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Archive for the ‘poemas’ Category

la tierra sabrá tragarnos

El amigo que viene al encuentro sonríe y
elevamos un vaso o las manos vacías
escarbando el cielo
hacia abajo, como corresponde.
Nos circunda un mismo abismo y
vamos sobre el lomo
de curiosos perros negros.

El oro sigue presente en el otro,
su silencio, su distancia,
el rostro indescifrable,
un puente para no colonizar,
un lenguaje de un solo signo.

Un dintel donde silbar
y decir algo sobre el clima
es suficiente;
una mesa mal puesta y
algo que eche humo y luz
sobre los rostros
es suficiente.

El sueño masticará al soñador
que no mastique su entorno.
La musa huirá de quien no sepa
destruirse a sí mismo
mientras sus obras alardean
sin saber que son
meros
moscardones
locos.

La sal no volverá al mar.
Los árboles flotarán a la deriva.
Las aves soñarán que caminan.
Las estatuas mantendrán su firmeza,
solo su firmeza.

Una pesadilla igual a la vida
acechará a quien patee
a la belleza
hacia mundos que
no podemos
apretar con las manos.

La trama no culminará con nosotros
caminando hacia un naranjo horizonte:
ya estamos al final del camino
sentados sobre una piedra
hablando con un eterno lugareño.

Confiemos: la tierra sabrá tragarnos,
solo debemos procurar
volvernos de un sabor
violento como nos gusta.

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Los amigos variarán sus abrazos
los amantes inventarán bellas mentiras
y el olor a tierra mojada
será el mismo
de siempre.

Los trenes serpentearán el cielo
los límites del cuerpo se confundirán con los del mundo
los árboles saldrán corriendo despavoridos
sabremos lo que dicen los animales
volveremos a escribirnos cartas
y el sonido del perro bebiendo agua
será el mismo
de siempre.

Crearemos nuevas formas de hambre y deseo
los insectos construirán sus propias ciudades
multiplicaremos los deportes
redistribuiremos la miseria
pondremos la luna donde nos plazca
y el viento
silbará
a través
de lo que desee
como
siempre
lo ha hecho.

Mientras los trenes vuelan
y el sol grita
y los insectos ya no piensan
en nosotros,
oleremos y dibujaremos
en la tierra mojada
nuestra milenaria opresión
y nos quedaremos cerca
de todas las cosas
que viven cerca
de sí mismas,
llenas
de sí mismas,
vivas
de sí mismas.

Las ideas
se van cubriendo
de pasto
y es
para que
pasemos.

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Recuerdo que pensaba:
“quizá alguien se ha vuelto loco
se ha vestido de rojo
y anda por los techos”.
Era posible,
cosas más extrañas sucedían cada día.

Así que recuerdo el dedo de mi padre
apuntando hacia el cielo
y nada más.
Sabía que no era cierto
pero como no sabía exactamente
cuál era la parte que no era cierta
creía.

El sujeto de barba
no estaba en ninguno de mis sueños
y yo seguía el dedo de mi padre hasta el cielo.

Los niños teníamos nuestras pequeñas teorías:
desde la fantasía de los renos voladores
hasta la posibilidad de un conglomerado universal de barbones subcontratados
por el verdadero hombre de barba.
Como en ambos casos el resultado era el mismo (regalos en nuestros árboles),
nuestros argumentos eran bastante débiles e imparciales.

Recuerdo las maratones navideñas del Cartoon Network
la pequeña tele negra bajo el parrón en Curicó
los primos llegando uno tras otro
armábamos una especie de oficina
la ansiedad la calmábamos comiendo uvas.
Los adultos admiraban esta burocracia de la expectación.
El día,
a diferencia de todos los otros,
se extendía pausadamente.

Recuerdo los pinos a $1500 apretujados en un camión
la cola de mono sin alcohol
y cierta cena en la que un primo grande,
a modo de oración navideña,
contó que venía de presenciar la muerte de un hombre (en sus brazos)
luego de ser atropellado.

Años más tarde ese mismo primo
nos pondría a todos a oír un casete
con una parábola sobre un pobre hombre tendido a la orilla del camino.
Parecía ser una historia esperanzadora
la música y el tono
y las caras solemnes de las mujeres en la mesa
así lo indicaban,
pero en algún punto todo se desvirtuaba
la música cambiaba
y el tipo terminaba gritando:
“metete la carreta en la raja,
conchetumadre”.
Una navidad memorable de mil novecientos noventa y algo.

No recuerdo ninguna simbología,
ningún anhelo, ningún paraíso, ningún color,
pero recuerdo muy bien la forma general del misterio
la posibilidad de otro estado de las cosas
como si los adultos
temieran en secreto
a sus propias invenciones
y nos usaran
para creer
en ellas.

Recuerdo que mi padre llegaba pasado las doce
se bajaba del auto
y abría el maletero
tenía una cara extraña
como si supiera que todos lo estaban mirando.
Para él casi todos eran regalos sin importancia
salvo uno, el último, que siempre venía con una explicación.
Solía ser un regalo serio, algún almanaque sobre reciclaje,
alguna historia universal de los pájaros.
Yo imaginaba que así debían ser las cosas
que tenían algún sentido
superior al juego.

Recuerdo también ciertas cartas,
tarjetas de cartón piedra hechas por él mismo
en la que, año tras año, me contaba de diversos modos
cómo la navidad era una excusa
para muchas otras cosas
que podíamos hacer todos los días.

Ahora que el misterio
es tenue e intermitente
y nos llamamos por teléfono
al día siguiente,
me pregunto si él sabía
que ese cielo que yo miraba
era íntegramente construído
por su mano
apuntando al cielo.

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“Desdén por las buenas maneras enseñadas y aprendidas. Conservo sólo lo básico, una ruda, tosca cortesía que me hacía pasar a veces por provinciano”. (Gonzalo Millán, Veneno de escorpión)

*
Ayer, ante las puertas abriéndose del metro grecia, me fui a acomodar los lentes y se me cayeron por ese espacio entre el carro y el andén. Específicamente: llevé la mano hacia el pelo y el meñique levantó el borde del lente que empezó a caer, al principio solo al suelo delante de mí y luego, cuando al tratar de tomarlos los empuje hacia adelante, hacia el carro. Quedé ahí parado ante las puertas, buscando alguna mirada cómplice. Atrás, sentada, una profesora de lenguaje había visto todo y reía, no a carcajadas, sino con compasión cómica. No había nadie más en el andén. Me senté a su lado, como si el absurdo nos uniera. Estaba leyendo Ken Follet y su manera de excusarse rápidamente me hizo gracia: «En el metro leo lo que se supone que una señora lea en el metro», me dijo. Hablamos un rato. Le dije que lo que había visto era un buen resumen de mí mismo. Al otro día recupere los lentes con el guardia.

*
“Vivo poco, así el día me cabe en el diario”. (CB)

*
“Deslizarse por la superficie adecuada, patinar por el satén sin ambiciones por persistir. Sin deseos de quedarse en alguna parte. Pasar, ir pasando de esto a lo otro. Pasar sin pasar a llevar, sólo rasguñando el hielo (de la página)”. (Gonzalo Millán, Veneno de escorpión)

*
Conozco a 3 perros que se llaman Bruno y que no tienen nada que ver entre sí. También tengo un amigo llamado así.

*
«Tu corazón se tiró un peo». (C)

*
Una idiotez. Anoté montones de tópicos, días, situaciones, la primera frase, la primera línea, como lo hago siempre, para rellenar después. Pero borré casi todo: pasó mucho tiempo, perdió sentido escribir retroactivamente. Situaciones que no tienen ni foto, ni texto. Sensación hueona de que lo no tiene registro no existe. Y tan monje que se cree uno a veces, pero el aparataje representacional que tiene es el mismo que el de Cañulef. ¿Por qué me repugna tanto Cañulef? Últimamente no tengo ganas de explicar nada; ni a mí mismo. Me basta con los desarrollo teóricos hastiantes de la tesis. Y con la correspondencia con F. En cualquier caso, lo único interesante de escribir retroactivamente son los sucesos más o menos fuera de lo común. Y últimamente las cosas por acá anda militando en lo común.

*
“Cuando un ser humano, quienquiera que sea y en no importa qué circunstancias, me habla sin brutalidad, no puedo evitar la impresión de que debe haber un error y que, sin duda, ese error va desgraciadamente a disiparse”. (Simone Weil)

*
“Toda conversación general en la que estoy obligado a asistir (si no a participar) me desuella, me deja aterido, me parece que el lenguaje de los otros, del que estoy excluido, esos otros lo sobreemplean irrisoriamente; afirman, contestan, presumen, alardean. ¿Qué tengo que ver con Portugal, el cariño a los perros o el último Petit Rapporteur? Vivo el mundo –el otro mundo- como una histeria generalizada”. (Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso)

*
Tres momentos de lo policial: 1) Genealógico-mítico: el origen desplazado y (convenientemente) deshistorizado, el nacimiento de la violencia bien vista, la naturalización de la separación entre violencia legítima e ilegitima. 2) Histórico-político: el para-sí, la construcción y evolución del reglamento interno, la alianza con el modo de producción de turno, con la dictadura o la democracia de turno, la defensa de una economía especifica, la creación de un discurso y una legitimidad y 3) Cívico-polémico: para-nosotros, represión, contención, eventualmente tortura, biopolÍtica, administración de las fuerzas sociales, la continuidad de la excepción, la estructura del abuso que, en último término, siempre sirve para “mejorar nuestra policía”.
Hoy, si es que se discute lo policial, no se pasa de éste último nivel. Con suerte, gracias a ciertas torpezas ejemplares (llámese Ley Hinzpeter), o a los 40 años del golpe y el infinito excedente de memoria que van soltando con cuentagotas, se dan ciertos pasos hacia el momento histórico-político… pero se cae demasiado rápido a lo contingente, a lo que urge, y lo policial queda intacto. Es un espacio medio sagrado y medio borrado. Desarrollar.

*
Libros terminados en Junio-Julio. El discurso vacío, Mario Levrero; El mapa y el territorio, Houllebecq; La literatura y el mal, Bataille; Sobre la revolución, Hannah Arendt; La vida con Mr. Dangerous, Las tres paradojas y Madre, vuelve a casa de Paul Hornschemeier; Introducción a la guerra civil, Tiqqun; Dublinesca, Vila-Matas; Porque no saben lo que hacen, Zizek; Benito Cereno, Melville; De la desobediencia civil, Thoureau; Millenium, Hakim Bey; Fragmentos de un discurso amoroso, Barthes. Sándwiches de realidad, Allen Ginsberg.

*
Nunca se termina de leer no tanto porque nunca se termine nada sino porque siempre se está empezando. Dejar de empezar entonces (lo que no significa necesariamente parar de adquirir libros)

*
EXTRACTO DE MAIL A M:

Curicó, Sábado, mañanita. Miro a Roxana Miranda en un programa de debates de CNN Chile. «Mientras Matthei anda en su peluquería nosotros estamos en esto», dice, a la vez que muestra un libro gordo y gigante como el de La historia sin fin. Meneo la cabeza: las mejores voluntades pero los mismos ticks de siempre. Esta Roxana Miranda es esa que antes era de los deudores habitacionales te acordai?. Teniai una amiga poeta que se llamaba así mismo parece. En fin, «aquí -y apunta a su libro- la gente común y corriente está escribiendo la nueva constitución, no importa si es con falta de ortografía», agrega orgullosa. No me deja de parecer bonito. Pero igual, contra todas las cosas antiespectáculo que opino siempre, le haría un arreglo en el pelo a esta señora.

Todos siguen acostados aquí. Vine por el fin de semana, como siempre. Me queda algo así como 2 meses para acabar con la tesis y luego viene todo lo otro, todo lo otro ante lo cual nunca he tenido mucha claridad. Lo seguro es que el futuro llega; en mi caso, tarde, pero llega. En Diciembre me cambio con Ch y F. C, con quien vivo (¿te había dicho?), quizá también se vaya con nosotros. Me gusta mucho Ñuñoa. He llegado a querer a un gato de la zona que parece que ya es de la casa. A veces, cuando hace mucho frio o llueve, me toca la ventana y dormimos juntos (…)

*
EXTRACTOS DE MAILS CON F, IDA:

10/05/2013
No se puede no hablar en serio de las mujeres. Sobre todo porque siempre me ha dado la impresión de que ellas creen que uno habla puras mierdas. Y no. Al final uno comenta las relaciones propias y de los otros por los mismos motivos que ve las películas de Rohmer: las reflexiones éticas y estéticas sobre el amor, la conquista, la seducción, el poder, las inseguridades, etc. Y bueno, tratar de solucionar las cosas también, casi siempre dejándose llevar por esa ilusión que hace que desde afuera de las relaciones todo se ve solucionable (…) En esos casos, lo ideal sería decirlo todo de golpe y al mismo tiempo. Pero como eso no pasa nunca, las parejas empiezan a quererse ahí no más, en lo que hay, en la intemperie, en esa intersección de las omisiones del verdadero porcentaje, de la verdadera entrega de cada uno; y a veces funciona (y las parejas se mienten, bellamente, y se dicen que se amaron de ese modo desde siempre). Quizá todo sería más simple si la gente estuviera dispuesta a ser querida un poco no más, solo un poco. ¿Por qué no asumir los amores chiquititos como corresponde? Porque siempre es desigual, porque nunca se topan dos porcentajes exactos de deseo.

La gordura y la fealdad propia: una estupidez. Al final la mayor parte del tiempo uno asume la banalidad de todo, de todas las maneras de representarse. La banalidad pero también la utilidad, que al final son la misma cosa. Pensarse abuelo, pensarse muerto; eso es lo que hace uno. Eso lo nivela todo. Si me pongo nervioso, me pienso muerto, y se acabó el problema. Pero se supone que no se puede vivir así, que la vida requiere cierto ímpetu, que con suerte algunos santos pudieron disminuirse y aun así permanecer vivos, pero yo no creo en eso, y en cambio creo firmemente en que no tiene porque ser una empresa solitaria y, con algo de suerte, uno puede juntarse con los otros a desaparecer. De eso va el tercer punto de mi tercer capítulo de la tesis (Desaparecer: el amor, la amistad y lo impersonal), que en resumen no dice más que esto: nunca nos importó ser un yo, solo vivimos gracias a todo lo que pasaba entremedio. La media novedad no? Aunque igual hay ciertos días en que uno sí quiere dejar cierta impresión y las representaciones de unos y otros no se ajustan y se siente mal y luego, siempre, menos mal, uno goza con los fracasos estructurales del yo. Uno, es decir, nosotros. Nosotros, es decir, ni tú ni yo.

28/05/13
Cuesta comer fruta en invierno, muy heladas, muy fome, muy nada que ver. El invierno requiere aceite y cosas que echen humo. Aunque igual todavía no es invierno.

Me fui a acostar y te escribo esto en la parte trasera del libro de Levrero. La letra se vuelve una mierda si no se ejercita (justo este libro, que es un diario, se trata de eso, de el viejo Levrero tratando de escribir vacíamente, atendiendo solo a mejorar la caligrafía, pero no le resulta, se pone a hablar de puras hueás, del perro, del gato, de cómo lo interrumpen en la casa, y termina siendo, como siempre, una escritura en que uno termina riéndose). La lluvia se desata a ratos y luego desaparece; no da para aguacero sostenido. Según yo, antes las cosas no eran así: si llovía, llovía una semana de corrido y no paraba nunca.

03/06/13
(…)
Retomo esto. No sé por qué lo último que he escrito es que han estado extraños los días. No entiendo si el párrafo anterior ya lo mandé o es parte de un mail que aun no mando; lo cierto es que está ahí hace más de una semana, a la espera de alguna continuación. Y da lo mismo, en todo caso. Hay unas líneas punteadas bien molestas que no sé cómo aparecieron. No se dejan eliminar, trato de moverlas, voy línea por línea, párrafo por párrafo, página por página, empujándolas, echándolas para abajo, pero luego vuelven a aparecer entremedio de todo, triunfantes y ridículas. También da lo mismo. Nisiquiera tengo muchas ganas de escribir ahora: El malhumor de haber perdido parte del fin de semana (el sábado lo perdí durmiendo y vomitando en tu casa) y también las molestas ocupaciones de casa que no sé si son una manera indirecta de no hacerme cargo de la tesis. Hoy día al menos arreglamos el enchufe que hacía cortocircuito (el gato estuvo a punto de morir un par de veces) y la montonera de cables desde el pasillo hasta la mesa desapareció y se ve todo más limpio. Iré escribiendo párrafos chicos, como éste. Uno por día, para no perder la costumbre por último (…)

La facilidad para escribir aquí no se compara en nada a mi relación con la tesis. Debería usar esto a manera de trote, de precalentamiento para la tesis. Aquí una cosa lleva a la otra con la naturalidad que a uno le gustaría fluyera el mundo. Por ejemplo puedo decir, a pito de nada, que hace más frio que las rechuchas, que hoy pienso estar acostado ojalá antes de las 10, que estoy en el tercer café del día (de ahora para adelante, solo tés), que he avanzado unas 3 planas de tesis entre ayer y hoy, y que C parece islámica con el pañuelo cubriéndole casi toda la cabeza.

21/06/13
(…)
Gané: eliminé completamente esas cagadas de líneas punteadas. Googlié y había una solución simple: marcar los párrafos alrededor de la falla y, en la sección párrafo del word, en el último ícono a la derecha, marcar sin borde. En el fondo, amigo, espero que ésta sea el intercambio definitivo, el que termine con los dos muertos; no a la vez, obvio, porque sería muy raro que muriéramos al mismo tiempo. Se entiende lo que quiero decir. Ahora ya perdí como media hora en todo esto, pero igual estaba entrampado en un párrafo y esto es como trotar. Sigo luego, o mañana.

Ahora es otro día, el día en que Fontaine se despidió oficialmente del CEP. El viejito que presentaba las conferencias, que dice haberlo conocido a los 17 años, se puso a llorar cuando leyó la despedida. Fue bonito igual. Tuve que evitar mirarlo porque mirar a un abuelo llorar da pena. Ch no pudo apartar la vista y, cual medusa de la pena, se le cayeron unas lágrimas. Decente la exposición de Marx también. Pero solo decente. Fontaine es un buen liberal; no como ese sacodehueas de Ottone. De vuelta Bt me llama y me avisa que es el cumple de Bz. En una de esas vamos el sábado con Ch, quien vendrá por todo el fin de semana, de Viernes a Domingo. La idea me pone feliz, con esa felicidad de cuando chico ver a los amigos y jugar, jugar a la tesis, jugar a salir a correr, aunque en una de esas también trae el PS3.

¿Comete uno un error al apaciguarse antes de encontrar la solución? ¿Se puede ser feliz antes de habérselo ganado? Todos, en mayor o menor medida, nos hacemos esa pregunta. Todos, en gran medida, adivinamos la balanza que tiene el otro para esto. Los sistemas de culpa y la amistad. Los sistemas de culpa y la felicidad. Siento que, ahora sí que sí, es nuestro año, partiendo del próximo año, cuando nos cambiemos. De aquí a diciembre es el prologo. Espero en serio que todo resulte. Lo hablamos siempre con Ch de vuelta del CEP.

15/07/13
Llegando de donde Br. Fumamos y nos mandamos los dos últimos capítulos del siglo del yo, una serie a lo Zeitgeist pero centrada en la alianza psicoanálisis-publicidad-relacionespúblicas-espectáculo-capitalismo. El pobre de Freud, el pobre de Reich, sus hijos, sus nietos, sus discípulos, esposas, todos convencidos y bienintencionados diluidores de las posibles intuiciones revolucionarias de sus mentores. Buena pero quizá demasiado introductoria, como para primer año de u. Me vine caminando. Unas calles tan solas, un barro, un frio… y los perros más enojados del mundo. Estaba escribiéndolo aquí pero tuve que twittearlo: “Hoy los perros enojados de la noche me recordaron cuando era chico y volvía a la casa con piedras, hubieran o no perros enojados”. No eran de esos que uno cacha que son juguetones y te ladran como arrancando, o meneando la cola. Estos venían de frente y se acercaban cada vez más, en una mala onda evidente y creciente. Solo cuando crucé a la calle de en frente y revoleé un camote por los aires desistieron. Nadie me vio.

(…)

Otro día. Muchos días después del párrafo anterior. Escribir aquí es más simple que en mi diario, pero aun así es algo que no está ocurriendo todos los días. La época en que escribía todos los días es reciente y en cualquier momento vuelve a ocurrir. Recién fumé y vi una película muy aburrida de Wong Kar-wai (antes escribí que venía sin nada porque esto es solo hoja). Me tomé una sopa para uno de espárragos. Me di cuenta, quizá de puro enmarihuaneado, que en realidad nunca me había gustado ninguna sopa, que siempre me gustaron más los colores, la textura, la inmediatez, el humo que en invierno se ve mejor. Es raro cómo uno se da cuenta de cosas sin importancia de maneras definitivas. En fin, salvo la de champiñones, creo que ninguna sopa merece la pena. Además, son pura sal.

Y de eso puedo hablar: de sopas. Estos días, desde que llegué de Curicó, he estado bañándome solo luego de correr, es decir, cada dos o tres días. Salimos a correr con C, me sirve porque los 20 minutos iniciales que voy con ella me dan un ritmo introductorio que no me sé dar solo. Hoy corrí 50 y quería más. Creo que la verdad del running está en punto medio entre lo que dice el cuerpo y lo que dice Ch. Y la verdad del mundo, también, quizá. Y leo los fragmentos de un discurso amoroso de Barthes que usaré para este capítulo, hago almuerzo, lo de siempre. A veces agarro al gato y lo abrazo. Lo pongo encima, le toco la cara, ahí en ese punto en que uno los ve que ellos mismos se refriegan contra los bordes de los muebles y demaces. C me dice que a veces me envidia por poder hacer todo lo que quiero cuando quiero hacerlo, le digo que tampoco es tan así.

22/07/13
La novela está ahí tirada. Se retoma cada dos meses o algo así. Se retoma, es decir, se lee de cabo a rabo, se reescribe, se le borran cosas, y se la agrega al final, como mucho, una o dos páginas. Voy en la parte en que no sé si hacer que se trate de amor o de algo más extraño. Yo cacho que voy a hacer que todo termine en una empresa de completadores de novelas para Bartlebys. Debería mandarte lo que llevo, y a Ch también. El domingo pasado aquí Ch me dijo en tono muy serio: “amigo, ¿qué cree usted que va a ser lo primero que voy a leer apenas termine mi tesis?”. Le dije que no sabía. “Su tesis”, respondió.

01/08/13
Otra menudencia: como solo puedo ver la mitad de arriba de mi pantalla del cel no puedo devolver mensajes de textos, ni digitar números nuevos, ni ver los últimos dos mensajes de texto recibidos. Tengo que esperar que lleguen más mensajes para que bajen y queden en la parte buena de la pantalla, así que recién hoy, gracias a tus últimos dos mensajes (que no puedo ver aún) vi un mensaje que C me mandó hace dos días (Plaza de armas. Una paloma acaba de chocar con mi cabeza. Camila en la ciudad).

*
EXTRACTOS DE MAILS CON F, VUELTA:

Hoy entregué la tesis. –Mira que se ve lindo con corbata, no te reconocí, me dijo Judith Bell, la coordinadora académica. Esas salas de la universidad. Con sus computadores Compaq o Acer del año 95, con sus profesionales académicos que mueven el mouse de una manera muy lenta, lenta como toda la arquitectura de la universidad polvorienta. Me dijo que eligiera qué profesor me evaluara, que eligiera dos. Le dije: “cualquiera”. Creo que esto ya te lo dije. Estoy confundido.

(…)

Acabo de salir a comprarme una empanada al paseo Bulnes. Frente a la librería Gonzalo Rojas. Antes de eso pasé a preguntar ridículamente al McDonald y al Burger King por una promoción que había desaparecido hace muchísimo. En ambas partes se rieron de mí. La promoción consistía en que si uno cargaba su tarjeta BIP con dos mil pesos, a uno le daban una hamburguesa y una papa frita extra gratis. Y en el fondo nunca quise comer, nunca tuve hambre, solo fui porque quería hacer algo solo, porque ese es en el fondo el tema de mis temas.

Luego de eso se me ocurrió hacer otra cosa: comprarme la historia de la sexualidad, de Foucault. Pero las librerías ya estaban cerradas. Y fue una idea loca. También pensé en comprarme una novela rarita, de algún japonés o japonesita, que no fuese murakami, de una tal Banana Yoshimoto que la Neko siempre me la ha recomendado, o de alguna china o coreana. Algún libro simpático.

Pero no. Me dio por Foucault. Me dio por la Historia de la Sexualidad. No importa, si total, fracase igual en ese proyecto. Es que me vi leyendo un libro original. A todo esto, comenzaré campaña profunda de recuperación de mi capital de libros. No tengo ningún cálculo de qué libros tengo. El otro día, en la pieza de Bt. (porque fuimos donde la Bt.), vi mi libro de Zizek. Entonces me acorde cuando era tan perspicaz en cuanto a indagar teorías estéticas de donde fuese. Y ahora, yazco en un mar de papeles, de libros, decretos, leyes, contratos, facturas, cuentas, deudas.

(…)

El bar se llamaba La Playa, y cuando EVM escribió el Paris no se Acaba Nunca dijo que había pasado el año nuevo del año 2000 allí, solo, y que en la barra, mientras todos los juegos artificiales sonaban, le dijo a un caballero borracho “yo fui francés, y soy Charles Baudelaire muerto”. En ese Bar La Playa estaba yo. En ese bar, además, Jorge Edwards había tomado mucho pisco indagando sobre su tío, mucho más genio que él, que se llama Joaquín Edwards Bello. En ese bar estaba con mm

(…)
Hoy paso algo que puede ser considerado un suceso elegante. Me invitaron a jugar futbol un grupo de humor, que sale en un programa de TV, que se llama Fusión Humor. Estaremos atentos para ver en qué lugar es el partido.

(…)

Leí esas dos páginas del libro de cartas de Auster y Coetzee. También voy en la 120 de El mapa y el territorio (mapas Michelin), en la 160 de La broma, en la 60 de un libro de Gabriel Salazar, en la 40 de un libro sobre el erotismo de Bataille (bastante fome). Y hoy me acabo de comprar Defender la sociedad, de Foucault, en $15.000. Lo leeré (ya empecé a leerlo hoy mismo) porque calculo que defenderé mi tesis a fines de agosto, y como estos libros de Foucault son clases, la lectura es simple, amena (pero no por eso menos interesante teóricamente).

*
Lago LLeu-lleu, Felipe Lefever (12/05/08)

Iba a rescatar de los anales
todos los bailes de los pinos,
la inutilidad sublime de los animales y
de mí, de la triste manera
de caminar de mi tío,
el canto enfermo de las aves en el
cielo comprado y, sin embargo,
preferí la contemplación quieta,
el instante sin nombre que los
ridículos llaman poético.

Iba a rescatar los recuerdos
contaminados de su repetición urbana.
pero preferí el ocio y dejar la urbe
caducando.
Iba a trascender y preferí la inmanencia o
el árbol que juega con
el tiempo soñando conmigo,
que prepara hoy
su disolución
entre este viento norte
que no merece viajar hasta
el centro del país.

*
(24/07/07)
Íbamos hablando-caminando por ahí por el paseo ahumada y aparece un tumulto de gente en una esquina. Se oyen gritos y ruido. Hay un camión de basura y unos cinco pacos y un número considerable de ambulantes que los tienen cercados. Los pacos tienen de rehén a un ambulante y los locos les tiran basura botellas de todo. Nos acercamos harto, más de lo que las mamas y la tele recomiendan. Estamos a dos metros de los pacos, inspeccionando sus caras nerviosas, cuando de pronto los ambulantes agarran tres contenedores de basura que estaban amarrados así como una muralla y los empujan hacia los pacos y uno gordo se cae tontamente. Al lado nuestro un viejo mirón que al parecer viene de su aburrido trabajo. Se entusiasma y le tira una botella chica a un paco, tímidamente, y se esconde ahí tras el quiosco, vestido de oficinista, nos mira pidiendo aprobación, está totalmente seguro de que tendrá nuestra aprobación, se la damos con un movimiento de cabeza y se va, y nos da mucha, mucha, mucha risa. La cosa sigue largo rato, los pacos finalmente ganan y nos sentimos satisfechos por el acontecimiento que la ciudad nos brinda.

*
Vamos con C a casa de su amiga Pa: Chocolate caliente y gente que no conozco. Al bajarnos del metro nos topamos con la finalización de Colo-Colo-Rangers. C teme. La clave es mezclarse, le digo. Así que nos incorporamos a la familia colocolina (literalmente, habían muchas familias). Ya en el lugar, empiezo a pensar que ya no sé relacionarme con extraños, que estos meses de aislamiento han hecho lo suyo, pero al igual que el miedo de C a los colocolinos, son puros prejuicios, y terminamos riéndonos.

*
«Sentimiento razonable: todo se arregla –pero nada dura. Sentimiento amoroso: nada se arregla –y sin embargo dura». (R. Barthes)

*
Nunca me había aprendido una canción de memoria (Just friends en la versión de Chet Baker).

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canto a la epoquita

Justificarán la existencia como peligro
(Pablo de Rokha)

I
Es la faz de la tierra entera una cama mal hecha
y manchada con las características del hambre.
Pueden verse descansar las ciudades, abultadas y estériles,
reposando a la espera de algún pulso
o esperando el hambre,
el hambre fiera y pretérita del primer festín
que se conserva y anula en cada saciamiento,
cuando se come como si nada,
cuando se camina como si nada,
cuando se muere como si nada,
crece la añoranza de vaciarle la guata a las cosas de un puñetazo,
quitarle el saludo al presente,
con nuevas tripas para un hambre
que debería esta vez crearse a nuestra medida
mediante una ciencia larga y roja que abarcase
todo lo mediano y medianizante
para que el delito y lo divino coincidan en el mismo pan,
ese que crece en el pecho indiscutible del mundo,
no como estas migas que hoy pican
en la medianoche constante de la historia.

II
En la tarde vacía que se es para sí mismo
también somos un continuo paseante que,
sin siquiera saber dónde dirigirse o sentarse o esconderse,
termina de puro ocio,
sosteniendo la extensión del hambre y sus productos milenarios.
continentes que se doblan bajo el peso animal
del hombre, sus siestas epocales y acomodos.
Sin nunca sacudir nada,
sin nunca levantarse ni hundirse de golpe.
Es una tarde lenta
que aplazando
devora el día.
Una madre que,
al amamantarnos,
arde.

III
Y no es más que el movimiento imperceptible y tibio
de echar luz alrededor como
una taza que se desborda constantemente por error,
porque es la especificidad del error lo que progresa.
Es esa pequeña conciencia arrojada y torpe esta polilla colectiva
que rebota en la habitación mundial
lo que simula un pulso.
Y por debajo de los siglos las costuras
que nos dice que algo se ha enraizado sin avisarnos:
Raíz que orada la tierra y luego borra su árbol
para evitar la mano azarosa del tiempo
y su carrera despedazada.

IV
Aunque no haya siquiera un lugar
donde caerse vivo,
más hambre que bocas
confirman ninguna naturaleza que confirmar:
al principio era el Caos,
suma aún no desplegada de todos los órdenes.

Siempre
antes del hombre
está el hombre.

V
Para comer somos comidos
desde los huesos hacia fuera
sobre la faz de la tierra seca pero obstinada
y no queda claro qué o por dónde se traga:
Toda perspectiva es paisaje que consuela
sólo en el tumulto previo que es antes de ser visto.
Todo consuelo es paisaje menor
o río que se devuelve
-como del colegio-
desde el mar
a lo inhóspito y seco.
Todo mundo es maleza y peladero
y uno el ojo celoso del Dios que asesinado a medias
mira asomado al visillo finito.
Pero también hay mundo manto tierno y nulo
que cobija con cielos pastos lisas espaldas
y este punto que somos es así envuelto,
revuelto, amado, o casi,
como innecesario Apocalipsis
para salvarnos al revés y
a falta de origen,
construir mano a mano
un estruendoso final que corone
el forado que somos íntegros.

VI
De lo ingénito sólo afirmo esta alegría feroz
que nos lanza y lanza al porvenir
que viene así por venir,
y sin siquiera ser una especie de delante nuestro
es excretado desde la misma ventosa universal
por los costados o desde atrás,
es un viento generoso a veces
o basuras en los ojos también.

Sin desierto el punto absoluto que somos,
hebras unos de otros,
mundo y mundo,
de uno en uno.

VII
No es más que la legitimidad de ir arrastrando juntos un cadáver
muerto de otra muerte distinta a esta levedad
a esta pedagogía de pueblos agachados
cortina de vapor eternamente actualizado;
Es esta miseria preferencial.
Este pasillo antiépico de mierda espectacular.
Gozosa incomunicación en la que el prójimo ríe con encías de caballo,
manoteando y bailando
para decir en movimiento
que no se ha dañado nada.

Han olvidado los machetes y el fuego,
y tienen los nihilismos y los fracasos bajo la manga
por si acaso,
por si su ocaso,
todo aquello que goza en la certidumbre del fracaso
y que deja la faz de la tierra entera
enrollada como serpentina que chilla
en la fiesta de este precario pánico.

VIII
Nuestro tiempo se ha vuelto una serie de siestas referidas unas a otras,
sopor serializado en el que
despertamos un buen día
como agarrados
de los cocos del Espíritu.

IX
A medias despiertos o a medias dormidos,
amamantándonos de madres crudas
desechamos el milagro
y cualquier tipo de calefacción valórica
y nos aferramos a este calor inorgánico
en el que todo se acurruca y se vuelve
un perro para sí mismo
y un perro para otros.

Mordiendo por dentro
raíces de árboles ya borrados
o tiritando al mundo con venas prestadas,
nuestro frío es inapelable y mudo
si contamos uno por uno,
pero hilamos las levedades
para armar el monstruo
y soltarlo.

Entremedio de cada siesta centenaria,
bostezos de negatividad
recorren la habitación
y allí quedamos parados
en medio
como signos desnudos
en los que se reflejan la infinita opacidad
o sea el núcleo de la creación
suspendiéndose
en cada cosa
que arranca
de su sombra.

Manchados por las características del hambre
nacemos y
nacemos
para Ésto.

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chal

(…)
Me arropé con una manta de viaje
Multicolor
Como mi vida
Y mi vida no me calienta más que este chal escocés
Y ni Europa entera divisada por la ventanilla
De un expreso a toda máquina
Es más rica que mi vida
Mi pobre vida
Este chal
Deshilachado sobre los cofres repletos de oro
Con los que viajo
Encima de los que sueño
Encima de los que fumo
Y la única llama del universo
Es una vaga idea
(…)

(Blaise Cendrars, Prosa del transiberiano y de la pequeña Juana de Francia)

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unos de bukowski

VERDE
He estado borracho en los baños
enfrente de espejos rotos
en pueblos del sur de ningún lado
sosteniendo un cuchillo filoso contra la yugular y
sonriendo.
Porque habia aprendido que dramatizar es
un gran sustituto para la
realidad:
La única separación entre hacerlo y
fingir hacerlo
es esa linea infinitamente delgada de
elección:
una elección entre nada y nada.

Me despertaba a la mañana
y me iba al laburo
donde los obreros aceptaban todo
menos el sueño de escapar.
Habia tantos lugares como ese.
Tenia un laburo en este pueblo en Louisiana
y terminaba a la tarde
cansado y torpe
salía hacia la noche
y seguía llenando vasos y
mirando por la ventana
y pensando en una chica
del trabajo
que usaba un lindo vestido verde
y puteaba continuamente contra casi todo.
Yo nada más queria cojerla
una vez
e irme
del pueblo.
Solamente me fui del pueblo,
lo que quiere decir que elegí entre
quedarme en ningún lado e ir
a ningún lado.
Me imagino que si ella está viva
Todavía putea contra algo
pero yo, yo ya no sostengo el cuchillo filoso
contra la yugular:
el fin se está
acercando bastante
por sí mismo.

CISNE DE PRIMAVERA
También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres
que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping
y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.

AIRE, LUZ, TIEMPO Y ESPACIO
Sabes, yo tenía una familia, un trabajo, algo
siempre estaba
en el medio
pero ahora
he vendido mi casa, he encontrado este
lugar, un estudio amplio, deberías ver el espacio y
la luz
por primera vez en mi vida voy a tener el lugar
y el tiempo
para
crear

no, nene, si vas a crear
vas a crear trabajando
16 horas al día en una mina de carbón
o vas a crear en una habitación con tres chicos
mientras estás
desocupado,
vas a crear aunque te falte parte de tu mente y de
tu cuerpo.
vas a crear ciego
mutilado
loco.
vas a crear con un gato trepando por tu
espalda mientras
la ciudad entera tiembla, con terremotos, bombardeos,
inundaciones y fuego.
nene, aire y luz y tiempo y espacio
no tienen nada que ver con esto
y no crean nada
excepto quizá una vida más larga para encontrar
nuevas excusas

CONOCÍ A UN GENIO

conocí a un genio en el tren hoy
como de 6 años de edad
se sentó a mi lado
y mientras el tren
avanzaba a lo largo de la costa
llegamos hasta el océano
entonces él me miró
y dijo:
no es hermoso.

fue la primera vez que me
percaté
de ello.

MAS DISCUCIÓN
Rilke, ella dijo, ¿no adoras a
Rilke?

no, dije, me aburre,
los poetas me aburren, son mierdas, caracoles, pedacitos de
polvo en un viento barato.

Lorca, dijo, ¿qué te parece Lorca?

Lorca era bueno cuando era bueno. Sabía como
cantar, pero la única razón por la que te gusta
es porque fue asesinado.

Shelley, entonces, ¿qué te parece Shelley?

¿no se ahogó en un bote de remos?

entonces ¿qué te parecen los amantes? me olvidé sus nombres…
los dos franceses, uno asesinó al
otro…

bárbaro, dije, ahora hablame de
Oscar Wilde.

un gran hombre, dijo ella.

él era inteligente, dije, pero tu crees en todas esas cosas
por la razón equivocada.

Van Gogh, entonces, dijo ella.

ahí vamos, dije, ahí vamos de nuevo

¿qué quieres decir?

quiero decir que lo que los otros pintores de la época decían era verdad:
que era un pintor promedio.

¿cómo lo sabes?

lo sé porque pagué $10 para entrar y ver algunas de sus
pinturas. vi que era interesante,
honorable, pero no grandioso.

¿cómo puedes decir, preguntó, todas estas cosas acerca de toda esta gente?

querrás decir, ¿por qué no estoy de acuerdo contigo?

¡para ser un hombre que casi se está muriendo de hambre, hablas como si fueras
un tremendo sabio!

pero, dije, ¿no se murieron de hambre todos tus héroes?

pero esto es diferente; no te gusta nada de lo que a mí me gusta.

no, dije, simplemente no me gustan de la manera que
te gustan.

me voy, dijo.

podría haberte mentido, dije, como la mayoría
lo hace.

¿querés decir que los hombres me mienten?

sí, para llegar a lo que crees que es sagrado.

¿querés decir que no es sagrado?

no lo sé, pero no te voy a mentir
para que funcione.

anda a cagar entonces, dijo.

buenas noches, dije.

ella dio un bruto portazo.

me levanté y prendí la radio.

había un pianista tocando la misma pieza de
Grieg. nada cambió. nada
cambia nunca.
nada

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lindorfo le mete un pico de chancho artificial a la chancha
la vagina cuelga como paño sucio
el tubito tiene forma de espiral
como el de los chanchos supongo
aplica cemen, bombea, con carecientífico
la chancha echa unos gruñidos infernales
está buena la cara de espanto de la sita yanet.

(2004)

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Isabel Rawsthorn
Dios escupió y el hombre se hizo
El hombre eyaculó y el esqueleto cartilaginoso
de una mujer llamada Isabel Rawsthorne apareció en una
calle del Soho
charcos de carne membranosa transparentándose en lechos clínicos.

Isabel Rawsthorne, esqueleto cartilaginoso de las calles del
Soho
Una cara como un vómito
como una plasta que el ordeñador sanguinolento de lo real
pisotea con sus patas de vaca.

En el prado crece la hierba como los pendejos en el pubis de
Isabel.

La hierba que crece en el pubis del prado
embetunada de semen
bajo esas dos figuras
charcos de carne membranosa transparentándose en lechos
clínicos.

En el lecho nupcial –una mesa de operaciones-
figuras que se entrelazan como bistuiríes de carne
La boca abre su corola dentada.

El rojo de la boca coronado de dientes
el ano dentado de la boca como un birrete de obispo.

Pienso en Isabel Rawsthorn para exorcizar la asfixia
de la que ella, en una calle del Soho, es un emblema aproximativo
con su carne eyaculada por el pincel de Francis Bacon.

La casa del ello
Una casa
con algo de catacumba al aire libre,
desventrada sobre el nivel de las aguas
en el camino que se empina, en Cartagena,
sobre el mar falsamente azulado
que tranquilo baña un paisaje de mierda
detritus disimulados entre ola y ola,
cáscaras de sandia y
utilerías de plástico.
Una casa o lo que la recuerda con los muñones de sus distintos ambientes
vespasianas o masturbatorios, depósitos excrementicios, piezas reservadas
Para las últimas gracias de la perversión.
La casa del Ello
una ruina de lo que no fue
entre los restos de lo que fue
un balneario de lujo
hacia 1915, con mansiones de placer señorial convertidas en
conventillos veraniegos
hoteles de tercera que se desmoronan sobre sus huéspedes
-prosperidad forrada de madera y barniz-
lugar mecánicamente abisal programado por el azar para que
allí ocurra cualquier cosa
a cargo de los operadores eventuales del Ello:
el rapto de una ahogada, el ajusticiamiento de un niño
la violaci6n de una vaca marina.

De Monja en el subway
(…)
El flujo de este mundo de fermentaciones y violencia
necesita de algo que no lo necesite
y eso, a lo mejor, se le parece íntimamente.
Llama fría en un vaso de escarcha
hermana de la caridad organizada
pequeña forma de nada que toma al cristalizar
la ráfaga
Ella que no germinó ni se despliega y que morirá
extenuada, del temor de apagarse.

Vieja en el subway
La piel es ya de trapo y empaqueta la carne
desmigajada como si fuera estopa o aserrín.
La cabeza ha dejado de alzarse sobre el cuello rígido
y curvo como un asa; pero viaja en el subway
a velocidades incomprensibles para ella
se deja llevar por esta necesidad, entredormida
aferrada a sus bienes muebles
bultos de un peso que la ancla en si misma,
semivacíos, más llenos de papeles que de cosas.
Se ha maquillado como todos loss días para llegar
amanecida a otra estaci6n de la noche
pintada de rosa y blanco matizados de un lila
natural, esta flor de la muerte
Destino que se desplaza
cumplido pero persistente
hacia una calle en el fin del mundo
Motel Welfare en Broadway:
una cama como una fosa
para morir en vida.

De Amistades
(…)
Sin cara ni país ni arraigo en perro propio
somos llamados a la traición

De Nada que ver en la mirada
(…)
Un mundo de voyeurs sabe que la mirada
es sólo un escenario
donde el espectador se mira en sus fantasmas
Un mundo de voyeurs no mira lo que ve
sabe que la mirada no es profunda

Nunca salí del horroroso Chile
Nunca salí del horroroso Chile
mis viajes que no son imaginarios
tardíos si -momentos de un momento-
no me desarraigaron del eriazo
remoto y presuntuoso
Nunca salí del habla que el Liceo Alemán
me infligió en sus dos patios como en un regimiento
mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible
Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:
el miedo de perder con la lengua materna
toda la realidad. Nunca salí de nada.

La realidad y la memoria
El simulacro de profundidad que presta la memoria a todas las cosas
porque ella es por definici6n lo profundo
esa profundidad consustancial a las cosas en la memoria, razón
por la cual se sustraen a1 reconocimiento
deslizándose en si mismas constantemente hacia un atrás aparente.
En la memoria
no nos encontraremos nunca delante de las cosas que vimos
alguna vez ni en realidad ante nada
Pero en lo real -donde ocurre exactamente lo contrario-
las cosas son pura superficie
que nos cierra al conocimiento de las mismas
cosas de las que ergo nada puede decirse en realidad

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patio interior

Despiertas asustada: abajo alguien promete matar a alguien.
Miramos por la ventana:
La misma performance ebria de siempre,
el sol que forma su costra mañanera
en el encervezado suelo.
Todo ese reverso festivo de la muerte diurna
que ha sido arrastrado a través de la noche
es sólo otro vertedero desesperado de promesas
de muerte o amor.
La misma pobre orilla.
El acantilado al que todos corren
para no lanzarse nunca.
Pero nosotros no nos hemos prometido nada
a la manera histórica de la desesperación.
Éste es el único día
junto con el próximo que nos caiga encima:
un abismo a dos orillas espalda con espalda
con el eco como lengua madre de esta porfía.
A lo mejor por eso simulo una sombra
y te sigo hacia la ventana para abrazarte,
como si el paisaje fuese algo más amable
que este patio interior;
y soy, por fraudulentos instantes, un tercero de nosotros
que se alegra de verme contigo
mirando un mero patio interior.
Habemos varios asomados, chascones y sin ojos aún,
entre ellos un vecino que se anima y le grita un par de cosas al
exaltado de abajo
y eso es todo,
siempre eso es todo.
Vuelves y te tapas hasta la cintura,
cerraste los ojos cuando aun estabas de píe,
yo bebí agua para solucionar la cabeza,
«me asusta mucho despertar así», dijiste.

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¡Ahí tienen! (1913)
Dentro de una hora, a ese limpio callejón
fluirá vuestra adiposidad hombre a hombre como gotas de grasa.
Usted, señor, por ejemplo, tiene col en el bigote
de una sopa dejada a medias en alguna parte.
Usted, señora, por ejemplo, con su cara repintada de blanco
parece una ostra que asoma entre la concha del vestido.

Todos ustedes, tan sucios, con chanclos o sin ellos,
se han trepado a la mariposa del corazón poético.
La turba se restriega enfurecida
y eriza sus patitas de pulga multicéfala.

Y si a mí, un huno rudo,
no me dan ganas hoy de mostrarme simpático,
lanzaré una carcajada y los escupiré,
les escupiré a la cara alegremente,
yo, prodigo derrochador de palabras sin precio.

De La nube en Pantalones (1914 – 1915)
¡No es posible dejar de un salto el corazón!
(…)
Más seguros que los rezos son los tendones y los músculos
¿Por qué habriamos de rogar una limosna al tiempo?
¡Nosotros,
cada uno de nosotros,
sostenemos en nuestras cinco
las correas de transmisión del mundo!
(…)
Y cuando,
procalamando con una revuelta
su arribo, salgan a recibir al salvador,
yo
me sacaré el alma,
la pisotearé
¡para hacerla más grande!,
y asi ensangrentada se las daré como estandarte
(…)
Hoy hace falta
pegarle duro al cerebro del mundo
con una manopla
(…)
Sáquense, transeúntes, las manos de los bolsillos:
cojan una piedra, un cuchillo, una bomba,
y si alguien no tiene manos
que venga a golpear con la frente.

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Pequeña confesión (1978)

En memoria de Sergei Esenin

Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones
Me amaron las doncellas y preferí a las putas
Tal vez nunca debiera haber dejado
El pais de techos de zinc y cercos de madera.

En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.

Desperté con ganas de hacer un testamento
-ese deseo que le viene a todo el mundo-
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.

Todo lo que se diga de mi es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.

“Es mejor morir de vino que de tedio”
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones

Tal vez nunca debi salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo
Donde crecen mis inicales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana

El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.

Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mio el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

Como de costumbre, volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.

De Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal (1978)

7
Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy empleado público como consta
en mi carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka seltzer
al caer al vaso del agua.
En la casa de la ciudad no he pagado ni la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
Mirando los letreros que dicen “No se fie”.
Mi futuro es una cuenta por pagar.

8
Si el futuro pudiera extenderse pulcramente
como mi madre extiende las sabanas de mi cama.
Miro la ropa puesta a secar en el patio.
Han entrado ladrones de galli9na a la casa del frente.
Voy a la plaza a leer el diario con noticias
más añejas que las de San Pablo.

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versos de patio por BLH

1
Un perro que salta hasta su cara.
En sus ojos peludos yo.
La sangre aún fluye en la diferencia.

2
Agua devolviéndose a suerte de pajaros alimentados.
Un hombre disfrutando otro hombre.
Conocimiento abierto entregado en y por el animal.

3
Sobre su piel activa una gorda garrapata,
una verdad inflamada y sincera
absorta con su muerte en su vida.

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De Nieve
(…)
¿Dónde está lo real? No hiere preguntarlo ni
importa que uno sepa de memoria
las exactas respuestas del maestro y los suyos
entre los cuales vive tu voluntad. No importa.
Entiendes bien que el solipsismo es una coartada
del poder contra el espíritu.
(…)
es mi fatiga:
ella es la que no se extraña de nada.
(…)
fue el temor
de que nada ocurriera sino sólo en ti mismo
el primero en empujarte en esa dirección.

De La despedida
(…)
Y este negocio de vivir al día no era más que,
a lo lejos, una bonita fachada
con angustiados gitanos en la trastienda.

De Epilogo
(…)
Podemos simpatizar los unos con los Otros,
y eso es más que bastante: eso es todo, y difícil,
acercar nuestra historia a la de otros
podándola del exceso que somos,
distraer la atención de lo imposible para atraerla
sobre las coincidencias,
y no insistir, no insistir demasiado:
ser un buen narrador que hace su oficio
entre el bufón y el pontificador.

Nathalie
Estuvimos a punto de ejecutar un trabajo perfecto,
Nathalie en una casa de piedra de Provenza.
Dirás ahora que todo estuvo mal desde el principio
pero lo cierto es que exhumamos, como
por arte de magia,
todos, increíblemente todos los restos del amor,
y en lo que a mí respecta hasta su aliento mismo:
el ramillete de flores de lavanda.
Es cierto: nuestras buenas intenciones fracasaron,
nuestros proyectos se redujeron al polvo
del camino
entre la casa de Lulú y la tuya.
No se podía ir más lejos con los niños
que además se orinaron en nuestro experimento; pero
aprendí a Michaux en tu casa, Nathalie; una
vociferación que me faltaba,
un dolor, otra vez, incalculable
para el cual las palabras no tienen gusto a nada.
Vuelvo a París con el cuaderno vacío,
tu trasero en lugar de mi cabeza,
tus piernas prodigiosas en lugar de mis brazos,
el corazón en la boca no sé si de tu estómago o del mío
Todo lo intercambiamos, devorándonos: órganos y
memorias, accidentes del esfuerzo por
calarnos a fondo,
Nathalie, por fundirnos en una sola pulpa.
Creer en dios; sólo me falta esto
y completar, rumiando, el ciclo de la baba,
a lo largo de Francia.
Pero sí, trabajamos duramente
hombro con hombro, ombligo contra ombligo
y estuvimos a punto de sumergirnos en Rilke.
No hemos perdido nada:
este dolor era todo lo que podía esperarse;
sólo me falta aullarlo en el momento oportuno,
mi viejecilla, mi avispa, mi madre de
dos hijos casi míos, mi vientre.
«Va faire dodo Alexandre. Va faire dodo Gérome».
Ah, qué alivio para ellos
el flujo de la baba de la conciliación. Toda otra.forma de culto es una mierda.
Me hago literatura.
Este poema es todo lo que podía esperarse
después de semejante trabajo, Nathalie.

Eres perfectamente monstruosa en tu silencio
Eres perfectamente monstruosa en tu silencio.
Ya lo sé; preferible a un razonar
sin otro son que el ton: de vientre para afuera,
de boca para afuera, de corazón para afuera.
Pero me muerde el tiempo con que allá te abanicas;
armado de una pluma, entre el cachorro y la pared,
desnudo
hago como que juego a desangrarme
cuando, entre broma y broma, me desangro.
Como en la infancia pero aún más cruel que la
persecución de todos contra uno
o el castigo por llorar en horas de clase,
este silencio, ese silencio monstruoso
de alguien que te hizo entrar, acariciándote,
a su pequeño circo propio. Romano.

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Blue (1978)
Veré nuevos rostros
Veré nuevos días
Seré olvidado
Tendré recuerdos
Veré salir el sol cuando sale el sol
Veré caer la lluvia cuando llueve
Me pasearé sin asunto
De un lado a otro
Aburriré a medio mundo
Contando la misma historia
Me sentaré a escribir una carta
Que no me interesa enviar
O a mirar los niños
En los parques de juego.

Siempre llegaré al mismo puente
A mirar el mismo rio
Iré a ver películas tontas
Abriré los brazos para abrazar el vacío
Tomaré vino si me ofrecen vino
Tomaré agua si me ofrecen agua
Y me engañaré diciendo:
“vendrán nuevos rostros
Vendrán nuevos días”.

Carta a Mariana (1978)
¿Qué películas te gustaría ver?
¿Qué canción te gustaría oír?
Esta noche no tengo a nadie
A quién hacerle estas preguntas.

Me escribes desde una ciudad que odias
A las nueve y media de la noche.
Cierto, yo estaba bebiendo,
Mientras tú oías a Bach y pensabas volar.

No creí que iba a recordarte
Ni creí que te acordarías de mí.
¿Por qué me escribiste esa carta?
Ya no podré ir solo al cine.

Es cierto que haremos el amor
Y lo haremos como me gusta a mí:
Todo un día de persianas cerradas
Hasta que tu cuerpo reemplace al sol.

Acuérdate que mi signo es cáncer,
Pequeña acuario, sauce llorón.
Leeremos libros de astrología
Para inventar nuevas supersticiones.

Me escribes que tendremos una casa
Aunque yo he perdido tantas casas
Aunque tú piensas tanto en viajar
Y yo con los amigos tomo demasiado.

Pero tú no vuelves de la ciudad que odias
Y estás con quien sabe qué malas compañías,
Mientras aquí hay tan pocas
A quien hacerles estas simples preguntas:
“¿Qué canción te gustaría oír,
qué película te gustaría ver?”

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De Andenes (1961)
Y los viajes de vuelta de vacaciones
Cuando eras –para los parientes que te esperaban-
Sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.

De Despedida (1961)
Y me despido de estos poemas:
Palabras, palabras –un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizá lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

De Crónica del forastero (1968)
No soñamos con ser medicos, ni abogados,
ni empleados de banco.
Para otros está
el pasear como tenientes con las buenas muchachas del pueblo
(sin embargo, cuánto daríamos para que
apareciera una mujer en el frío lecho de estudiante).
Leemos a hurtadillas bajo el pupitre,
o bajo las sucias ampolletas de las pensiones
a Dostoievski, Hesse, Knut Hamrun…
somos los que viven
al otro lado del río o de la vía férrea.

(…)

Y tú empiezas a sentarte delante de paginas en blanco
condenado a perseguir palabras
más difíciles de atrapar que moscardones entrando
en Diciembre a la sala de clases.

(…)

Soy extraño a toda fiesta para mí mismo

(…)

Yo no temía al infierno profetizado por el cura,
el cielo estaría siempre en el rostro de una muchacha.

Cuando todos se vayan (1971)
Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo mi último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho de la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.

Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Como una araña que recorre
los mismo hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de maleza
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio

De Cosas vistas (1968)
6
Sentado en el fondo del patio
trato de pensar qué haré en el futuro,
pero sigo el vuelo del moscardón
cuyo oro es el único que podría atrapar,
y pierdo el tiempo saludando al caballo
al que puse nombre un mediodía de infancia
y que ahora asoma
su triste cabeza entre los geranios.

25
Mientras no cesan los golpes de los dados
tres bicicletas relucientes de frío
esperan pacientes y cabizbajas
afirmadas en la pared de la cantina

29
Un vaso de cerveza
una piedra, una nube,
la sonrisa de un ciego
y el milagro increíble
de estar de pie en la tierra

30
La muerte nos dice que no existe
para que creamos en ella
y la llamemos

31
Los perros ladran en el patio
al invitado triste de los Domingos.
Sólo los gorriones lo saludan.

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todo el invierno cabe en un día

Todo el invierno cabe en un día,
el tragaluz arrítmico lo sigo con los dedos,
vuelto frazada nada es aun.
Espero a que sea.
Retrocedo en el sueño.
Era una rubia y le pegaba una patada en el hocico.
No recuerdo bien.
Contra la almohada los dedos
van llevando un ritmo:
en todo arbitrarios dedos
que deducen y siguen ritmos
desde la materia informe.
Al principio era el ver volver al verbo
con el hombre entre las piernas.
Espero inmóvil el carácter del día,
el material que me niegue bien,
lo suficiente como
para poder subrayar unas cuántas horas,
guardarlas lo que se pueda
no es pedir mucho,
toda fe es un otro
en la coincidencia de nuestras pequeñas muertes diarias
cuando la forma del cielo cae garganta abajo
sólo está el otro y su demora.
Perdí el ritmo del agua,
tuvieron conciencia los dedos,
el ruido de la cocina le remplaza en su lejanía amable,
la suma de olores invita,
hay veces en que los días entran de espalda por la puerta,
o llegan como un bloque de horas amarradas por pasos,
a ver si hoy no se sueltan los nudos
y cubrimos todas las bases.
Aunque se nos diga eres llovizna o garuga
o tierra seca
se ofrece uno como ventanal de tren
sin promesa de paisaje ni clima ni vacas pastando
la pura ranura,
una ranura que mira por otra ranura
un forado con manillas,
estar a la mano,
llevar el esqueleto invernal
hacia cualquiera que adivine
este clima desprovisto de mundo
este clima desprovisto de objetos
no podía levantarme era sólo un clima nulo
un cielo de frazadas lentas no podía,
pero finalmente he salido a caminar con el imposible prójimo
que mojado queda más cerca.
No tanto, pero algo, algo del desamparo se intersecta.
El invierno cabe todo en este día,
el pichi es borrado de las esquinas,
y llevado con el jugo de ciudad por las alcantarillas.
Me gustan las barbas mojadas que les cuelgan a los perros,
un trote certero no importa hacia qué,
o las señoras que corren y cubren inútilmente sus peinados
con pequeñas carteras aun más inútiles.
Si escurriera no seria la sal,
ni el azúcar,
sólo una nota más dentro
del leve azote de todo en todo.

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cincoaeme

curaos que aparecen como almas en pena
o signos de interrogación sin frase
todo niebla echo pedaleo helado
atmosférica ternura nula
las manos son rojas y duras
los perros son dioses provisorios
las casas cosas referidas unas a otras
y las orejas van arrugadas enroscadas hacia el cerebro.

(8/09/07)

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Hoy martes 28 de agosto del 2007
murió Anacleto Angelini el hombre más rico de Chile
y Huerta jugador del Sevilla
el Colo empató con Audax por la Sudamericana
y la Betania me cortó y estoy sólo en la casa.
Dejo la música fuerte
el tipo del frente
por la ventana
lo veo cocinando para sí mismo
me siento un poco mejor en el sentido de un poco como las gueas
o un poco como Moe
un poco como Travis en Taxi Driver,
todos los testículos del mundo llorando,
toda mi traspiración todo yo y mi pipi son lagrimas
mañana juegan Gonzáles y Capdeville
mañana hay una marcha por los trabajadores y cierran la u
lleno todo de nombres
de índices
a veces soy el índice de los días
un día de cama y leer mañana
y claro, de pensar a ratos
en que la cagué
y la perdí, lo femenino y lo animal eran en un mismo especimen,
en el desorden que soy la perdí
como un calcetín que desaparece para siempre bajo la cama:
fui la demora de estirar el brazo que llenó de polvo los rincones.

(2007)

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Parece que amanecí resfriado
y abrí la ventana como un pulmón
y dije tu nombre con el nombre de algo que vi.
El peso se disuelve en despojos mañaneros y estirarse y situarte imposible,
las cosas quieren que nos hundamos en ellas como si fuéramos una misma jalea.
Estabas en alguna parte del sueño recién,
yo estaba con otra y tu estabas en un rincón.
Despierto con ganas de mear y sigo durmiendo,
Oigo el trajín de la cocina,
me tumbo hacia el otro lado.
Pensar en ti es un elefante de espaldas que no quiere pararse,
es levitar sobre aceite usado,
es sed a las cinco de la mañana,
o un paisaje de ventana de bus corriendo lento,
desmenuzar polillas,
metal devorando carne que especula,
Dios en pantuflas al lado de mi cama con miedo,
hacerle cariño a un pájaro en caída libre,
quietud que orada tu tumba en mí,
o sea el amor cuando no pienso en el amor,
orarle a una ampolleta.
Pensar en ti es un gol de mitad de cancha,
es tratar de empezar y tratar de terminar de pensar en ti,
abrazar mi perro-interioridad, darle migajas impredecibles,
Pensar en ti no me ayuda, pero nada me ayuda;
pensar en ti me vuelve una superficie porosa,
son agujas de indeterminación que pinchan el culo del alma,
es ayuno de ti en mi,
o ángeles carbonizados en procesión atroz por el espinazo del mundo.
Pensar en ti es agua insostenible,
es lamer una palta por dentro sin pelarla,
o una foto al hueso del silencio.
Pensar en ti deja surcos al interior de la frente.
Pensar en ti no tiene mucho que ver contigo.

(2004)

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