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Archive for marzo 2012

febrero

“Actuar como lo haría el sol, si supiera.” (SW, Cuadernos de América)

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Jueves. Tarde con mi papá. Está solo en la casa. Llama y me dice –con un tono muy de como que no quiere la cosa- que se tomó la tarde libre, que está estudiando unos papeles en el patio, y que tiene direct-tv. Me enternece. Como el comercial del vino en el que el hijo se va con sus amigos, primer plano de la cara compungida del padre solo frente al partido de chile en la tele y luego el hijo vuelve y uno se siente bien. Aunque no es el caso. Entonces voy. Está regando el patio y la mesa de plástico está llena de cajas con papeles. Recortes de diarios, libros y trabajos antiguos de la masonería. Mientras leo para la tesis, él me va leyendo algunos fragmentos de sus trabajos. “Las cosas que pensaba hace diez años, ¿no estaba tan perdido cierto?”. Le digo que no. Igual es cierto. Pero casi todos sabíamos cómo iba a ser la cosa, el capitalismo globalizado, porque de esos son todos los ensayos, la sociedad de la información, internet, el medioambiente, los mapuches, la moral, etc. Me gusta verlo regar. Es torpe. Yo también. Me veo en él. Deja la manguera en una silla amarrada y cada vez que va a cambiarla de posición se moja la cara y el pecho. Nos reímos. Sin reírnos nos reímos. A ratos vamos a mirar al real Madrid a la tele. El olor a tierra mojada sirve para leer de corrido. Un padre revisando cajas es algo que no sé porqué alienta a seguir con ganas en cualquier cosa que se esté haciendo. Pienso, eso sí, en que sólo él me lee cosas. Yo no le leo nada. ¿Y quisiera? A veces me pregunta qué ando leyendo pero sé que en el fondo no quiere saber nada específico. ¿Llega una edad en que uno siente que ya no podrá escuchar nada nuevo, ninguna nueva intensidad, ningún nuevo mazazo al almacerebro? También pienso que pueda ser una especie de sabiduría, de esas que hacen como que no escuchan pero sí escuchan.

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Entro a las 2045 al estadio y el guardia me dice que esta vez cierran a las 2130. 45 minutos justos. El Voz e violao de Joao Gilberto es perfecto, de principio a fin. Como empiezo siempre lento el bossa acompaña bien. La luna está por encima de las graderías viejas, cada vez más luminosa y cerca. Ya a la media hora solo distingo las huinchas blancas que separan una pista de otra. Imagino que soy un auto y cuesta mantener la dirección, porque realmente es asi, cuesta, el cansancio te tira levemente hacia los lados, y ahí uno va y se concentra y mete más firmeza, que a los segundos se va porque nadie puede estar totalmente conciente de lo que está haciendo, sobre todo si es algo tan monótono como correr. Los pájaros se fueron hoy. Se acaba Joao Gilberto justo cuando siento que podría seguir corriendo media hora más. Le sigue la novena sinfonía de Beethoven que empieza con todo y doy las últimas tres vueltas casi corriendo. De mi cabeza rapada cae más sudor que nunca.

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Soñé que tenía un libro de mil páginas escrito por bruce lee que nadie más en el mundo tenia

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Acabo de recordar de pronto que estos días o en realidad estas últimas semanas he estado en hartas situaciones en las que alguien hace algo que se supone chistoso o llamativo y alguien de los presentes se ríe nervioso o mira para al lado o incluso me mira a mí como pidiendo una explicación y ese ser x que se estaba haciendo el chistoso se envalentona cada vez mas en su performance de lo que sea que estaba representando creyendo firmemente que ese asustado confundido o nervioso espectador está super divertido con lo que él está haciendo. Pienso en eso y, ridículo, siempre creo ser yo el único que está en la neutral posición que resuelve e ilumina esa síntesis.

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El mejor pensamiento que tengo antes de dormir entremedio de todos los otros pensamientos que no me dejan dormir nunca es cuando imagino cómo sería darlo todo por perdido desde ya pero en el mejor de los sentidos posibles: dar por pérdida la construcción de una personalidad, de un avatar deseable; dar por pérdida la necesidad de familia, posesiones; conformarme con una felicidad sin ruido ni corroboración social alguna.

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“En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo.”
(El guardián entre el centeno, Salinger)

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Soñé que vivía con Bertoni. Mi trabajo era transcribirle los casets y los cuadernos con sus diarios a word.

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“Terit carni superbiam potus cibique parcitas / La soberbia de la carne es creer que saca su vida de sí misma” [¿Pero cómo puede haber soberbia de algo que se supone es puro mecanismo y necesidad? Tautología. O mera idiotez semántica acerca de qué entendemos por vida (Yo al menos creo que la vida que interesa es justamente la que la carne saca de sí misma, la cultura, la historia, etc)]

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Se puede desvariar un montón acerca de porqué se escribe, en cambio, no es tan fácil encontrar buenas razones para lo contrario (Los Bartleblys). Suelen ser más admirables estos últimos.

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“Dar con actitud de mendigo” (SW)

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De nuevo a baños morales. Esta vez no escribo en ningún cuaderno. Esta vez somos muchos. Demasiados. Mucha weed y beber y siestas. Dormir sin dormir. Tres días sin correr se siente extraño. Cuando me devuelvo hago transbordo de buses en Santiago y llego a la medianoche a Curicó.

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Musicalmente hablando el jazz ha sido lo único punk que ha tenido la historia de la música. Y la música concreta quizá, pero sus masividades son incomparables.

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“Sólo se suicidan los optimistas” (Cioran)

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¿Dónde terminaré viviendo este año? ¿Se irá a echar para atrás Feli o todo funcionará? ¿Qué tipo de muebles inventaremos? ¿Qué ordenes y desordenes ocurrirán? ¿En que tipo de trabajo caeré? No concibo “perder” todo el día en un trabajo. Tendría que ser un trabajo no enajenante. Y las metas: la tesis, una bici, correr, libros, algún sabotaje, tener muchos tipos de cereales como jerry seinfeld.

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Si uno se pone fenomenológico cuando nos dicen “de qué te las dai” o “qué te creis” no debería darse por ofendido porque esa es justo la única opción que hay: hacerse ser algo –tontos naturalistas-

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Reseteos. Mojarse la cara. Pararse. De donde sea. Abrir y cerrar el refri. Mirar el patio. Mirar las cosas del patio. Imaginar que llueve. Sumergir la cara. Apagar las cosas. Ordenar aquí y allá. Salir a comprar.

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Le pegué una volea a una mosca gorda y ruidosa en el aire. Inédita y agradable sensación.

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3pm. Se nubla. Puedo ver una película. Con calor no me dan ganas. Tan lejos tan cerca de wenders, la vi hace 5 años parece. Un té con leche. Mi hermano vio que en una serie de nickelodeon estaban tomando café con leche y partió a comprar leche. Nunca me ha gustado el café con leche. El té con leche me parece insuperable. Es un día raramente amable. Ordené la casa en tiempo record. Pude leer una media hora. El clima me predispone. Dejo la puerta semiabierta para que entre más luz. Y también para ver cuando Bruno pase hacia el estadio a trotar y sumarme. A la hora que sea, total, el clima lo permite.
Tan Lejos, Tan Cerca. El angel percibe el relato oculto de todo. No intercede. En las calles, en los bares. Está bueno el soundtrack también. Un hombre en un auto revisando mentalmente su vida y el angel en el asiento de atrás, invisible, omnipresente e impotente.
Aparece Lou Reed. Mientras suena un solo de guitarra lo oímos divagar tratando de recordar la letra de una canción que inventó anoche y olvidó.
Simone Weil habría amado esta película.

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“De buena gana aboliría las pompas fúnebres. Debe llorarse cuando un hombre nace, no cuando muere” (Montesquieu)

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Hasta que anochece en el estadio tumbado bocarriba en el pasto atrás del arco, una atleta corre sola, 200 metros planos, se acerca, que le tome el tiempo, ya, pero no entiendo su cronometro, todo oscuro, nisiquiera la distingo a lo lejos, tengo que ponerme en la meta y gritarle LISTOOO, YAAA. Al tercer intento logramos sincronizar. Es rápida. Estiramos. Tiene unas piernas como de caballo o más bien de pony o tigre. No puede ser de otro modo. Tiene 18 y de los 15 que está en lo mismo. Es como Chester, tiene ese entusiasmo disciplinado. No ha salido de vacaciones por entrenar todos los días, tiene premios y quiere llegar alto, lejos, etc. Nos vamos caminando y cada gueón que pasa se da vuelta a mirarle el culo. Y es comprensible. Nos despedimos y ella sigue hacia su pobla que queda como a 10 minutos de aquí.

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Le hago caso a Chester y salgo a trotar oyendo la conferencia sobre buda de P May. Avanzo por mi pista (la 1) y lentamente me voy perdiendo entre la mecanicidad del cuerpo que se gasta y el oído que escucha. Cuesta comprender cómo conviven en una sabiduría tan milenaria la lucidez y la enajenación. Toda la lucidez de la destrucción del yo y a la vez toda la ignorancia acerca de la construcción histórica de ese yo ¿Cómo a nadie se le ha ocurrido un budismo materialista? ¿Por qué tiene que ser una cosa o la otra y no una mezcla infinita en la que nadie pueda decir poseo el saber pero todos estén relativamente felices? No hay que ser un supersociologo ni nada, basta con leerse La sociedad del espectáculo de Debord, un poco de Marcusse, Foucault, etc y no ser un burguesmental, para constatar que si el yo es una ilusión, hay un mundo de tramoyas tras el telón que tiene para cada época la versión del yo más cómoda a la dominación ¿Por qué no habría de combatirse desde ahí también?
Me cae bien Patricia May pero tiene esa apoliticidad odiosa de la que gozan casi todas las corrientes new age. “El dolor está en ti”, “El sufrimiento es individual”, etc. En concreto, el problema es el platonismo. Cuerpo, idea, y nada entremedio. No conciben la complejidad del sufrimiento y asumen que el hombre está cagado así parejito. Cómo si estar cagado fuese una cosa ahistórica (pecado original y gueás). Como si no estuviese el mundo mismo como síntesis entre el cuerpo y la idea.
Hay un nivel en que el “trabajo” espiritual individual tiene cierto sentido, sí, pero un poco más allá del propio ombligo el espíritu es colectividad, relaciones, cultura, comunidad, etc. A nivel individual obvio que sirve meditar, detenerse, hurgarse y usarse como campo minado de desapegos y destrucción de las idioteces de la personalidad que se van asentando en uno como parásitos, pero no puede usarse la misma estrategia para el espíritu en tanto comunidad PORQUE ALLÍ NO HAY NINGÚN SUJETO CONSTITUIDO. O sea hay, pero es una comunidad negativa: nos juntamos cuando nos apalean, sabemos lo que no queremos y solo allí es donde nos conocemos y sentimos esa intimidad que dura hasta que somos expulsados nuevamente a la vida ordinaria, separada, público/privada.
Así que en la comunidad el sufrimiento no es una manera viciada de la conciencia que no sabe percibir el mundo en su perfecta armonía y bla bla bla; en la comunidad el sufrimiento es un conjunto específico de instituciones, relaciones sociales de producción, economías, partidos, etc, que reproducen y naturalizan cierto tipo de sufrimientos. Si seguimos la analogía de las corrientes orientales lo que debería hacerse con este gran sujeto seria hacerlo tomar conciencia de su nulidad a través de la destrucción de esos dispositivos. O también: la superestructura es el yo de la comunidad. Un yo de mierda. Por eso no basta con “cambiar el switch”; hay que ensuciarse las manos. Pero ensuciarse las manos no significa solamente armar una barricada y salir a la calle; es politizarlo todo, estar siempre insistiendo, donde sea que se esté, en develar la ilusión de comunidad en la que se legitima el poder. Y eso, finalmente, es lo que a la mayoría de las espiritualidades espirituosas se les escapa: la oposición materia-idea ya ha sido superada, no por filósofos ni iluminados ni nada de eso, sino por el transcurrir mismo de la historia que, sin importarle esta dualidad, ha creado un tercer término que no requiere que uno sea santo o supercientifico para decir que vale callampa, que éste es cierto orden del mundo, uno entre muchos, uno que tiene la característica de legitimarse desde todas partes a través de una concepción naturalista y no historicista del sufrimiento.

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¿Habrá alguien más en este momento a las 9 am leyendo sobre budismo tomando un vaso de leche y escuchando Wu-Tang Clan?

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“Tu Dios es el único guardián de una prisión donde el único preso es tu Dios.” (El evangelio según Jesucristo, Saramago)

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Antes, hace meses, me quedaba dormido pensando en jugadas de fútbol; ahora en cambio imagino invasiones zombies. Cómo empezaría. Qué echaría al bolso de emergencia. Qué armas construiría. Con quién me aliaria. Qué pasaría con el capitalismo. Etc.

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Segundo día que consigo despertar a las 830. Retomo Simone Weil. Un aseo rápido no más. Cada cama se hace en 20 segundos. Empezó de nuevo desde zero y descargo los podcast que me perdí. En realidad no es tan bueno pero a veces me rio con la voz de Gumucio. No hay nada más productivo que una mañana.

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El inconfundible chirriar del escarabajo de Bruno la reja está abierta la puerta está abierta así que entra y se instala aquí al lado sigo leyendo abre su notebook y no decimos nada en un buen rato hasta que le digo y vos dormiste aquí o qué.

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“En la primavera de 1937, paseando por el parque del hospital psiquiátrico de Sibiu, en Transilvania, fui abordado por un «huésped». Intercambiamos algunas palabras y luego le dije: «Se está bien aquí». «Es cierto. Merece la pena estar loco», me respondió. «Pero está usted, a pesar de todo, en una especie de prisión.» «Si usted quiere, pero aquí se vive sin la menor preocupación. Además, la guerra se acerca, usted lo sabe tan bien como yo, y este lugar es seguro. No se nos moviliza y no se bombardea un manicomio. Si yo fuera usted, me haría internar inmediatamente.»
Turbado y maravillado, le dejé e intenté informarme sobre él. Se me aseguró que estaba realmente loco. Loco o no, nunca nadie me ha dado un consejo más razonable. (Cioran)

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