El otro nunca importa entero. No puede. No debe. Y por eso es que podemos acercarnos completamente. Lo que sobra del otro, lo que nos aburre, lo que duele, lo que no alcanza en las manos en el abrazo en la mirada, todo eso hace un caminito por el que pasamos o un agua por el que nadamos ¿Y a dónde queremos llegar? Uno no piensa en el suelo. Uno pasa. Uno nada. Es necesario que todos sepan ser a veces un suelo, un agua. No un terreno especifico, no un sabor especifico; un suelo, un agua.
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Terrible frio de las manos. Inconcebible frio de las manos y la punta de la nariz. Pido por teléfono que me traigan unos guantes del centro (los otros se pudrieron de usarlos semanas completas -incluso para correr-) También me traerán un italiano gigante. ¿Cómo negarse? Es el día más helado que va del año dicen. Aún así salí a correr denante, un pendrive con mis temas escogidos de Miles Davis, un cielo aplastante y gris. Ordeno el playlist desde la lentitud de Blue in green hasta llegar, progresivamente, al frenesí de Woodyn you o Dr. Jekill. Hace tiempo que no podía mantener una buena velocidad durante 10 minutos. Aún así, con el cuerpo hirviendo, no paré de sentir las ráfagas de viento congelando el sudor.
Ahora, doble buzo, triple calcetín y un café que es 60% para las manos y 40% para la garganta-cuerpo. Debajo de este word, la introducción incompleta de la tesis me mira inquisidora.
Podría escribir todo así y no separar nada con asteriscos como suelo hacerlo. Pero lo que ocurre es que últimamente ya ni me siento a escribir; escupo, tiro la línea, dejo constancia para después completar. Supongo que debe haber algún diagnóstico sicológico para el escritor de diarios que se traslada casi sin querer desde el párrafo sostenido, claro, pensado, lineal, hacia el fragmento, la anotación, la cita y lo indicial.
Así que ahora puede decirse que estoy escribiendo como debe escribirse en un lugar en el que uno ha decidido, más o menos para siempre, escribir.
Y puede verse también que, como bien lo expresaba la huida hacia lo indicial, el resultado no es la gran cosa.
En cualquier caso, no me interesa militar ni en el párrafo en la cita.
En fin, ojalá que con S encontremos un hogar cercano a un parque o algo donde correr; y que yo mismo deje de hacerme trampa y termine a tiempo esta tesis; y, bueno, en general, que con el tiempo encuentre la objetivación precisa para mi desprolijo quéhacer. Mi pequeño marxismo de mí mismo.
La necesidad de dejar consignados los pequeños deseos.
Escribir/orar.
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Contarse para poder descontarse.
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“Aquella mañana fue como si recuperara si no la felicidad, sí la energía, una energía que se parecía mucho al humor, un humor que se parecía mucho a la memoria.” (Bolaño, Sensini)
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“Hablaba de su vida con un desasimiento propio de un mal narrador, imponiendo puntos exclamativos donde no venían a cuento, enmudeciendo cuando debía haber hablado.” (Bolaño, Clara)
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Decisiones extrañas de los últimos tres días, en vez de almorzar salgo a correr. Es agradable, a la hora de almuerzo no hay nadie en el estadio, nisiquiera el guardia. Hoy día fue con lluvia. Una lluvia fina, intermitente y lateral, que me daba los respiros justos como para sudar y luego venía y me limpiaba el sudor. Almorcé arroz con porotos con cebolla y limón y pollo picado y al final en realidad todo revuelto. Sigue lloviendo y me superabrigo con capas y capas de ropa. Todavía no puedo terminar la introducción a la tesis. Me pena la weá. Separé la intro en dos partes: una presentación semibiográfica de Simone Weil y otra para el asunto mismo de mi tesis (y no se me ocurrió de qué otro modo titularle a ese segmento así que le puse “El Asunto”) Pero no consigo avanzar como quisiera en la presentación de la autora misma. Cuesta no ensalzar. Cuesta perderle el respeto como ella se lo perdió a sí misma. Y sobre todo, cuesta ordenar tanto dato y fecha supuestamente importante. Por no decir todo lo que me enredo citando.
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“Decidirse a hacer cine en Chile, con toda la capacidad estética del país, es tomar en cuenta su fealdad, que ya es una actitud estética, tomar en cuenta las torpezas, pero también las habilidades, porque quien no toma en cuenta la capacidad lúdica de los chilenos está perdiendo el noventa por ciento de lo que puede ser una buena película en Chile. No debe reducirse necesariamente a juegos esquemáticos sobre un cine realista, de protesta, de queja. No porque somos un país chico debemos tener una estética chica”
(Raúl Ruiz, Revista Enfoque, n° 7, Diciembre de 1986)
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“20 years ago we had Johnny Cash, Bob Hope and Steve Jobs. Now we have no Cash, no Hope and no Jobs. Please don’t let Kevin Bacon die” (@Bill__Murray)
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“Las tres coronas del marinero puede ser interpretada como el desarrollo de varios sistemas filosóficos contemporáneos contados como cuentos de borrachos en un bar.”
(Raúl Ruiz, Revista Enfoque, n° 7, Diciembre de 1986)
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“No hay lluvia
No hay yo
Te lo digo, amigo
Seguro como la mierda”
(Jack Kerouac, 1959)
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Cuando la gente que entrevistan antes de los partidos nisiquiera dice una frase sino algo así como BUUAAVAMO CHI CHI SIII GANAR… es la raja
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Matías Ariel Fernández Fernández. Nada más que decir por hoy.
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«Aunque estoy convencido de que nada cambia, para mí es importante actuar como si no lo supiera» (Leonard Cohen)
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Llegando del estadio. Curicó pierde tres a cero. No hay ganas de almorzar. Salgo a correr enojado.
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¿Diré alguna vez “huyamos juntos”, como en las películas?
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Sueño de anoche: tempestad, zombies, un refugio que cede, huir por los techos.
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«Puedo ser tu amante… pero escupo en tu Milenio» (Hakim Bey)
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Tarde de mudar a Bruno de casa. Llego y el muy reculiao no tiene listo nada. Nisiquiera tiene bolsas de basura pa echar las cosas. Amontonamos y usamos las bolsas normales que quedan. Llega la Eve y, obvio, trae bolsas de basura. En algún momento todos se van por un rato y quedo solo en la casa y abro la tercera lata de cerveza y asalto un paquete gigante de Doritos que estuve asaltando de a poco y silenciosamente cada vez que vine a esta casa y me tumbo en la cama de dos plazas que tienen. Después de todo me viene a dejar el amigo ingeniero de E. Callados en la camioneta. «Es EX-QUI-SI-TA la mina que sale en este video de Bubblé», me dice, apuntando a la canción que suena en la radio. No digo nada. Hay casos en que la sinceridad es objetivamente odiosa.
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«En mi armario de medicinas / las moscas del invierno / han muerto de vejez.» (Kerouac)
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Oculista. La misma receta que hace dos años. Hace como que se acuerda de mí pero está todo anotado. Las caras limpias de los oculistas y doctores y dentistas. Me los imagino refregándose con jabón en una sala oculta antes de recibir a cada paciente. Luego escojo cualquier weá en la óptica. En una semana están listos.
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Eurocopa con mi papá en la tarde y Libertadores con Bruno en la tarde noche. Enzo saca dos pitos. Fumar en auto trae cierto vértigo. Quedamos enfermos. Listos para sentarse y no moverse ojalá en dos horas. Pero llegamos y está el suegro de Bruno y el hermano de Eve y me pongo en un rincón bien lejano no más. Pierde la U con Boca y me trae Enzo y se saca otro y empieza a manejar fuerte y me da miedo pero lo único que atino a gritar es “¡Dale Román, pasátelos a todos!”
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“¡Victoria! Gracias a tu ayuda finalmente logramos la protección del Pacífico Sur” dice el asunto de un mail de Greenpeace. Supongo que mi labor de, antes de siquiera abrirlos, mandar a la papelera cada correo que envían, ha dado sus frutos. Continuare ayudando entonces.
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Algún martes al final de Junio. Diez bolsas de supermercado atrás del colectivo. Me preocupo específicamente de dejarles las manillas orientadas hacia arriba para cuando me baje hacerla de lujo y no demorarme como las señoras que hacen que el colectivero sonría de mentira. Probablemente en los 10 minutos que separan el supermercado de mi casa los dos conjuntos de manillas languidezcan, pero nunca al nivel de separarse caóticamente unas de otras. También, como sé que llegaré a duras penas a la casa caminando durante una cuadra con las manos ocupadas, me pongo previamente el llavero en un dedo como anillo, bien apretado hacia arriba, de modo que a la vez que tengo las llaves en la mano, puedo llevar las bolsas, y no tener que dejar las bolsas en el suelo para revisarme todos los bolsillos, abrir la reja, abrir la puerta, e ir de nuevo en busca de las bolsas. Sin embargo, mucho más importante que toda esta eficacia de la menudencia, es tomar el colectivo correcto, cosa que, por vez primera en todos mis años en Curicó, no he hecho hoy.
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Hermógenes Pérez de Arce. Carlos Pérez de Arcis. Eso.
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Sueño con el partido de vuelta entre la U y Boca. El estadio, bastante compacto, queda adentro del ARCIS. Voy con el tiempo justo y me empiezo a urgir porque, aunque veo la cancha, no encuentro los pasillos para llegar a las graderías. El partido avanza y doy vueltas perdido. Entremedio me acuesto con cierta profesora. Al salir de esa sala el partido ha terminado. Empate a dos y eliminada la U por penales.
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“Mejor no buscar
Mejor lanzarse así, con la cabeza baja
¡Y que suceda!“
(Jacques Audiberti)
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Viernes 23 de Junio. Una nulidad de día. La cagué en pedirle el play prestado a bruno. Me jugué dos campeonatos en un día. Como cinco horas en total si contamos todas las veces que perdí altiro y enojado empecé de nuevo. Idiota. Al menos salgo a correr. Quizá en qué espiral de tedio habría caído ya si no hiciera ejercicio constantemente. Por la noche, inquietud, inquietud quieta, echando de menos no sé qué. Escojo la al parecer peor película de Fatih Akin (hace un tiempo empecé con Herzog y, también, escogí las peores películas) Me voy a la cama a las 2am y me doy cuenta de que debería haberme acostado a las 10 de la noche a leer. Están buenos los diarios de Bertoni. Últimas 50 páginas que leo lentamente porque no me queda ningún otro diario que me acompañe. Ya no le quedan espacios en blanco en primeras páginas de al principio y al final: las llené todas. A las 3 am llama F, está con b y b y n y n. Ahora que lo escribo noto la simetría. F está en el skatepark y me dice que pensó que un skater que iba pasando por ahí le iba a pegar con el skate pero yo creo que quiso sentir eso para poder decirme algo extraño.
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Le pregunto a S si a veces no ha sentido cierto temor ante lo bueno, no ante lo malo. Como la paranoia al revés de Salinger (“soy un paranoico al revés. Siempre sospecho que la gente está planeando algo para hacerme feliz”) A veces siento eso, pero también el típico miedo a que no resulte. Tengo muchas ganas de vivir con este hueón, eso es todo. Casi que como papa de mí mismo me digo “te va a hacer bien este hueón”.
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Me quedo a dormir donde X y sueño con G.
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“Por favor no disparen al pianista. Está haciendo lo que puede”
(Cartel en un salón de baile en Leadville Colorado en 1883, según Oscar Wilde comentado por Dick Higgins)
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Subrayar queda cerca de tarjar. Debe ser por algo.
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Yazujiro Ozu. Googlear.
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“Pero sigo pensando que si hubiera estado con la cámara, ahora podría recordar mejor” / “En el vuelo pusieron una película, como siempre intente no verla y como siempre la vi” (Tokyo-Ga, Wim Wenders)
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Soñé con MM Engel Feli y más gente x. Andábamos por los techos. Alguien (Engel creo) tenía una marihuana de vanguardia, producida en no sé qué laboratorios. Tenía ganas de hablar con MM pero siempre estábamos o muy volados u ocupados en trasladarnos de un techo inseguro (quién sabe porqué motivos, solo estaba la certeza de que era inseguro) a otro más seguro (que tampoco sabíamos porqué era más seguro).
Mucha gente vivía así, viajando por los techos.
Abajo en las calles, la cotidianidad.
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“Ya no es tan claro que fue bueno dejar la universidad. Me lancé a una piscina sin agua empujado por Henry Miller los surrealistas y los románticos alemanes.” (C Bertoni, Cuadernos 1972-1973)
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Si alguna vez llegaran a publicarse estos diarios me gustaría que les pusieran cuadernos, no diarios. Como los de Simone Weil, como los de Bertoni. De puro mono y qué.
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Sobre todo porque necesito llevarme menos peso o sea menos libros me termino los cuadernos de Bertoni sentado en el sillón al lado de la tele en mute mirando hacia el pasaje llovido y siento la ridícula pero certera sensación de que es algo que debía leer justo en este momento y no en otro. La no acción literal no es sino pura pereza. La única no acción que sirve es la que imprime su levedad moviéndose.
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“El surgimiento del capitalismo ejerce un extraño efecto en el romance. Solamente puedo expresarlo con una absurda fantasía: es como si el amado se volviese la mercancía perfecta, siempre deseado, siempre pagado, pero nunca verdaderamente gozado. La abnegación del Romance armoniza perfectamente con la auto-negación del Capitalismo. El Capital demanda escasez, tanto de la producción como del placer erótico, en lugar de limitar sus exigencias simplemente a la moral o la castidad. La religión prohíbe la sexualidad, por lo tanto, invierte en la renuncia con glamour; el Capital retira la sexualidad, inculcándola con desesperación. El “Romance” ahora lleva al suicidio Wertheriano, el asco de Byron, la castidad de los dandis. En este sentido, el romance se volverá la obsesión perfecta en dos dimensiones de la canción popular y la publicidad, sirviendo la huella utópica dentro de la infinita reproducción de la mercancía.” (Hakim Bey, El amor obsesivo)
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Pureza. Pereza.
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Bolso echo. O casi. Me gustaría poder ser más vagabundo del dharma y tener tres prendas, tres libros, un cuaderno donde anotar y sería. Pero no, si llevo hasta quacker, y té de amaretto, y 6 gordos libros, y películas, y zapatillas y ropa extra para correr. Voy a Santiago a buscar depto. Uno que dure al menos un par de años. Uno que nos quiera y lo queramos. F y C alojadores para el periodo de búsqueda que no debe durar más de dos semanas. Donde F: ni internet ni cable ni F; la abuela y comidas de abuela y la Biobío y en la tarde ucv noticias igual que acá no más. Donde C: acompañarla a su taller, ver muchas películas, hacer crema de zapallo dijimos.
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¿Desde cuándo que no siento propiedad de ningún lugar? ¿Desde cuándo que mis zapatillas no tienen su específica casa de zapatillas? ¿Cuál fue el último velador que tuvo completo sentido de velador? Vivo un poco prestado pero vivo bien pero puede ser mejor y a eso voy. Me gustaría encontrar trabajo en algo más o menos afín a lo mío pero también estaría bien desaparecer en alguna monotonía, algunos meses, un año, como todos. Juntar odio y tedio y plata. Un poco de suciedad a mis días demasiado limpios y apropiados y decididos. Puras especulaciones igual. Lo cierto es lo inmediato. Creo que todo puede resumirse en un velador, sí, quizá todo se resuma en que hace casi 3 años que no tengo velador y ahora me voy a stgo para tener uno que dure mucho.
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Estoy teniendo la parece que no tan extraña certeza de que me voy a Santiago para poder escribir mejor.