venido unas cuántas veces –quizá si fueran periodistas lo sabrían-, y bueno, supongo que algo hay acá que no termino de entender y por eso les dedico dos semanas al año. Considero que ustedes tienen una desordenada conciencia de sí que puede reflejarse en su cine, en su periodismo, en su literatura, incluso en sus conversaciones de bares. Desde ya les pido que no lo tomen a mal pero deduzco en su ambiente una especie de saturación identitaria que no pasa del ámbito mercantil y el reconocimiento entre pares, un caldo insípido de identidades locales, de ideas marginadas que cobran valor por su mera marginalidad, que chocan unas con otras peleándose un lugar en la palestra de la legitimación cultural. Y yo tengo serios problemas con eso saben, pues las más de las veces la legitimación a través de productos culturales opera como suavización de la fuerza critica, cosa que es bien rara si tomamos en cuenta la señal de buena fe que para todos significa que el estado promueva las artes, sobre todo las que la ciudadanía considera como las más irruptivas, y por eso yo no confió mucho en la cultura como mero reflejo de lo que ya hay: es una manera bastante conservadora de ser subversivo, cosa que no quiere decir que yo sí sea todo el tiempo subversivo: solo quiere decir que, cuando lo soy, me gusta serlo en ese preciso sentido.

CPD: ¿Entonces cuál seria la posibilidad de la cultura? Incluso en el sentido menos institucional del término, ¿hay algo que hacer con esas identidades marginales que pululan por ahí? En cierta medida es paradójica la noción de producción cultural que usted propone, como si pudiéramos desentendernos de las nuevas prácticas que surgen como resistencia. Quizá habría que despejar esa noción de las prácticas ensimismadas del arte que pretende estar por sobre la sociedad como una esfera privilegiada de reflexión.

EP: Claro, estoy de acuerdo… de ningún modo he dicho que debamos desentendernos de las practicas de resistencia populares, sólo creo que no deberían competir entré sí como mercancías o militancias meramente estéticas. Y en ese sentido es que yo prefiero, incluso en desmedro de la mera reafirmación de la diferencia y las identidades fracturadas, el arte que desarrolla o rellena las impotencias del individuo común y corriente, realizándolas, trascendiéndolas hacia estructuras más complejas que a la larga puedan generar nuevos comportamientos, no de manera mágica ni subterránea, por eso digo a la larga: el arte no es una esfera privilegiada de reflexión, sólo es la cachetada previa, el impulso o la suma de impulsos que requiere la transformación de la sensibilidad moderna. Por eso es que se debe partir de lo que mueve a la gente, de las impotencias básicas que genera el capitalismo, del aburrimiento típicamente moderno, las ganas de cambiar la vida mas rudimentarias, todo eso a mi modo de ver constituye la materia prima de cualquier obra que se precie de dejar de lado el ensimismamiento actual del arte. Y claro, esto no necesariamente significa que el arte tiene una función asi como de beneficencia social o que sea algo que deba culminar en una obra delimitada físicamente. En cierto modo es hasta contradictorio, porque el consumo generalizado está siempre cubriendo y elevando el horizonte de lo agradable, y su efecto es similar a la historia de los fármacos: cada vez requerimos dosis más altas para enfermedades que nosotros mismos hemos creado. Se nos ofrecen curas parceladas pero la enfermedad total sigue viva. Es necesario captar la organicidad del capitalismo. Entonces yo vivo esa contradicción, la de la imposibilidad de una obra total y continúa que penetre todos los recovecos de la enajenación. Que en secreto mi vida quiera ser una obra es algo que sólo la tumba podrá legitimar. Asi que ahí estoy actualmente, pues prefiero esa contradicción que moviliza, que por lo menos me hace pensar que a la larga funcionará, prefiero eso a la pobreza política del arte como mera representación o dialogo academicista.

CPD: Una obra total y continua… ¿que podemos imaginarnos con eso? ¿Qué de lo que ya hay va por esta senda de continua compenetración con la cotidianidad?

EP: Justamente ayer leí una entrevista a Ferreira Guillar, un poeta brasileño más o menos ligado al neoconcretismo que decía textualmente: “Trescientas naranjas en una mesa es algo que no me interesa como arte”. Y uno con esos desprecios se siente aliviado, porque es gente que ha probado de todo un poco en cuanto a vanguardias y finalmente llega a conclusiones a las que ya muchos hemos llegado. Conclusiones a las que la gente común y corriente ha llegado cuando se la enfrenta a la complicación autosostenida y autorreferida del arte actual. El problema con esto es que, claro, nos juntamos en la negación pero luego no estamos muy seguros qué tipo de cosa queremos poner. En la misma entrevista Guillar decía que cuando joven habían llevado teatro a las favelas para concientizar a la gente acerca del imperialismo, pero había fracasado, no habían dado con el lenguaje propicio, sólo los que ya pensaban como ellos se les acercaban. “En definitiva, hacíamos mal teatro y mala poesía para nadie” dice al final de la entrevista.

CPD: Entonces, insistimos, qué es lo que sí sirve, qué viene después de la negación.

EP: A ver, los actos callejeros de Simón Nomón por ejemplo, supe que lo último que ha hecho fue entrometerse en una protesta contra el FMI con un batallón de perros. Según me han contado los bajó de un camión, unos 100 caninos vueltos locos, los manifestantes les han abierto paso y quién sabe cómo Simón, disfrazado de Moisés, los ha conducido hacia las fuerzas policiales quienes no se han atrevido a tocar un pelo ni a los perros ni a Moisés quien, por cierto, no ha dudado en tratar de separar las aguas, es decir, el asfalto. Entonces lo más asombroso: desde los edificios aledaños han aparecido numerosos francotiradores, todos a la vez, obviamente con armas falsas, que han hecho que la policia se haya parapetado en sus vehículos. Para cuando llegaron los refuerzos los integrantes de Simón Nomón ya se habían disuelto, si es que no ha resultado ser que los vecinos mismos colaboraran… recordemos que colectivos como este operan mediante el apoyo en red no sólo de sus integrantes sino de cualquiera que quiera participar (cualquiera menos los con cara de poli). Y eso es importante también, por si no lo saben Simón Nomón no es un individuo, en sus actos suele haber un momento inicial desatado por un sujeto, sí, pero no se puede saber si siempre es el mismo. Además, mientras el acto se desarrolla, alguien ha estado con un megáfono leyendo un manifiesto acerca de las formas recomendables de la violencia de masas, una serie de tópicos teóricos y prácticos bastante instructivos para los manifestantes quienes se llevan ya no sólo la experiencia pasajera y mística de la soberanía de la que hablaba Bataille sino la incorporación festiva de este texto en sus vidas. Si se fijan ha sido todo más o menos legal y sin embargo se ha puesto en jaque al aparato represivo con su violencia legalizada, una excelente manera de comenzar, una plataforma envidiable para cualquier acto de proporciones más serias. Ninguna de esas personas lanzará una piedra de nuevo con tanta naturalidad, a no ser que quede prendada del mero sentimiento de comunión soberana; elaboraran en cambio estrategias menos reactivas orientadas a la vivencia cotidiana de la subversión porque han llegado a un paroxismo que querrán repetir no formalmente sino en el concepto. Y yo les concedo esa intuición saben, si vamos a comparar eso con una exposición fotográfica en la que salen unos cuantos tipos lanzando bombas románticamente, me quedo con apuestas como las de Simón Nomón La intervención estética de la vida ordinaria e incluso la vuelta de la balanza en estas situaciones contingentes no va a hacer la revolución, lo sabemos, pero es una excelente manera de ir nutriendo al comportamiento moderno de experiencias acordes a la complejidad de la dominación hoy en día. Me parece lo mínimo que podría hacer el arte después de tanta genialidad fetichizada, museos, galerías y demaces farumallas.

CPD: ¿Y es posible conducirse de este modo siendo escritor? Partiendo del hecho de que un libro no es algo que pueda ocurrirle a alguien en cinco minutos mientras va caminando por la calle, ¿estaría su apuesta literaria escindida de este carácter revolucionario general que se ha caracterizado hasta aquí? Y de ser asi, ¿es un conflicto genérico de las artes mismas o algo que le ocurre sólo a usted personalmente?

EP: Bueno, concedamos que son públicos distintos. La gente lee poco y nada. Sólo el ciudadano más bien acomodado consigue administrar su ocio leyendo, consumiendo cine, teatro, etc. Y yo escribo. Es lo primero que hice. Incluso antes de relacionarme con la gente y considerar a las intervenciones callejeras como textualidades concretas. Por ahí partí. Entonces no puedo desligarme de la escritura sólo porque la gente lea cada vez menos. Comprenderán que no puedo quedarme con esos datos cuantitativos como si mi finalidad fuera abarcar y abarcar, del mismo modo que tampoco debo ampararme en la mera cualidad de lo que hago como si afectar la vida de un solo individuo bastara. En el espacio abierto se ponen en juego símbolos de rápido reconocimiento a los cuales se les amarran unas cuantas reflexiones, es como creo que funciona ese ámbito, me interesa bien poco si se avanza o retrocede en la evolución de la performance, y asimismo me interesa bien poco cranearme en la calle como sí lo hago en mis novelas. Hay que ser meticuloso en eso. Prudente. Hay que apostarse por entero. Y tratar de que no se note. Un libro es algo a lo cual alguien ha acudido. Algo a lo cual se le dedicará tiempo. Allí no necesito apurarme ni ser chocante como en una intervención callejera, por el contrario, requiero de una vertiginosidad un poco más compleja e indetectable, más rumiada y parecida al movimiento aparentemente insípido en que transcurre la vida ordinaria. Escribir es masticar y escupir lo que usualmente sólo se traga, pero también es saber mantener la boca cerrada y apartarse. Entonces uno no puede llegar y hacer que las vidas se transformen, eso casi nunca pasa. Somos variaciones de un mismo tema. Superaciones inclusivas más que superaciones episódicas y lineales. Quienes buscan lecturas de superación personal pueden acudir a los Best-seller. Y si me preguntan creo que la literatura se vuelve inofensiva allí donde se vuelve individualista y descriptiva, cuando cree que jugando con sus propios recursos representacionales genera por analogía una critica al mundo y sus representaciones. A mi no me gusta eso, me aburre, soy muy ansioso como para los juegos de lenguaje. Mi postura en general es que la literatura sí puede ser más irresponsable en el sentido de tensionar ámbitos de la vida menos urgentes. Al final es una cosa de porcentajes. Alguien que, por ejemplo, sólo lea a Raymond Carver está desbalanceado y yo le recomendaría, digamos, una fuerte dosis de Marcuse para fundamentar desde otra perspectiva el fracaso de la vida en pareja y el a veces orgulloso nihilismo de la adultez. Y esto es aplicable a casi todo. Se puede vivir intensamente en todos los ámbitos de la vida. Pero nuestros ánimos suelen ser cambiantes y mezquinos. Yo cuando me pongo mezquino vuelvo a la teoría. Supongo que es una extraña manera de tener principios y valores.

CPD: ¿Qué puede decirnos ante la acusación que la generalidad de la crítica hace de Inténtalo cuando todos se vayan, su último libro? Paul Milander, por citar a alguno, dice específicamente que su obra cierra el horizonte moral con personajes que se rinden ya en la primera página. “Es como si adivinaran ser parte de un libro y en vistas de aquello prefirieran no conducirse correctamente, sólo para incomodar al lector” dice el crítico.

E.P.: En cierta medida tiene razón: mis personajes se sienten expuestos antes un exterior que les pide encarecidamente que cambien, sin embargo ese exterior en ningún caso es la novela misma, o el hecho básico de que la carne de ellos sea textual y adivinen al lector, como les dije esos juegos formales no me interesan para nada, yo pretendo hacer política de la vida cotidiana pero pocos críticos me conceden eso, pues al fin y al cabo es literatura, algo que desde siempre se nos ha enseñado como si fuera un ámbito de sobras, de ocio, de belleza separada de la vida y, en último termino, ellos por ser críticos no pueden atender a esto, no pueden porque deben mantener su profesión, su ingeniería y periodismo literario; entonces no, esto que hago es otra cosa, el exterior que trato de plasmar, más que nunca en esta novela, es la banalidad que muchas veces anima al progreso de la vida individual. Mantenerse firme, pensar positivo, no dejarse pasar a llevar, son idioteces que confirman y naturalizan el carácter destructivo del mundo y la burbuja que se espera que sea el individuo. Mucha gente en realidad saca sus mejores experiencias desde el desastre y desde la soledad. Entonces no digo que uno no deba ser mejor persona, sino que, hoy por hoy, ser una mejor persona es algo por sí mismo destructivo. Todos apreciamos nuestro entorno inmediato, lo cuidamos, nos conducimos según contextos, mantenemos una armonía, y allí se construye una moral que da coherencia que en mis novelas suele ser traspasada un poco más de lo que permite la vida misma. Y creo que en ese punto, muy por el contrario de lo que cree Milander, soy el más moralista de todos en el grueso sentido de que no dejo que el personaje en cuestión se hunda en el sopor post destructivo, ya sea luego de haber dejado su familia, su trabajo, su religión, su condición sexual, etc, no, en vez de eso suele suceder una apertura, la personalidad queda ahuecada, vaciada del requerimiento armonizador, el sujeto ya no queda para sí mismo y se reconoce para otros pero ahora en la lucha que significa no coincidir nunca con uno mismo y ser portador de conceptos que nos trascienden e incluso nos niegan si no estamos a la altura de ellos, asi la lucha se asume con una alegría que nunca queda explicita, porque nunca se trata propiamente de una alegría contingente.

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nochelá

A la una de la mañana la calle está tranquila y helada. Un vaporcito cubre la alameda. No se ve nadie y los pocos que pasan lo hacen en actitud de frío. Hemos visto una película malísima sobre jovencitos libidinosos que van siendo aniquilados lentamente en su casa de campo. Típico. Llego y la casa sigue sola. En TVN están pasando 21 Gramos.

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