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Archive for enero 2012

diciembre

Volverse algo que reconoce sus propios campos de fuerza y los desactiva. Tenderle todo tipo de trampas a la gordura de la continuidad y entereza del yo. Sólo podré encontrarme realmente con los otros afuera de la ciudad destruida.

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“En los tiempos en que, durante meses, viajaba en bicicleta a través de Francia, mi mayor placer era detenerme en los cementerios rurales, tenderme entre dos tumbas y fumar así durante horas. Considero aquella época la más activa de mi vida” (Emil Cioran , Un siècle d’écrivains, 1999)

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Con linternas y lanzando las cosas por la ventana. Parecemos ladrones pero no hay luz y el tío de Feli está ahí estacionado esperando la última vaciada de pieza. Quedan pequeñas cosas, signos, muñones de lápices, boletas, cables inútiles que dejo ahí porque la casa se lo buscó. A veces son los lugares mismos los que no permiten ser queridos. Por eso, si no me da luz, cómo voy a limpiarla. Antes de salir le echo la última mirada y no siento nada. Una pieza sin recuerdos reales, es decir, con puros recuerdos individuales.

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Diciembre y su instructivo mediático sobre cómo celebrar y descansar y querer.

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A las diez de la noche tomando leche y galletas quacker con Chester y Feli. Despertamos a las 7am y vamos a la maratón de la teletón. Temprano, para alcanzar a agarrar poleras. Hacemos hora en la pega de Feli viendo estiramientos por youtube. Los tres en una pequeña oficina de empleado público sin ventanas haciendo elongaciones. Hay stands con plátanos y naranjas y aguas. 5k es muy poco y nos cambiamos a 10k. Feli primero. Yo segundo. Chester tercero. Después de los, en mi caso 50 minutos, nos recibe un cielo multicolor de gatorades.

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Correr una maratón y vomitar de curao, todo en el mismo día.

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Soñé la media película zombie: escenario pos apocalíptico, leones guardianes, los z disminuyen, una fortaleza, sedentarios vs nómades, etc.

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Acá en Curicó los viejos le dicen guachiturro a cualquier cosa que no sean ellos mismos.

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No entiendo porqué no toda la gente escribe, aunque sea un poquito cada día.

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Festín para inválidos de Walter Garib y el segundo tomo de las Confesiones de Rousseau en una caja de 2×1500$. Ahora quién sea Walter Garib ni idea pero está bonito el título y las primeras páginas son pura rabieta de funcionario público malhumorado y una extraña relación con la casera: “La sinfonía de Mozart, con sus primeros compases gloriosos y patéticos, me infunde coraje. Persigo a Ersilda un breve trecho y la derribo. Su barriga y sus senos se empequeñecen bajo mi peso. ¡Gratitud!”

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Tarde con Sergio. Ps2. Fumar. Me da la corriente con el control y de ahí en adelante todo se enrarece. Pipa de agua toser escupir lavarse la cara. No se me puede olvidar que tenemos que sacar un punto ce ele cuando esté en stgo.
Días más tarde hablo con Bruno y le tinca la idea. Pienso que la página podría llamarse combate. ¿Había una revista francesa que se llamaba así?

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Veo de nuevo el documental de Cioran. En el tren. Si eso es ser pesimista yo soy jelou kity.

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Días culiaos densos llenos estúpidos lentos sofocantes. Hasta el jabón líquido en el lavamanos está tibio como semen morado.

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Ahora cualquier cosa, cualquier problema, cualquier cosa fuera de lo común, le afecta físicamente a mi mamá, todo implica alguna sensación en el cuello, algún tic en el ojo. Sintomatización inmediata.  Me carga, no ella, sino el hecho de que los cuerpos dejen de pertenecernos y sean unos viles mediadores de problemas. Por eso nunca es tarde pa erigirse como dictador del cuerpo. Dictador que se escinde al domar lo físico desde ninguna parte. Un dictador que, a partir de lo que tiene, obliga a mantener cierto ritmo, cierta inmunidad, cierto control. Así no solo se experimenta el cuerpo como algo a través de lo cual nos llegan mensajes encriptados (problemas, más encima) de la realidad, sino que también lo usamos para decir algo, para contratacar, aunque no haya nada específico que decir, aunque lo único que se diga es que el cuerpo no sólo padece sino que produce y contagia cosas cuando se le trata bien. Eso es correr, para mí al menos.

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Lo constituyente, su intensidad, la construcción de un monstruo colectivo, el ruido que no aspira al logos sino a la felicidad, ¿qué otra posibilidad sino ese calor?

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“Esas noches en las que estamos persuadidos de que todo el mundo ha evacuado el universo, incluidos los muertos, y que somos el ultimo ser vivo en él, el último fantasma.” (Cioran, Ese maldito yo)

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Aunque la pregunta por el acto de escribir sea, a estas alturas, una siutiquería, no puede dejarse de lado, al menos cada tantos meses. Es una cosa de salud. No se puede trotar sin elongar. No se puede escribir sin enfrentarse a la inutilidad y partir de cero.

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Fin de un mundo, no fin del mundo. Fin, no de las calles y las casas y los trabajos, sino del sentido que se ha juntado alrededor como costras y moho.

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Ida a Santiago. 7 textos de Simone Weil fotocopiados. Estoy seguro que terminaré la tesis pero nisiquiera leeré la mitad.

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Requisito para los postulantes al paseo de Baños Morales: Ebriedad ágil, carácter animal, tendencia hacia la musicalidad de todo, humores raros, disposición a ser iluminado a ras de suelo, etc.

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La hibridización que requiere la época: documental-ficción-manifiesto.

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Necesitamos una serie sobre la destrucción del capitalismo. Pero en serio, sin heroísmos, sin protagonistas ni romances agueonaos.

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Dos mormones afuera. Salgo a convertirlos al marxismo.

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Bloques de señoras gordas lentas con bolsas reptando por el centro. Siento que avanzo como Mario Bros rápido y esquivando sus poderes de lentitud. Hay algo político en la gordura que me causa rechazo. No todos padecen su físico. En muchos casos es fiel reflejo de decisiones.

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El bosón de higgs está tan cerca de dios como lo que ahora me estoy sacando de la nariz.

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«Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos dónde ir» (Chejov)

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Títulos de los últimos trabajos del año: «pichuleitor» «yachao» «picaoagriego», «fin», «ultimachucha». Sólo quiero que se acaben las tareas de C para empezar de verdad la tesis.

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Liga campesina, la final, juega el hermano de Bruno, pasan en el auto y fumamos, el último humo se expulsa entrando al estadio, pero el partido es en dos horas más, mal panorama, devolverse y quedar enajenado en un fútbol alemán, de pronto se activaron todos los canales de fútbol. Volvemos a la cosa y en resumen el hermano de Bruno erra un penal pero a un minuto de que termine el partido mete un golazo que empata todo se van a penales y salen campeones.

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Esto no es calor es dios metiéndose al mundo en el orto

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Lloro un poco a la hora del almuerzo viendo la noticia del curao que atropello a una familia. Pasan de a uno en uno, cojos, sin piernas, todos pa la caga, relatando los hechos en el juicio. Mientras recuerda lo sucedido, el más chico llora. Pena.

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Vamos con mi mamá en el colectivo abre la cartera y saca salame de una bolsa. La miro, meneo la cabeza, y acto seguido le digo que me dé.

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http://bit.ly/vzuadS. Zapatillas nuevas. También fui al traumatólogo. Pero no pienso esperar el resultado de la eco. Llevo dos semanas sin trotar y mientras me estoy calzando las zapatillas y polera y haciendo elongaciones el cuerpo se siente como un perro que mueve la cola y sabe que lo sacaran a pasear. No le encuentro sentido, nisiquiera tengo sed, pero me tomo medio litro de gatorade una hora antes de salir, tal y como dijo el traumatólogo. En cuanto a hidratarse durante la carrera, salvo que sea más de una hora, me parece una ridiculez. Hago quince minutos de elongaciones sobre el pasto del patio que ya no es pasto sino una capa café de cierta cascara o flor inútil que bota cierto árbol que a todo esto mañana podaré. Me gusta cuando en el suelo en esa elongación de tocarse los pies inclinado hacia adelante la pantorrilla tirita. La dejo siempre un poco más de la cuenta. Y salgo, sin audífonos, cagaron, pero me da igual. Ya a las dos cuadras sé que el desgarro está cicatrizado y, además, que estas nike transforman cualquier superficie en un colchón. Hay una diferencia abismante entre esta sensación y la de antes, con mis zapatillas viejas, planas, delgadas. Llego al final de la alameda y vuelvo en 35 minutos. Una ya familiar alegría corporal me acompaña durante todo el trayecto.

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El punto muerto de todo rompecabeza, imposible desarmarlo, imposible encontrar la próxima pieza.

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Soñé que me regalaban opio y una pieza de opio llena de chinos tumbados.

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Pasan los mormones y me tiro al suelo como si viniera una balacera. «Rodriigoouu, Rodrigoouu, ¿estaaaás?». Porqué chucha les dije mi nombre?

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-mira rodri todos esos chinos riéndose juntos, asi hay que ser
-mamá, son coreanos, y están llorando la muerte de un dictador
–ahhh

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La banalidad de coincidir con la propia biografía.

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«Nosotros descubrimos la guerra una vez, pero la vida la descubrimos muchas veces.» (Jean-Luc Godard, Film Socialisme)

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La misma mosca insiste una y otra vez en posarse en la esquina superior izquierda del notebook. Tres veces acerco la mano en posición de chirlito. Calibro lentamente la posición exacta y paf. Fallo. Fallo. Y fallo. Y la mosca vuelve. Y vuelve. Y vuelve. Ninguno aprende. Ninguno quiere aprender. Me acerco y algo está chupando con su hocico de mosca.

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Bruno en lsd bailando un jazz rápido en calzoncillos en su living.

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Acabo de ver Caché de Haneke. Me gustaría haberla entendido sin tener que meterme a Googlear. En ningún momento se me ocurrió que las cintas de video podían ser enviadas por el director mismo de la película.

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No recuerdo otros veranos como éste, tan densos, pesados, tan sin aire. Sin mi siesta de la tarde no sé qué haría. Riego la entrada de la casa a ver si pasa algo. Mi hermano ve I Carly y me quedo pegado mirando, riego desde la puerta mirando la tele. Mato hormigas en mis piernas.

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Reviso esto y releo lo que escribí sobre G a comienzos de diciembre. Una ridiculez. Pura afección. Algo que ahora no me hace ningún sentido. ¿Dónde era que salía esa frase “Me gusta cualquiera que me preste un poco de atención?”

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Voy por la carretera trotando (paso de largo la alameda hasta más allá de las piscinas aquelarre, hasta el final de puente enrejado colgante que no sé porqué me gusta tanto cruzar) y, antes de llegar al puente, pasa un auto rojo y un gueón saca la cabeza y me grita ¡SACO DE GUEAS! y me da la guea y apuro la velocidad el auto va lento corro hacia ellos haciéndole con la mano el gesto de acércate-pos-ctm-a-ver-si-soy-tan-choro. El cuerpo está caliente y la mente también. En otras condiciones no sé si haría lo mismo. El caso es que el auto sigue su curso, quedo pa la cagá con el pique que me puse pero al menos me convenzo de que les “gané” porque me tuvieron miedo o bien les dio lata bajarse del auto a pegarme.

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