14:43, dormí una hora, la mesa está llena de provisiones, entra y sale gente de la casa, el eco de la misma radio resuena por todo el pasaje: rtl, la única conexión con el mundo que tenemos desde anoche, transmitiendo a base de bencina en la punta del cerro, desde aquí les agradezco. Y no hay cifras, no son 40 x los muertos que van acá, miré mis calles y lloré, gente cabezagacha ante sus negocios y casas en ruinas, niños moviendo escombros con determinación adulta, no estamos paseando no me interesa el espectáculo, ninguna cámara tiene sentido, la camioneta en la que vamos pasa bajo un poste de luz que está apoyado en el borde de una casa, buscamos pan y agua y petróleo, con mi primo diego, su madre y la madre de ésta están ya a salvo en mi casa con mi mamá, ya no tienen casa, entramos a sacar comida y ropa básica, esta pobre casona del casco histórico de Curicó, pedazos de muralla caídos, vidrios, el adobe en todas partes, un mueble que sujeta un muro que cayó del todo mejor ni lo mueva tía, apurémonos, todo cubierto de tierra, entramos y salimos, mi tía estalla en un llanto al ver su pieza, al notar que ya no hay casa, que podrían haber muerto, la abrazo, me contengo, deben ser como las 9 de la mañana, en el camino trasladamos a no sé quién, dejamos a mi tía acá en la casa y salimos en busca de pan y agua, en algunas partes ya están usufructando de esto, hijos de puta, no hay bencina ni petróleo salvo en una o dos bencineras que aun no descubrimos, buscando esto vemos todo lo que se ha venido abajo, no me gusta lo que veo, es mi cuerpo también, no son 40 x los muertos, escucho las historias por la radio, los vuelvo sujetos, los padezco y los quiero, llama mi tia de concepción y está bien, todo está absolutamente referido, estamos tejidos por esto, cuando mi papá me llamó ayer le dije finalmente las palabras que nunca me salían, todo eso que imaginaba que sólo podría decirle en el lecho de muerte, su casa se vino abajo pero zafó, todos zafaron -ese «todos» egoista que son los nuestros-, escuchar su voz y saberlo vivo, escuchar su pequeño temblor de la voz, te amo papá, estoy resfriado, le doy eventuales tragos a un jarabe que hay, un té con limón, se come poco, no hay ganas de comer, un pedazo de pan haciendo la cola para el petróleo, no sé si dormí en realidad, tiemblo, tiemblo y temo, cada vez menos eso sí, pienso que cada remezón puede ser otro terremoto peor, pero bruno anoche por teléfono –la primera persona con la que hablé- me dijo que la historia de los terremotos dice que suelen venir replicas siempre menores. Esta casa está bien, todo el boldo está bien, sólo falta luz y agua, siento una extraña urgencia de ver la tele, de que me digan que lo peor ya pasó, pero no sé hasta cuándo estaremos sin luz, la gente pasa con bidones y bolsas de pan, hay 48 hrs más sin luz pero da lo mismo.
A las tres de la tarde se nos acaba el agua, salgo a ver dónde hay con unas cuántas botellas en el bolso, llego caminando de donde bruno, el sector de el boldo y mataquito está parado, hay uno que otro portón y árboles tirados, pero sólo eso, el sol está pegando fuerte, todos pasan como apurados, con propósitos específicos, en el camino compro pilas para la radio y el pendrai, las últimas 4 pilas, doble y triple a, llego donde bruno, están bien, bruno está bañándose en la piscina, intercambiamos impresiones, creíamos que era el fin del mundo, bruno pasó el terremoto en su pieza oscura sujetado de la muralla, por culpa de las películas apocalípticas esperábamos meteoritos, fuego, la tierra partiéndose bajo nuestros pies, bruno tenia agua pero ya no tiene, debe ir al centro así que me tira para allá, veo más calles en la miseria, escombros que llegan a la mitad de la calle, otros que la cubren entera, algunas están intransitables, casas sin frontis abiertas como un cuerpo disecado, muchas calles cerradas, así que me bajo a unas cuadras del terminal, evito pisar los cables del tendido eléctrico, toco la ventana y sale mi papá a abrirme por una puerta lateral, están todos los remedios por el suelo, lleno las botellas con un hilito de agua, le digo que debo volver con las viejas, él está con su esposa e hija, tomo un colectivo, es extraño ir en colectivo a través de la ciudad destruida como si nada, nos miramos con complicidad con el conductor, todo se vuelve un poco más amable, todos tenemos una palabra de aliento hacia el otro.
Cuando fuimos a rescatar cosas donde mi abuela eché unos pasteles de choclos como venían no más en una bolsa. Yogures en los bolsillos, algunas papas y sería. La idea era entrar y salir en menos de un minuto, así que ahí estamos tomando once con pastel de choclo y tomate, casualmente ayer fui a la feria y tenemos algunas cosas. Trato de dormir pero no sé si la tierra se mueve o soy yo. Quizá sean ambas. Pruebo con una técnica para engañarme: hago temblar a propósito el cuerpo para no darme cuenta de las réplicas. Y así estoy. Es la primera noche luego del terremoto. Conseguí dormir unas reponedoras cuatro horas. Una réplica de 6 grados me agarra tomando desayuno en el antejardín, pero dura poco. Ahora ya se habla con un poco más de calma.
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