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Archive for diciembre 2009

sólo hay perros

Sólo hay perros. En la media hora que camino ida y vuelta sólo hay perros. Algunos hombres riegan sus jardines, niños se mojan en los pasajes, grandes señoras con gordas piernas esperan la fresca en sus livinges a puertas abiertas, pero lo que realmente hay son perros. Con el mentón aplastado contra la acera y las patas hacia delante –así como aburridos-, con la cabeza asomada por debajo de un portón –a uno se le veía sólo la nariz-, y durmiendo como muertos en el medio de la vereda, sólo veo el imponente ocio de los perros y nada más.

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“A todos los seres humanos que amo. Les deseo sufrimiento, desconsuelo, enfermedad, abusos, indignidades. Les deseo que no les sea desconocido el profundo autodesprecio… la tortura de la desconfianza ante sí mismo, y la miseria del vencido. No les tengo ninguna compasión… porque les deseo lo único que hoy puede comprobar… si alguien tiene valor o no: que se mantengan firmes”

(Slacker, Richard Linklater)

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dentista

A las ocho y treinta abajo. Recuerdo haberle estado gritando a un perro de mierda que a las tres de la mañana había decidido no dejarme empezar a dormir. Llevo al dentista a mi hermano, por eso temprano. En el camino imagino lo peor, que llorará, que gritará, que tendré que entrar y hacer algo, que la secretaria me pedirá algún papel, pero sólo leo El reparto de lo sensible de Ranciere que debo devolverle a Bruno, quizá envuelto, para navidad. La sala de espera queda contigua a mi sala de espera de cuando iba al dentista. Nos turnamos, yo venia el año pasado, y ahora le toca a mi hermano. Nunca antes me había dado cuenta que había un pasillo que conectaba ambos dentistas. La dentista con sus ayudantes hablan como si nadie las escuchara, como si mi hermano fuese de otro país (el de los niños, posiblemente, o el país de los pacientes), como si la puerta no estuviese abierta y yo estuviese mirando el libro sin leer nada, muy atento a la conversación que están teniendo sobre la monotonia de la vida. Mi hermano sale, finalmente, sin mayor rasguño, y en menor tiempo de lo esperado. Se nos queda un polerón. Lo espero abajo. Quizá debería haber subido con él, alguien podría haberlo raptado desde el ascensor, pero mi mamá es la que piensa así. Mientras tanto, abajo del edificio, me dedico a mirar gente y a adjudicarle vidas simples, sin ningún atisbo de conciencia literaria o política. Luego pasamos a la feria: paltas, tomates, frutillas, pomelos, papas, etc. Al mediodía almorzamos en una comida rápida. Hace tiempo que no comía un italiano gigante, papa fritas, y toda esa basura. El día está gris, helado y es mentira que el centro está atiborrado de gente. Un ventanal gigante me muestra desde el segundo piso Camilo Enríquez, la calle más céntrica y premoderna de Curicó.
(23.12.09)

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sueño que me atropella un tren
que bonito es un entierro con una flor y un perro
buscar amigos por msn
felicidad segun psiquiatras
una situación de inmanencia
ombligos de las chicas del kike morande
el asco alejandro jodorowsky
leer el cuento de la gallina desplumada
tiempo de empollamiento de las palomas
que significa zizarro
henry miller no tiene dinero cervezas
googlegordas
mujer con cabeza de perro
poesía militar
barra curico beso
qué leer para volverse intelectual

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ganas sin alguien

Estoy aburrido y con ganas de llamar a alguien. Pero no sé a quién. Son las ganas. Las ganas sin un alguien. Las ganas sin alguienes deberían llamarse entre ellas y dejarnos tranquilos.

(13.12.09)

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Cenamos los tres, o sea comemos, no sé para qué la solemnidad de “cenar”, si las longas incluso se nos caen al suelo mientras las asamos. Las recogemos, lavamos, y volvemos a poner. He puesto una gringedad absoluta con los subgufer nuevos para que los vecinos crean que somos como los flanders: canciones de navidad de Ella Fitzgerald. Pero la sacamos. Algo más suave, dice mi mamá: Bill Evans entonces. Estamos los tres: madre más sus dos hijos. El momento, como mínimo, amerita apagar la tele, y en vez del usual tragar mirando para abajo, un comer conciente y dedicado. Y termina siendo bonito, una ceremonia laica que celebra esta reciente comunidad. El niño Jesús es la excusa y está bien, total en el fondo a nadie le interesa dogmáticamente, o sea hay amor y esas cosas, pero a fin de cuentas ya nadie necesita de algún mito originario sobre cómo y porqué hay que amar o considerar a los otros. La cristología es entretenida, La Última Tentación de Cristo es bacán, Armando Uribe y su religiosidad problemática es un tema atendible, incluso entrar a una iglesia y quedarse allí sigue siendo una experiencia estética que amerita ser reflexionada, sí, pero el sentido común ya va en el camino genéricamente hegeliano de celebrar las virtudes inmanentes de la religiosidad: más el religare que sus fetiches, más la actividad histórica de volverse Dios -que no es sino la actividad de los Hombres de ser un Pueblo que consigue representarse a sí mismo de una manera satisfactoria- que la teleología histórica de alcanzar un dios que ya es, neoliberalmente, es decir, cada hombre por separado y según sus propios meritos, según su propia competitividad espiritual. Siguen habiendo idiotas fetichistas que van a misa, compran santos, hablan empíricamente de la Biblia, reprenden niños por proferir ingeniosas burlas a la iglesia, y repiten ritos vacíos, sin embargo no hay que haber estudiado ninguna carrera humanista para darse cuenta de que la mayoría de los que dicen ser cristianos son buenas personas (o tratan) que no tienen un concepto adecuado que unifique y de sentido a sus acciones (entonces se agarran del concepto más universal y probado). La experiencia moderna oscila entonces entre el nihilismo (en sus variedades patéticas, festivas, cómicas, etc) y la identificación rápida, suspendiendo así el ejercicio de la comunidad, su constitución, rechazándola por ser la antesala del mal, es decir, de la libertad de negarse al otro, de decirle que no, de ser su “no”. Mi mamá es un claro ejemplo de este primer grupo de cristianos seculares. Habla constantemente de “la energía”, de la relatividad de que el que la lleva sea Jesús o Buda o Superman, lo cual, en navidad, en esta comida específicamente, ha quedado traducido a una reflexión sobre nosotros mismos, este año, nuestros miedos, proyecciones, etc., algo perfectamente razonable que me anima a creer que estas fechas, lejos de ser fechas simbólicas y vacías, son un ejercicio de comunidad. Y eso se le aplica a todas las celebraciones: son arbitrarias, claro, pero generan una discusión acerca de la practica histórica misma que se ha generado alrededor de esta arbitrariedad, una cuestión media tautológica pero qué se le va a hacer, si como que así aparece el sentido.

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plaf, plaf, chap

Soñé que andaba con la Eileen en el ARCIS y me daban ganas de hacer caca. Estábamos en el sector de las mesas de pin pon. Al costado de donde piden las paletas, de lado y pegado a la muralla había un water, totalmente al aire libre. Yo le decía que mejor hacia caca ahí, que me esperará, porque los otros baños estaban muy lejos y era una caca cortita no más. Pero no era así. Se sentaba en una mesa a leer a Salinger. Yo me demoraba cada vez más y comenzaba a sentirme aproblemado. Andaba, obviamente, mucha gente alrededor, y se me salían peos fuertes, y el sonido de la caca cayendo al agua, plaf, plaf, chap. En algún momento había pensado que era de lo más natural cagar ahí pero me daba cuenta que no.

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Soñé que se me ocurría jugar a ponernos bolsas en la cara. La mayoría eran niños. Yo era de esta edad de ahora y estaba entre niños y, por algún motivo, me hacían caso. Todos reían con las caras ridículas que quedaban al ponerse una bolsa en la cabeza. Y era muy gracioso todo hasta que se hacia un murmullo de cómo que algo malo está pasando. Me acerco a ver qué pasa y colgando de una reja está Brett Kelly ahogándose con la bolsa en la cara pegada a su agotada respiración rodeado de niños impávidos que llevan sus respectivas bolsas ya rotas colgadas al cuello. Brett Kelly esta agarrado de la reja no se por qué. Lo seguro es que se ahoga y, además, vomita. El vomito se esparce por dentro de la bolsa. Me abro paso entre los niños que no atinan a nada y le rajo la bolsa de un tirón. El gordo llora y se va corriendo a casa. Yo también lloro y corro tras él, pero no lo alcanzo, tengo mucha pena por él, quiero hablarle, le pregunto a una parca señora si a ha visto un gordito colorín por ahí, pero no me dice nada, me mira de pies a cabeza y sigue caminando.

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la suma de los juegos

Soñé que la miraba con un grupo de gente jugando a algo que era como la suma de todos los juegos de la infancia, así en una esquina de un pasaje, corriendo, saltando, con mímicas, etc. Yo estaba con otro grupo, había tratado de besarme con una mujer que al contacto le salían púas en la cara, así que ahí estaba mirando desde lejos, sabia que no me invitarían, entonces ella me tiraba una pelota, quizá en la suma de todos los juegos había una, o simplemente se les escapaba una pelota, no sé, la cosa es que yo trataba de devolverla de un chutazo y primero le pegaba mal y caía dentro de un antejardín, trataba de nuevo pero ahora daba contra un muro y me pegaba yo mismo, iba sintiendo cada vez más verguenza, después le pegaba de nuevo y salía para la mierda, como si nunca le hubiera pegado a una pelota de fútbol. (anoche estuvimos chuteando en el pasaje con p, quizá por eso, y otras cosas obvias).

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«Yo encuentro que la gente que más me quiere a excepción de mi family, es la gente a la que no le gusta silvio rodriguez»
(Eileen)

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patio interior

Despiertas asustada: abajo alguien promete matar a alguien.
Miramos por la ventana:
La misma performance ebria de siempre,
el sol que forma su costra mañanera
en el encervezado suelo.
Todo ese reverso festivo de la muerte diurna
que ha sido arrastrado a través de la noche
es sólo otro vertedero desesperado de promesas
de muerte o amor.
La misma pobre orilla.
El acantilado al que todos corren
para no lanzarse nunca.
Pero nosotros no nos hemos prometido nada
a la manera histórica de la desesperación.
Éste es el único día
junto con el próximo que nos caiga encima:
un abismo a dos orillas espalda con espalda
con el eco como lengua madre de esta porfía.
A lo mejor por eso simulo una sombra
y te sigo hacia la ventana para abrazarte,
como si el paisaje fuese algo más amable
que este patio interior;
y soy, por fraudulentos instantes, un tercero de nosotros
que se alegra de verme contigo
mirando un mero patio interior.
Habemos varios asomados, chascones y sin ojos aún,
entre ellos un vecino que se anima y le grita un par de cosas al
exaltado de abajo
y eso es todo,
siempre eso es todo.
Vuelves y te tapas hasta la cintura,
cerraste los ojos cuando aun estabas de píe,
yo bebí agua para solucionar la cabeza,
«me asusta mucho despertar así», dijiste.

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“En el fútbol no hay goles. El gol se anula apenas el guardavallas se levanta o el juego se reanuda. El fútbol es la comedia del gol. El guardavallas está ahí para decirnos filosóficamente: el gol marcado fue apariencia y no realidad. Y el guardavallas quiere poder desear que al menos una vez en la vida le marquen un gol, desea querer desear poder ser vencido, desea querer desear poder ser vencido, desea poder querer poder decirle adiós a la tumba que guarda (…) En el fútbol más allá del aparente triunfo –y contra la opinión ingenua- se trata siempre de perder. Por esto las amables reflexiones de un guardavallas vencido son las amargas reflexiones de un guardavallas invencible: se originan ellas al constatar éste su absoluta invencibilidad, su completa virginidad, esto es, su imposibilidad de escapar a su rol de guardián de la tumba materna. El arquero desea el gol, pues sabe que éste constituye su salvación, pero las invisibles manos maternas están siempre ahí, listas para levantar sus brazos y su cuerpo y realizar la gran atajada o para anular el gol aparentemente logrado (…) En vano soñamos con realizar el más deliciosamente perverso de nuestros actos: un autogol de arquero, lo que sería casi un verdadero gol. No nos atrevemos, siempre es tarde, el partido ya ha finalizado. El fútbol es una pasión inútil.»

(Patricio Marchant, Escritura y temblor)

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¡Ahí tienen! (1913)
Dentro de una hora, a ese limpio callejón
fluirá vuestra adiposidad hombre a hombre como gotas de grasa.
Usted, señor, por ejemplo, tiene col en el bigote
de una sopa dejada a medias en alguna parte.
Usted, señora, por ejemplo, con su cara repintada de blanco
parece una ostra que asoma entre la concha del vestido.

Todos ustedes, tan sucios, con chanclos o sin ellos,
se han trepado a la mariposa del corazón poético.
La turba se restriega enfurecida
y eriza sus patitas de pulga multicéfala.

Y si a mí, un huno rudo,
no me dan ganas hoy de mostrarme simpático,
lanzaré una carcajada y los escupiré,
les escupiré a la cara alegremente,
yo, prodigo derrochador de palabras sin precio.

De La nube en Pantalones (1914 – 1915)
¡No es posible dejar de un salto el corazón!
(…)
Más seguros que los rezos son los tendones y los músculos
¿Por qué habriamos de rogar una limosna al tiempo?
¡Nosotros,
cada uno de nosotros,
sostenemos en nuestras cinco
las correas de transmisión del mundo!
(…)
Y cuando,
procalamando con una revuelta
su arribo, salgan a recibir al salvador,
yo
me sacaré el alma,
la pisotearé
¡para hacerla más grande!,
y asi ensangrentada se las daré como estandarte
(…)
Hoy hace falta
pegarle duro al cerebro del mundo
con una manopla
(…)
Sáquense, transeúntes, las manos de los bolsillos:
cojan una piedra, un cuchillo, una bomba,
y si alguien no tiene manos
que venga a golpear con la frente.

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variaciones de lo mismo

El escalofrío que acompaña a la certeza de que viene un temblor que no es tal y es alguien moviendo la mesa. Soñar sólo en las siestas. Que alguien te pida perdón por apenas haberte rozado en un espacio público. Esperar, simulando leer encabezados en el quiosco, la decisión de un perro que acaba de despertar. Mojarse los pies pelados mientras se lava la loza. Fósforos mojados. Fósforos que se rompen. Fósforo asesino que salta prendido hacia la cara. O la falta de fósforos. Ver, en distantes bolsas de basura y montones de nada, perros o personas en posiciones inverosímiles. Estarse cortando las uñas de los pies, en frente la vecina sale a sacudir algo en la ventana: encogimiento de hombros recíproco. Quedarse a oscuras en el living hasta saber qué diablos pasa. Creer que uno es mejor que los hombres que en la calle se dan vuelta a gritarles cosas a las mujeres. Dormirse imaginando jugadas de fútbol y futuros improbables. Que te golpeen y la sensación de que finalmente pasa algo en tu vida

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Before Sunrise

Acabo de ver Before Sunrise de Linklater, a veces uno queda en estados extraños luego de ver una película, una especie de falso estado productivo, como de ganas de estar ante alguien y ver qué sale. Ni siquiera he prendido la luz, el sueño me abandonó, y menos mal que hace un rato, exagerando un poco y diciéndome que era una cuestión política (de políticas de la vida cotidiana), he apagado la tele de golpe, justo en el momento en que comenzaba a engatusarme un melodrama de la televisión nacional. Me ha gustado tanto la película que no pude evitar mandarle un mensaje a una amiga que hace poco también la ha visto. Más de alguno encontrará siútico el argumento general de conocer una mujer x en un viaje, enamorarse, pasar un día juntos, y decidir no verse nunca más (aunque al final aflojen y, antes de subirse ella a su tren, queden de verse en seis meses más en el mismo lugar); dicho asi, suena como cualquier película romántica que juega con la fugacidad. Y digo “cualquier” como si fueran muchas, cuando la realidad es que el 90% de las películas románticas culminan con la promesa de que la proyección de la pareja recién ha comenzado, luego de una serie de problemas que han superado juntos, el desarrollo de la relación ha comenzado y lo que resta será maravilloso. No es necesario mostrar cómo será maravilloso: la película acaba ahí y para completar las vidas de esos personajes repetimos mentalmente la felicidad de la última escena. O bien, ni siquiera pensamos en ellos. Asi es la mayoría de las películas románticas: simplemente disuelven el conflicto suspendiendo las vidas de sus personajes. Otro tipo de cine, quizá menos comercial, celebra el conflicto, y se acerca un poco más a las comunes maneras de solucionar todo a medias. En Before Sunrise sólo aparece esta pareja paseándose por Viena y divagando en torno a las precariedades históricas de las relaciones estables. En la medida en que van tomando conciencia de que por la mañana todo acaba, van gustándose cada vez más. La estructura es parecida a todas las otras de Linklater, de hecho tenemos el infaltable pinball, los errantes y vagabundos que aparecen con mensajes, y esa teoría de la reencarnación que luego citará en Waking Life (también con Ethan Hawke y Julie Delpy) El caso es que se han conocido en el tren y han hecho coincidir sus tiempos para andar por ahí. En muy pocos momentos paran de hablar, o sea como en todas las películas de Linklater, con gente (en este caso una pareja) que conecta profundamente mediante temas que nominalmente podrían pasar por eruditos si no estuvieran tan bien tratados, tan bajados a tierra, quiero decir, en la primera escena, luego de notar que ambos miraban a una pareja peleando, lo primero que dice Celine es: ”¿Sabías que las parejas a medida que envejecen no se oyen al hablar? Supuestamente, los hombres dejan de oír sonidos agudo y las mujeres, los graves” Entonces Jesse (Ethan) le dice: “Así que se anulan entre ellos. La naturaleza ayuda a que las parejas envejezcan juntas sin matarse”. Nadie dice frases tan largas y coherentes sin conocerse o sí. Pero puede pasar. Debería. En ese sentido es más creíble esta película que, por ejemplo, Slacker. Es más bonita y creíble. Es muy bonita. De hecho, apenas he comenzado a verla he tomado una decisión, digo, una postura en relación a los viajes. Siempre ando jactándome que no me interesa ir a ninguna parte, que no entiendo qué sentido tiene salir del país en busca de experiencias, ahora mismo para estas vacaciones, como en los últimos años, no he planeado nada, ninguna playa, montaña, nada; en parte, por supuesto, porque no me interesa matarme un mes trabajando para vacacionar una semana –como si supiera pasarlo bien una semana de corrido-; preferiría gastarlo en libros. Y seguirá siendo asi, pues he descubierto que (para más adelante) sí quiero algo, que sí tengo un pequeño sueño, o sea algo para decir en esos momento en que a uno le preguntan que qué diablos quisiera hacer de entretenido alguna vez en su vida, bueno, es esto que he descubierto recién: quiero viajar en tren, no una, dos, ni tres horas, sino días, recorrer algún país en tren, en un tren de esos con cabinas, con comedores, sólo o acompañado, y mirar por la ventana, bajarse en una ciudad x, conocer o no a alguien, leer en el tren, comer en el tren. ¿Muy ridículo? Supongo que asi deben sonar las cosas que uno dice que quiere hacer cuando tenga dinero. Supongo que asi suenan las cosas que en el fondo uno sabe que nunca hará. En Before Sunset, por cierto, todo comienza (como en Slacker y en Waking Life) en un tren. Y allí mismo termina.
(Jueves 10 de Diciembre)

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estas pobres gentes

El jueves llego justo a la hora en que está terminando el cierre de campaña de Piñera. Todavía está la alameda llena: vendedores ambulantes, basura, lienzos, gritos, un escenario en el que al parecer hubo algún grupo adecuado a la precariedad de las circunstancias, a la algarabía vacía y su redireccionamiento simbólico, latas de cerveza en el suelo, familias, horribles familias, gente pintada, con gorros del candidato, con poleras del candidato, una tragedia inscrita en esos pobres cuerpos, han venido de lejos a esto, a gritar consignas y llenar de basura. Me voy por dentro pero aun asi me los topo: han invadido todo con su fealdad, con su triste alegría. Es una identificación grosera y desesperada. Unos flaites de Puente Alto van por medio de la calle gritando cosas intimidantes. ¡Sexo drogas y asalto, somos de Puente Alto! Es para morirse de la risa y de vergüenza por la humanidad, por ese pedazo de humanidad. Vamos por Lastarria y los sigo con la vista, la gente en sus cafecitos mira el espectáculo y sujeta sus pertenencias. Yo meneo la cabeza, desde que salí del metro, voy mostrando mi desprecio por todos y masticando epítetos que a ratos no logro contener.
(Jueves 10 de Diciembre)

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tren perro

Soñé que iba en tren, de noche, en la parte cara, dispuesto de frente a la ventana, tenia un mesón en el cual había un libro de editorial Anagrama color rojo. Afuera, mientras el tren partía, un perro me hacia caso, yo le golpeaba la ventana, le hacia gestos y éste seguía un buen tramo al tren, como cuando el amante despide a la amada con el tren avanzando. De algún modo tenía la convicción de que el perro comprendía esta comparación y, ejecutándola, nos estábamos riendo juntos de nuestra ridícula imitación.
(Miércoles 09 de Diciembre)

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Pequeña confesión (1978)

En memoria de Sergei Esenin

Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones
Me amaron las doncellas y preferí a las putas
Tal vez nunca debiera haber dejado
El pais de techos de zinc y cercos de madera.

En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.

Desperté con ganas de hacer un testamento
-ese deseo que le viene a todo el mundo-
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.

Todo lo que se diga de mi es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.

“Es mejor morir de vino que de tedio”
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones

Tal vez nunca debi salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo
Donde crecen mis inicales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana

El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.

Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mio el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

Como de costumbre, volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.

De Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal (1978)

7
Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy empleado público como consta
en mi carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka seltzer
al caer al vaso del agua.
En la casa de la ciudad no he pagado ni la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
Mirando los letreros que dicen “No se fie”.
Mi futuro es una cuenta por pagar.

8
Si el futuro pudiera extenderse pulcramente
como mi madre extiende las sabanas de mi cama.
Miro la ropa puesta a secar en el patio.
Han entrado ladrones de galli9na a la casa del frente.
Voy a la plaza a leer el diario con noticias
más añejas que las de San Pablo.

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Salimos en caravana desde Curicó a San Fernando. Unos 15 buses, micros, minibuses. En las curvas de la carretera consigo ver la extensión total de las micros, los colores, los lienzos, y me gusta. Los pacos nos paran en el camino unas cuantas veces. Nos escoltan a todos. Nuestro bus es mayormente familiar, hace un calor de mierda y voy con mi papá al lado que se duerme un poco y mira por la ventana, sucesivamente, nadie va tomando, hay unos viejos chistosos que no paran de gritar, los marginales van en otros buses, haciéndolos rebotar, saltando, tomando y esas cosas. Llegamos al estadio y nos acomodamos, empieza el partido y sólo San Luis de Quillota pareciera estar jugando a algo, en el entretiempo mi papá me pide que le vaya a comprar una empanada, lo hago y cuando trato de salir unos hinchas de Quillota me tapan la pasada, así como en los bullyng que muestran en las películas gringas, exactamente igual, el mismo circulo que vemos en los Simpsons con Nelson, Yimbo, y Kearney, sólo que con gueones más feos y flaites, y yo seguramente como una especie de Milhouse, los miro y río, en situaciones así sólo sé hacer eso, les digo que me dejen pasar, ¿han viso a Woody Allen cuando le quieren pegar?, así me pongo a hablarles como si sirviera de algo, entonces paf!, aparece un aletazo, no un combo sino un aletazo con la mano abierta en la cara, y acto seguido un paco a caballo que los corretea. Camino con mis empanadas sintiéndome como pelotudo. Debería haber puesto algún combo, si me hubieran puesto fianza me habría envalentonado, pero me salvó un paco a caballo. Actuar razonablemente no me hizo sentir muy bien. Y lo otro que pensé fue que parece que hay ciertas claves en las rencillas de ese tipo, claves que por cierto yo desconozco, por ejemplo, quizá no sea casual el hecho de que me hayan puesto un aletazo y no un combo como dios manda, un combo se lo merece alguien que les responda en su lenguaje, y yo, riéndome, sin reaccionar como ellos lo esperaban, me merecía un aletazo no más. Le cuento a mi papá, le paso su empanada, me duele la cara, le cuento y no me dice mucho, no me dice lo que espero, ¿esperaba, como el niño que se raspa las rodillas jugando, que me dijera pobrecito? Esperaba alguna especie de susto de su parte. Aunque quizá sea que le mostré que no me había pasado nada en realidad. Quizá los papás son así no más. Entran los equipos a la cancha, Curicó insinúa pero no convence. Llega entonces el primer gol de Quillota, la desesperación hace que nos expulsen a Armoa, luego Vásquez comete penal y todo se va a la mierda, dos a cero y Quillota sube a primera, como sobrevivientes en el mar que para salvarse deben hundir al otro, somos el muerto que sirve de flotador, un muerto que se ha muerto por sí mismo no más, un muerto que tiene toda la culpa de su muerte. De pronto, en el colmo del romanticismo hinchístico, un gueón se pone a cantar sólo, nos insta a apoyar a al equipo, mientras todos le gritan a Marcoleta: ¡ratón!, ¡por tu culpa!, etc. Yo no digo nada. Absolutamente nada. Mi papá se saca los audiófonos en un gesto rabioso. Dejo de mirar. Meto la cabeza entre las piernas. Me tomo la cabeza. Aprieto. Después miro. Pura desesperación. La defensa hace agua. Tengo rabia. Una sensación indescriptible. Ese saber que podría haber sido de otro modo, que objetivamente estaba el material. Hago como que no estoy esperando el milagro, con el balón en el aire, los centros desesperados en los últimos minutos, una guea horrible, termina el partido y, por supuesto, queda la cagada, los jugadores de Quillota empiezan a celebrar y, como ocurriera cuando Melipilla ascendió en La Granja, a los Marginales no les parece y saltan las rejas y comienza la batalla campal, las patadas voladoras, la confusión, pacos totalmente sobrepasados derechamente arrancando, muy pocos pacos, jugadores contra peloteros, hinchas contra jugadores, jugadores contra jugadores, y quizá algunas otras combinaciones que no alcancé a ver. Y cuando salimos las micros no están. Todo mal. Deambulamos por calles desconocidas. Como que la cosa está más calmada. Aparecen las micros y partimos. Uno de los viejos chistosos que se había quedado rezagado se sube y nos dice: “¿Esta es la micro a segunda división?.

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troto el texto

Hasta secarse duele. Los brazos. Las articulaciones. Es la poca costumbre de hacer ejercicio. Pongo la toalla en el water, encima, me siento y espero secarme asi, sin hacer nada, termino de escuchar una conferencia de Vila-Matas en el pendrai, dejo que entre el gato que al verme se tira automáticamente de guata. Lo muevo con el pie un rato y se va.

Salí a trotar (oyendo a EVM) y pasé de nuevo a estas máquinas de ejercicios del Parque Bustamante. Esta vez había menos señoras y conseguí usar algunas (algunas maquinas, por cierto), las que tenían su funcionamiento a la vista, porque ayer me subí a una e hice cualquier cosa: me puse a pedalear en unos fierros largos (creo que la idea era simular un trote) y terminé dándome con una manilla en la cabeza. Hay una que es para ejercitar las piernas que deja a los usuarios frente a frente. No puedo usarla. Se me hace imposible. Sólo puedo usar esas en que uno queda espalda con espalda. Había un gordo enorme como el de Lost usándola. Verlo ahí me alentó a seguir y le dio un poco de sentido a mi irregular actividad física.

Ahora, lo más fome de trotar es el sinsentido, la conciencia de verse allí yendo sin objeto a un punto x para devolverse mientras la otra gente camina o conversa. Quizá ver a otros trotadores ayude, pero de todos modos, el enemigo es el aburrimiento más que el cansancio mismo. Hoy, en cambio, escuchando a Vila-Matas, pude llegar a Irarrazaval y volver sin problemas, sin ese momento de conciencia de sí mismo trotando. Quizá la respuesta este allí: ya no música sino conferencias o clases.

“Citar es respirar literatura para no ahogarse entre los tópicos castizos y ocurrentes que se le vienen a la pluma cuando nos empeñamos en esa vulgaridad suprema de no deberle nada a nadie. En el fondo quien no cita no hace mas que repetir, pero sin saberlo o elegirlo”
(EVM.)

(Jueves 03 de Diciembre)

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