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Archive for febrero 2013

enero

Morena simple haciendo running con la camiseta de la selección chilena. Pero no la nueva, sino una de los noventa, cuestión que la hace aún más rica, subjetivamente sí, porque ni sé cómo sea su cara, ni ella misma: solo la veo en velocidad (mi velocidad más su velocidad)

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Morales 2013. La misma hueá de siempre. No es que me aburra, pero siendo los mismos y lo mismo, no hay nada que contar que no haya sido contado en los otros paseos a morales. Quizá lo más notable de esta vez sea que al día siguiente de irnos hubieron una serie de aluviones, nico tuvo que ser rescatado en helicóptero, y se corto el agua en varios sectores de Santiago.

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“No hay ningún juez en ninguna parte. Lo que no está resuelto por el amor se queda para siempre en la ansiedad” (JLG, Nouvelle vague, 1990)

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Soñé que entraba a una casa del Marín. A medida que me adentraba la casa dejaba de ser una casa y se iba componiendo de varias de sus pinturas. Verde y blanco, colores predominantes. Muchos portones, espacios abiertos, y laberintos.

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Miércoles 23. Traspasando las citas de la Fenomenología del Espíritu de Hegel a word, lo bueno es que encontré un pdf con la misma edición de mi libro subrayado y voy haciendo copypaste. Hago esto no por seguir estirando el tiempo de tesis sino porque el profe guía finalmente me agregó algunas indicaciones y sugerencias luego del último informe. Cada vez que tomo la Fenomenología echo de menos las clases de Pérez, ¿se habrá terminado el seminario infinito ya? Me conformaría con llegar a las últimas 50 páginas ahora en marzo.

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“La frivolidad y el tedio que se apoderan de lo existente y el vago presentimiento de lo desconocido son los signos premonitorios de que algo otro se avecina” (Hgl)

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La rojita. Mario salas. Castillo. Rabello. Ese tiro libre de Rabello. El arquero que tiene cara de Gary Medel y no me acuerdo cómo se llama. Todos en realidad. Una alegría ver todos esos partidos. Por otra parte, tampoco se necesita tanto para sobrepasar a estas defensas sub-20.

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Vagabundo enojado aleteando y alegando no sé qué. Voy corriendo por el parque y lo veo de lejos. La impresión inmediata es: dos niñas asustadas, contra la baranda y un hombre andrajoso de unos 40 años aproximándose peligrosamente (más que vagabundo-perezoso-lastimero éste era del tipo vagabundo-ágil-mañoso) La seguridad del sudor e ir en movimiento me hacen acercarme de golpe. El conflicto es con dos niñas malabaristas que “le quitaron su semáforo”. Trato de mediar y decirles que lleguen a un acuerdo pero el wn es puro aleteo así que lo insto a que siga su camino. “Camina”, es lo último que le digo. Pero apenas lo veo desistir, apenas veo cómo asume que está en desventaja ante mí y se va, me siento mal, que exageré. “Camina”, ¿de dónde saqué esa hueá?, ¿quería quedar como rey ante las niñas?, quizá el hueón efectivamente tenía más derecho que ellas.

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“Desde una cumbre es mucho lo que se ve; en un sótano, es mucho lo que se hace. ¿Es posible a la vez…? ¿Puede un pensamiento ver en nosotros desde arriba, y actuar desde abajo?” (Simone Weil, Cuadernos)

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Acomodé su gorrito al pasar,
destartalado en brazos de su padre,
me miro manso en la 148.
(27.10.05)

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“He bebido –en el café del Toro- demasiados aperitivos. Un viejo, vecino mío, muge dulcemente como una mosca. Una familia, reunida en torno a la niña de primera comunión, bebe unas cañas. Unos militares alemanes pasan rápidamente por la calle. Una chica sentada entre dos obreros («Podeis meterme mano los dos»). El viejo continua mugiendo (es discreto)” (Bataille, El aleluya y otros textos)

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-Si es así, ¿por qué le desagrada hablar de sus novelas?
-Porque hablar de una novela no tiene ningún sentido.
-Sin embargo, resulta apasionante escuchar a un escritor hablar de su creación, explicar cómo, por qué y contra quién escribe.
-Si un escritor consigue ser apasionante al respecto, entonces sólo hay dos posibilidades: o repite en voz alta lo que ya ha escrito en su libro, en cuyo caso es un loro; o cuenta cosas interesantes de las que no ha hablado en su libro, en cuyo, caso el susodicho libro es un fiasco, pues no se vale por sí mismo (…) Si logran ser apasionantes y púdicos al hablar de su obra, no hay duda de que se trata de plumíferos. ¿Cómo quiere que un escritor sea púdico? Es el oficio más impúdico del mundo: a través del estilo, de las ideas, de la historia, de las investigaciones, los escritores no hacen otra cosa que hablar de sí mismos, y además con palabras. Los pintores y los músicos también hablan de sí mismos, pero lo hacen con un lenguaje mucho menos crudo que nosotros. No, señor, los escritores son obscenos; sino lo fueran, serían contables, conductores de tren, telefonistas, serían gente respetable.

Son los lectores-rana. Constituyen la inmensa mayoría de los lectores humanos y, sin embargo, no descubrí su existencia hasta muy tarde. Soy tan ingenuo. Creía que todo el mundo leía como yo; yo leo igual que como: no significa únicamente que lo necesito, significa sobre todo que entra dentro de mis cálculos y que los modifica. Uno no es el mismo si ha comido morcilla que si ha comido caviar; uno tampoco es el mismo si acaba de leer a Kant (Dios me preserve de hacerlo) o a Queneau. Por supuesto, cuando digo «uno» debería decir «yo y algunos más», ya que la mayoría de la gente emerge de Proust o de Simenon sin inmutarse, sin haber perdido ni un ápice de lo que eran antes y sin haber adquirido un ápice de más. Han leído, eso es todo: en el mejor de los casos, saben «de qué se trata». No crea que exagero. Cuántas veces he preguntado a personas inteligentes: «¿Este libro le ha cambiado?» Y me miraban con los ojos muy abiertos y aspecto de decir: «¿Por qué quiere usted que cambie?»» (Amélie Nothomb, Higiene del asesino)

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¿Por qué ya no escribo nada? Anoto el tópico de lo anotable, cada dos o tres días, y lo dejo ahí a la espera de las ganas de rellenarlo. Esto, este párrafo, obviamente, está siendo de corrido. Casi todos los otros no. Pasa que despierto y leo un rato. Si son más de las once no desayuno (solo he desayunado como cuatro días esta semana) Nisiquiera sé si me sirva tanto para la tesis, pero está entretenido Zizek; las partes lacanianas duras, incomprensibles y aburridas para mí, son soportables porque también habla de Hegel y comenta películas. 2666 me aburrió, El libro de las ilusiones de Auster también, y por eso quizá empecé a revisar los textos de filosofía que hace años había dejado a medias. Hace días que no salgo en serio de la casa. Salir en serio, es decir, por toda una mañana, por toda una tarde. Necesito un trabajo de medio tiempo. Mi última excusa era la bici, la estupidez de trabajar y pagar con ello el transporte público, pero la bici, después de tres intentos fallidos de ir a buscarla, llegó sola. Salí a echarle aire, la tercera bencinera fue la vencida. Perdí un pedal en el camino. Simplemente se desatornilló y se cayó y como no iba andando sobre ella no me di cuenta. Volví sobre mis pasos y lo encontré. En el fondo me gusta la manera en que nada me resulta a la primera; primero me da rabia, pero acto seguido pienso que es una escena de humor en blanco y negro. Realmente necesito un trabajo de medio tiempo, de tercio tiempo, de cuarto tiempo: lo que sea. S, vía youtube y power point, hace videos pedagógicos y le pagan por ello. Si estás leyendo esto, me sigue interesando. Así que eso, al menos tengo comida, transporte, estoy encerrado y la tesis avanza. El profe guía incluso me ha contestado y podría decirse que estamos comunicándonos. Es domingo aún, casi medianoche, y la Radio Beethoven es una hueá tan querible. Está ese actor que era el papá del profe de la serie El reemplazante hablando sobre la última película de Raúl Ruíz. Puta que tiene olor a pan amasado y mantel a cuadros esa voz.

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